¡A la esquina, con el sombrero de bruto, venga!: asuntos de lengua en Puerto Rico

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A Nilita Vientós Gastón,
porque se me hace impensable 
que todos sus esfuerzos en nuestros tribunales, 
a la larga, hayan sido en vano.


Puerto Rico en el mapa del coloniaje lingüístico
  

Aunque mucha gente no se enteró, gracias a que los diarios de circulación masiva en Puerto Rico se negaron a la oportunidad de entrevistarlo, en su visita al Recinto Universitario de Mayagüez, en 2009, el candidato al Premio Nobel, el profesor y novelista keniano Ngugi wa Thiong’o, nos contó cómo descubrió que su experiencia de coloniaje lingüístico no era “un problema puramente africano”. Este fue su relato: “Para humillarnos, se nos hacía enganchar del cuello una pieza que llamábamos el monitor, que leía: ‘soy estúpido’. De esta forma, a las lenguas africanas se les vinculaba con la humillación y lo negativo a través del proceso educativo. Un buen desempeño en inglés, por otra parte, era acogido con halagos. En este sentido, estaban ocurriendo dos cosas en el proceso cognoscitivo: se nos recompensaba por una buena ejecución en inglés, mientras se criminalizaba el uso de las lenguas africanas como vehículo adecuado de producción de conocimiento. Con el inglés iba el orgullo; con las lenguas africanas, la vergüenza" (Wa Thiong’o 379).

Este relato vino acompañado de varios ejemplos en tiempo y espacio de repetición de esa experiencia: Gales, Irlanda y Japón. No hace falta discutir mucho con el alumnado para que descubra que en esa lista falta, pero pertenece, el caso de Puerto Rico.

El complicado panorama lingüístico: de un lado, pero también del otro
  

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El debate de la lengua aquí se aborda de varias maneras: desde el seno de las universidades y muchas escuelas puertorriqueñas, el problema no existe. No se cuestiona, ni se discute que el inglés es la lengua del progreso y que todos aquellos profesores e instituciones que, “espontáneamente” se han convertido en adalides del aprendizaje del inglés, están adelantando la causa del progreso de nuestros estudiantes. A su vez, los padres de familia, que se embrollan por matricular a sus hijos e hijas en las mal llamadas "instituciones bilingües", lo hacen convencidos de que así es como mejor educan a sus hijos/as. Desde el seno de los partidos políticos, están los asimilistas para quienes la última carta que les falta por jugar (por supuesto previo a probar el plan Tennessee) es imponer el proyecto del "English Only"; pero también están los que sin plantearse llegar a la asimilación total, serían incapaces de enredarse en una disquisición que les llevara a discutir la deseabilidad de la existencia, en el sistema de educación pública, de las mal llamadas "escuelas bilingües" o a llevar a la gente a las urnas para oficializar en la Constitución nuestra lengua materna como lengua oficial [1], poniéndole al inglés el apellido de extranjera, aunque se enseñe como segunda lengua. Obviamente, en este momento de la historia, haría falta una súper campaña de educación liberadora para lograr ese éxito en las urnas.

Al otro lado, quienes defienden el español, es decir, quienes defienden el aprecio por la lengua materna y se aferran a la enseñanza del español como lengua primaria, se pueden agrupar mayoritariamente en las siguientes visiones: a) en Puerto Rico está claro que el español es la lengua materna y el puertorriqueño es muy celoso de su lengua y su identidad latina, por tanto, no hay de qué preocuparse; b) el español como lengua materna está en peligro porque su pureza está asediada por la influencia del inglés. De ahí la necesidad de hacer campañas para enseñar a los y a las hablantes en Puerto Rico a no “contaminar” la lengua española, a cortarle el paso al espanglish y, una vez tengamos a todo el mundo diferenciando entre atún y tuna, el problema estará resuelto. Si le parece un revolú, tranquila/o, que se retuerce todavía más.

So… are you talking to me?
  

Enseño en el Recinto Universitario de Mayagüez. Por el tipo de institución, el público que nos llega puede ser sui generis. Un recorrido por el campus así lo atestigua. Me ataca la extrañeza, la confusión y hasta la alienación mientras escucho cada vez con mayor regularidad en pasillos, escaleras y salones al estudiantado comunicándose en inglés. Cada vez que escucho a Carlos Gallisá hablar con tanta seguridad de lo mucho que los puertorriqueños/as defienden y prefieren el español me retumban las escenas de mi comunidad universitaria y pienso que hay que ponerse al día con las apreciaciones sobre esta realidad. Igual que en otros muchos temas, no podemos seguir escondiendo el polvo debajo de la alfombra, ni aplicando situaciones viejas a la realidad de hoy. Mi experiencia en el Recinto me dice que para mucha de nuestra juventud y para la niñez que se levanta, con el visible orgullo de sus padres, el español no es necesario, no es pertinente y van dejándolo de lado, como van dejando de lado la tecnología más anticuada [2]

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En el salón de clases de Español ocurren cosas raras: estudiantes que sin haber salido nunca del país se me acercan a decirme que su primera lengua no es el español; papelitos de tareas informales (por ejemplo, en la cotidianidad de una clase, una reacción de dos oraciones) que no se pueden entender porque están escritas en un español obviamente traducido al inglés a empujones. Me provocan dèjá vus de cuando enseñaba español como segunda lengua en ESTADOS UNIDOS. Pero, estoy aquí, un lugar donde el español es la lengua materna.

He comenzado este escrito tratando de esbozar la variedad de actitudes frente al asunto de nuestra lengua materna porque si bien es cierto que se da el coloniaje lingüístico (nada más inherente a la vida en una colonia), también es cierto que existe el concepto de “terrorismo lingüístico”, el cual Frances Aparicio, en un ensayo titulado “El despojo colonial del español”, nos lo recuerda [3].

Con mis estudiantes en el salón, vamos marcando todas las puntas del nudo. Por un lado, ellos/as crecen pensando y viviendo una realidad artificial: la de los cuatro muros de su colegio; la que dice que solo el inglés es necesario; la realidad en donde, negándosele todo espacio al pensamiento crítico, se les educa con la firme convicción de que el inglés tiene poderes mágicos. Mejor que yo lo explica Wa Thiong’o:

Las lenguas dominantes, las que sean, se perciben como poseedoras de un poder mágico sobre el conocimiento y sobre la producción de ideas, sobre la cultura misma. Las lenguas dominadas se ven de forma contraria. Son vistas como incapaces de generar conocimiento y buenas ideas. (378)

Por el otro lado -afuera, en la calle, en los medios y hasta en las propias clases de español- se les inculca que nuestro pensamiento es defectuoso porque nuestra lengua es defectuosa, con lo que socavamos de lado y lado lo que no debería discutirse: nacimos en un país cuya lengua materna es el español; un país que ha llegado al inglés como producto del coloniaje. ¿Será que esto nos aplica? “La identidad étnica es una piel gemela de la identidad lingüística: yo soy mi lenguaje. Hasta que pueda sentirme orgullosa de mi lenguaje, no podré sentirme orgullosa de mí misma” ("Terrorismo lingüístico por Gloria Anzaldúa") ¿O será que seguimos aplicando la receta de Spencer?:

Atacar la memoria del pueblo irlandés a través de cambiarle su lengua y el sistema por el cual nombraban a su prole. De esta forma, de acuerdo con uno de los interlocutores del Informe, los irlandeses rápidamente olvidarían la nación irlandesa. (Wa Thiong'o 379)

Nuestra versión criolla del monitor
  

¿Y cómo se hacen cumplir esas agendas? Nuevamente conviene recordar las experiencias de naciones y grupos étnicos que han sufrido el coloniaje lingüístico: “la humillación en las escuelas, los castigos físicos, multas por hablar español, la burla social” (Aparicio 194). Pues resulta que son mis estudiantes quienes me han ejemplificado año tras año sus experiencias en las escuelas “bilingües” en Puerto Rico: maestros/as como perros policías rondando los recreos para imponer multas de 25₵ por cada palabra que los NIÑOS/AS hablen en español; niñas que se han quedado sin ir al baño porque no pudieron comunicarlo en inglés; maestros/as tildando de brutos/as a estudiantes que, al llegar a la escuela, no se pueden comunicar en inglés. Parece que “lo que se hace dentro de las escuelas bilingües, en las escuelas bilingües se queda”, porque no veo a nadie hablando de eso, ni preocupándose por detectar en dónde se dan esos casos evidentes de maltrato. Y, como una estudiante me explicó, hace falta mucha educación para entender eso como algo que no es normal, sino maltrato. Incluso, a pesar de estas experiencias, en el artículo 2.05 del aclamado plan de “Reforma” educativa de Bhatia se dice: “Idioma de enseñanza. Las Escuelas Públicas impartirán la enseñanza en español e/o inglés”. Más lo grave de toda esta situación es que la hemos provocado desde el mismo Puerto Rico, desde nuestra misma realidad cultural de hispanohablantes.

¿Y qué de la burla social? Con una muestra reciente, no única, podemos encargarnos de decir que de todas las cosas que se dicen de Alejandro García Padilla, hay una que tiene mucho consenso: ¡Qué horror, qué vergüenza que tengamos un gobernador que no sabe inglés! ¡Cómo hemos podido elegir un gobernador tan bruto! Es “sentido común” que un gobernador de esta colonia debe saber inglés. Y la presión social es tanta que, en momentos supuestamente decisivos para Puerto Rico, García Padilla prefirió ausentarse y someterse a toda clase de escarnio político que no supusiera presentarse al país como el poseedor de un inglés quebrado. Claro, esa es la disyuntiva suicida de un colonizado. Ni Papa Francisco, ni Raúl Castro, ni ninguno de sus ministros tuvieron esa disyuntiva fatal. ¡Para eso mucha gente estudia traducción!

De la presión social que sufren los/as de por ahí, cuando les rechazan sus resumés para trabajar en la Isla, porque no están escritos en inglés y de quienes pagan en un cine por ver una película que no entienden porque no se atreven darse la vuelta de la fila, ni hablemos. La otra agenda la cumplen, estoy segura de que con la mejor buena fe (recordemos que el prejuicio por ser inconsciente no es menos prejuicio), todas las instituciones que se han dado a la tarea de “enseñarnos” a hablar bien. Desde querer quitarnos nuestra 'r' líquida, la que pronunciamos entre sílabas (por ejemplo, "Puelto Rico"), hasta recordarnos 'tocineta' por 'bacon' (gotitas del saber: la RAE, madre de nuestra Academia, incluye la palabra bacón; tal vez a los puristas esa opción glorificada por la RAE les guste como transición a la “verdadera”). Si alguien sabe de alguna campaña semejante en España, tratándoles de quitar el ceceo a los millones de españoles que lo tienen, o en Argentina, queriendo eliminar de su recuerdo el "lleísmo" de sus habitantes, que lo incluya en los comentarios, ¡por favor!

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He dejado para último a la universidad porque también aquí se cuecen calderos gigantescos de habas. En el “reino” del pensamiento crítico, aquí donde habita la “verdad”, en estos hermosos espacios donde se cultiva la “razón”, nos despachamos con la cuchara grande repartiendo a diestra y siniestra instancias de coloniaje lingüístico, vendiendo el poder mágico del inglés, entorpeciendo la educación de grandes sectores de la población estudiantil, al educar con prácticas, que ante toda luz son discriminatorias (otra gotita del saber: las personas tenemos derechos lingüísticos, y uno de ellos es el derecho a aprender en su lengua materna) y antipedagógicas (en una clase de Matemáticas o Química, usted no tiene derecho a sentirse maestro/a de inglés, ni mucho menos a afectar el proceso de aprendizaje o la nota). Esto se hace todos los días de todas las maneras posibles: obligándolos/as a contestar exámenes de otras materias en inglés, restringiéndolos/as a producir carteles en inglés, llevando empleadores/as que solo aceptan resumés y cvs en inglés. Quiero pensar que, con la mejor buena fe del mundo, les decimos a nuestros estudiantes todos los días: el conocimiento que produces en tu lengua materna no me interesa, o lo que es peor, si lo produces en español no es válido, no existe.

Con esa misma “sana” intención, colaboramos con un mega proyecto de sustitución de lengua, en momentos en que las cifras del español nos indican que se ha convertido en una lengua muy poderosa, ampliamente hablada, con proyecciones inimaginables. ¿No es eso lo más parecido al monitor, al sombrero de bruto? ¡Claro, ahora que existen leyes en contra de ese tipo de castigo, el monitor, el sombrero, no pueden ser tan material, tan ubicuo!

 


Notas:

[1] Si bien es cierto que, a instancias de Antonio Fas Alzamora, se ha aprobado en el Senado de Puerto Rico un proyecto para oficializar el español, no tiene consecuencia alguna, no se ha mencionado más en la Cámara y, aun si lo aprobaran, tan pronto ganen los penepés lo borrarán de un plumazo como hizo Pedro Roselló cuando subió al poder. 

[2] Pregúntese si cada vez no son más comunes las escenas de niños y adolescentes hablando entre sí en inglés, mientras sus padres les hablan español o, en el peor de los casos, intentan sostener la conversación con ellos en un manejo penoso del inglés. 

[3] En su ensayo, Frances Aparicio menciona la experiencia que la escritora Gloria Anzaldúa vivió como chicana en los Estados Unidos. 


Lista de referencias:

Aparicio, Frances. "El despojo colonial del español". Leer para escribir. Eds. Elsa Arroyo y Julia Cristina Ortiz. Río Piedras: Plaza Mayor, 2013. 193-195. Impreso. 

Aparicio, Frances. "Terrorismo Linguístico por Gloria Anzaldúa". Mujer palma de cera. 9 de agosto de 2015. Web. 16 de octubre de 2015. 

Wa Thiong'o, Ngũgĩ. "En contra del feudalismo lingüístico y del darwinismo lingüístico: relaciones de poder entre lenguas". Eds. Elsa Arroyo y Julia Cristina Ortiz. Leer para escribir. Río Piedras: Plaza Mayor, 2013. 379-380. Impreso. 


Lista de imágenes:

1-5. Anthony Freda.