Vivxs nos queremos, todxs


La noche que parió fue la última vez que vio a su cría, ni siquiera pudo amamantarla. Lloró desconsolada e intentó resistir el secuestro, solo logrando que la golpearan más fuerte. Su cría había sido el resultado de una brutal violación, pero nunca imaginó que correría el mismo destino que ella. Después de más de nueve años en cautiverio, el encierro se había convertido en una rutina cada vez más violenta; rutina compartida por todas las que la precedieron. Notó con sospecha el día en que todo cambió; la ausencia de aquellos aparatos sobre su cuerpo, que presionaban sus entrañas, le hizo pensar que sería diferente el resto de su vida. Le estaban dando más comida de lo normal; parecería que de momento importaba. Tres semanas más tarde, su cuerpo colgaba boca abajo de un gancho, desangrada, en una industria cárnica del país. Al parecer, era una vaca vieja, y su carne solo serviría para hacer hamburguesas.

En 1983 la ONG Farmed Animals Reform Movement (FARM) decidió dedicar el dos de octubre como la fecha para concientizar y recordar el horror que viven miles de millones de animales que se utilizan como alimento[1]. No obstante, en estos pasados años, más allá de recordarlos también se promueve una campaña mundial de ayuno durante ese día, como una forma de acción en contra de la espantosa industria de alimentos. La importancia del ayuno, que se ha usado en diferentes causas políticas, aquí cobra un matiz diferente, ya que está señalando la causa principal de esta trágica situación: nuestra dieta. Esta dieta ha sido impuesta por un mercado colonizador y capitalista, para poder obtener ganancias alrededor del mundo sin importarle el trato que se les da a los seres vivos, incluyendo las personas, ni al planeta. La industria ha logrado que India, un país donde culturalmente no se comía carne de vaca, se haya convertido en uno de los principales países exportadores de carne de res.

La activista y socióloga española, Esther Vivas, destaca que los datos de la Organización Mundial de la Salud demostraron que desde 1980 el número de personas obesas en el mundo se ha duplicado[2]. La catástrofe ambiental que conlleva el consumo de carnes, que como muy bien explica Vivas en otro de sus artículos, está llevando al límite las posibilidades de vida en nuestro planeta:

[S]e calcula que la ganadería industrial produce un 18% de los gases de efecto invernadero, superando al sector del transporte. En concreto, ésta es responsable del 9% de las emisiones de CO2, debido al uso intensivo de la tierra y la deforestación; del 65% del óxido nitroso, la mayor parte procedente del estiércol; del 37% de las emisiones de metano (mucho más perjudicial que el CO2), originado por el sistema digestivo de los rumiantes; y del 64% del amoniaco, que contribuye significativamente a la lluvia ácida”.[3]

 

A estas escalofriantes cifras se les suman las aterradoras historias que todos conocemos, gracias a organizaciones y activistas animalistas, sobre el "trato" que reciben los animales en un mundo que ha decidido tenerlos al servicio de los humanos. "Trato", o debería decir "trata", en todo el sentido de la palabra, ya que los que no se usan como alimento se utilizan para experimentos, entretenimiento, deportes, moda y hasta para la explotación sexual. Es decir, las macabras posibilidades son infinitas.

La noche del estreno de la séptima temporada de The Walking Dead, cientos de fanáticos se dieron cita en un cementerio de la ciudad de Los Ángeles para disfrutar del episodio. A pesar de que no veo la serie, comentaba con mi compañera el espanto que se observaba en las caras afligidas de quienes asistieron al evento, cuando vieron cómo un loco mataba a batazos en la cabeza a dos de los protagonistas principales. El horror de la ficción me llevó a la cruda realidad, recordé a los cientos de miles de millones de animales que mueren de esa forma para alimentar una industria capitalista que no reconoce aquellos cuerpos con vida. Y es que, como George Orwell nos indicó en Animal Farm, “todos somos iguales, pero unos somos más iguales que otros”.

El ejercicio de reconocer los privilegios que cargamos, aún desde nuestras vulnerabilidades, es lo que les ha dado fuerzas a movimientos sociales y activistas como #BlackLivesMatter, los grupos LGBTTIQ, feministas, entre otros. Luchar por una vida digna y justa para todxs, implica un luchar por todxs. Es tiempo de dar un paso más en esta lucha y reconocer que, aunque el neoliberalismo, el patriarcado y el racismo nos haya dicho lo contrario, no somos dueñxs ni del Planeta, ni de los seres vivos que lo habitan. Vivxs nos queremos, todxs.


Lista de referencias:

[1]"Día mundial de animales en granjas", Anima Naturalis. Recuperado dehttp://www.animanaturalis.org/1131 
[2] Esther Vivas, “¿Cómo nos alimentaremos en el 2025?”. Recuperado el 22 de octubre de 2016. https://esthervivas.com/2015/10/13/como-nos-alimentaremos-en-2025/> 
[3] Esther Vivas,“Puerca industria”. Recuperado el 22 de octubre de 2016. ">https://esthervivas.com/2012/03/21/puerca-industria/>


Lista de imágenes:

1. Marissa Teixeira, Body Parts Collage, 2014
2. Marissa Teixeira, Isolated, 2014

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