Con los terroristas: el 'orden natural' que debe ser destruido

Haskell Moore: "Quién altera el orden natural del mundo va a sufrir por ello. Este movimiento no sobrevivirá. Si te unes, tú y toda tu familia serán repudiados. Vivirás como un forastero, alguien de quien se hace burla y se le evita. Lo peor que sucederá, es que te atrapen y te crucifiquen. ¿Y por qué? Cual sea que fuere tu involucramiento, es sólo una gota en el océano infinito."
Adam Ewing: "¿Qué es un océano sin una gran cantidad de pequeñas gotas?"

-Escena final de 'The Pacific Journal of Adam Ewing', en la película Cloud Atlas

Aunque parezca una locura propia de los videos virales, el Harlem Shake (meme) no deja de ser un fenómeno interesante. Se trata de un video de corta duración (treinta segundos), que circula en todas partes, y en las versiones más insospechadas.

Aunque no tenga relevancia la historia de su emergencia, valga señalar que el Harlem Shake (meme), muy poco tiene que ver con el Harlem Shake o 'albee' que surge en la localidad de HarlemNew York, en 1981.

Es muy tentadora la idea de ver en esto una forma moderna de espiritualidad, o como un extraño fenómeno ideológico de chovinismo sexual contemporáneo, como lo señalaba Slavoj Zizek en una conferencia de la Universidad de Vermont, refiriéndose al ya difunto Gangnam Style (Gangnam es una pequeña localidad de Corea del Sur) y al patético personaje de Justin Bieber; pero creo, que si bien estamos en presencia de un fenómeno obsceno, ridículo, superficial, monótono, absurdo y estúpido, resulta ser muy ilustrativo, desde su básica estructura (y sin ningún Mesías de por medio, ni coreano ni canadiense), para evidenciar uno de los problemas más relevantes de nuestra sociedad ambivalente (a entonces b).

La estructura fundamental del video es la siguiente:

a) catorce segundos, que comienzan con un tema de DJ Bauum 'Harlem Shake', donde se escucha un grito con la frase: 'Con los Terroristas'; luego de eso, aparece un personaje notoriamente alterado respecto al contexto en que aparece situado, agitando descoordinadamente su cuerpo con movimientos muy poco convencionales; mientras tanto, su entorno, sin conmoverse en lo más mínimo con el exótico sujeto (quién además se encuentra con un disfraz infantil), siguen sin problemas la rutina que les convoca. En otras palabras, lo ignoran.

b) catorce segundos, que son anticipados por una voz que dice: 'do the Harlem Shake'; y a partir de la cual, todos comienzan una escena de locura y desenfreno, en que se visualizan movimientos, gestos, disfraces, máscaras, acrobacias, que atestiguan el acto de liberación y desestructuración de lo normativo.

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Es muy llamativa la manera en que lo absurdo de la imagen logra un efecto tan desgarrador de aquel peso que conlleva la vida cotidiana, subsumida por la gran máquina de formas impuestas e investiduras arrogantes. Vivimos en un mundo 'ordenado', rígido, y permanente, donde las formas de vida están ensambladas unas con otras, de tal forma que se jerarquizan en un orden 'natural' de enclasamiento, o al menos, han sido históricamente racionalizadas de esa manera.

Si el Harlem Shake significa algo, tiene que ver justamente con la liberación o emancipación de los sujetos; es decir, con la capacidad que éstos tienen de subvertir el orden establecido, o de modificar en base a sus propias luchas, los mecanismos que naturalizaron las diferencias en el entramado social. Se trataría en todo caso, de un acto eminentemente ético y político. De una lucha 'viral', expansiva, de cierto modo pandémica, o de 'multitud'; donde el 'estado' de las cosas, su permanencia, su pasividad, institucionalización, estatalización, normativización, se avizora corrompida, transformada, o a lo menos perforada, ya no por la confrontación dialéctica de bloques contradictorios o de oposición, sino más bien, por la fuerza 'potencial' de lo atómico, de lo molecular, de lo subjetivo, de lo ético.

El orden naturalizado de las cosas y los seres: Ordo ab Chaos. Ese enclasamiento de la racionalidad moderna, no es necesario remitirlo tan lejos –para América Latina– a la llegada e instalación del capitalismo durante la 'conquista' del continente, sino, que basta dirigirse al levantamiento de los Estado-Nación, donde se construyeron los pilares jurídicos y culturales de nuestros países, donde los ilustrados criollos, mantuvieron intacto el orden colonial de segregación y explotación de los menos favorecidos por la 'naturaleza'. Y lo que es peor, de un 'orden' evidenciado en la actualidad por una alarmante desigualdad en la calidad de vida, y en la distribución de las riquezas.

A este orden se refieren los primeros catorce segundos del Harlem Shake, antecedidos por ese grito que aniquila la lógica de la opinión pública, educada para rechazar o mantenerse al margen de los cambios revolucionarios. 

Pero, ¿Quiénes son los terroristas? Hoy no es difícil responder el sentido político de esta pregunta (me refiero a la banalización del discurso político). Para Estados Unidos –por ejemplo–, quienes han sido llamados por Dios a ser los 'democratizadores' de la humanidad, queda demostrado lo ambiguo y contradictorio del epíteto 'terrorista'; en tiempos de G. Bush, la palabra 'terrorista' fue aplicada contra miles de vidas inocentes en el largo proceso de construcción de los pueblos árabes que eran vistos como ‘enemigos’ (iraquíes, iraníes, palestinos, egipcios, saudíes, yemeníes, etc). Sin ir más lejos, hace pocos meses fuimos testigos de la masacre palestina, en nombre de los mismos principios democratizadores.

El 'racismo de Estado' en Chile, ha utilizado de manera muy vergonzosa la categoría de 'terroristas' contra los mapuches; la clase política aliada con la oligarquía económica del país, ha tomado serias medidas con tal de pisotear los derechos y aniquilar la cultura indígena de una forma jurídicamente aceptable.

Considerando que, si los 'terroristas' son los 'otros', los 'enemigos' de lo establecido, del 'orden naturalizado', los que son colocados en una condición de subalternidad, entonces nos preguntamos ¿qué significa estar 'con' (junto a) los terroristas? ¿Acaso el Harlem Shake no es una oda a la desestructuración del 'orden', en provecho de la defensa de los derechos humanos esenciales, que posibilitan la convivencia entre las personas y su entorno? ¿Acaso no es un llamado al levantamiento popular del caos, frente a ese orden de explotación? Invirtiendo la fórmula anterior, y remedando a la antigua y polémica banda de black metal noruego Mayhem, deberíamos decir: Ordo 'ad' Chao.

En la película Cloud Atlas, una de las mejores dirigidas el año recién pasado, se aborda de manera muy inteligente este asunto. Boardman Mephi (personificado por el actor Hugo Weaving), es un representante del 'orden natural' que rige la sociedad en la que está inmerso. En aquel capítulo (la película consta de seis historias paralelas), se trata de una sirvienta (clon) que fue liberada y concientizada como un ser 'libre', una vez que se le mostró el destino fatal de quienes compartían su servidumbre (los cuerpos de los clones eran reciclados como energía y alimento para futuras máquinas de servicio).

 

Cuando la sirvienta es capturada luego de su escape, es encarada por el siniestro Boardman Mephi, quién le señala lo que –a mi juicio– es el resumen de toda la película, o aquello de lo cual se intenta dejar en evidencia la urgente 'emancipación' de la que hemos venido hablando: "Hay un orden natural en este mundo [...] y la verdad, es que este orden debe ser protegido".

Evidentemente, quienes alteren o pongan en peligro la estabilidad de ese 'orden natural', deben ser eliminados, exiliados, silenciados, o ser restados de legitimidad. Ser 'terrorista' en un mundo como el nuestro, no tiene otro sentido que ser 'separado', 'reconocido', 'identificado', 'capturado', por un sistema que se esfuerza en conservar ese orden perverso de clasificación, segregación y discriminación; requisitos necesarios para la explotación.

Para concluir, no quiero dejar de remitir a una última referencia, que el lector juzgará si es buena o mala, sólo me interesa rescatar un diálogo que allí se reproduce. Circula en internet un documental llamado: "Opus Dei en Chile. Una cruzada silenciosa" (2006), que lógicamente no es transmitido en televisión abierta por los efectos que aún vive el país de la censura gubernamental, que avala la censura del oligopolio mediático (monopolio no sólo económico, sino también, ideológico). Por razones obvias no puedo resumir el documental, pero a grandes rasgos, se intenta hacer una relación entre el Opus Dei con la reducida y poderosa oligarquía económica de Chile.

Si logra o no su objetivo, no es cuestión a discutir aquí; sólo quiero rescatar un diálogo (minuto 38:30) que se hace con uno de los hombres más poderosos del país, Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores y supernumerario del Opus Dei, a quien se le pregunta por qué razón o cuál es la motivación que tiene un empresario en Chile para donar dinero a la Nocedal (Escuela Técnica que el Opus Dei administra en un lugar de mucha vulnerabilidad social en la ciudad de Santiago).

 

Entonces él da a entender, con una respuesta verdaderamente clasista y maquiavélica, que Nocedal no solamente es una escuela formadora de mano de obra especializada, sino también, una escuela que se propone la 'concientización' de los trabajadores, con tal que éstos puedan contribuir al mejor funcionamiento del 'orden establecido' (armonía social), y así evitar cualquier tipo de disturbio o conflicto provenientes del inconformismo del 'rol' que a cada cual le ha tocado vivir (por naturaleza).

En definitiva; el mantenimiento del orden natural, garantiza a quienes gozan del poder económico, la nula posibilidad de una movilidad social que ponga en amenaza sus privilegios.

Lista de imágenes:

1. Egipcios arrestados por hacer el Harlem Shake en ropa interior frente a las pirámides, febrero 2013.

2. Foto para el meme del Harlem Shake.

3. Comuneros mapuches en enfrentamiento con policía chilena, 2010, Solimapuche9.