Crónica de dos comunas fallidas

Nuestros sueños prueban que imaginar –soñar sobre cosas que no han sucedido aún- está entre las necesidades más profundas de la humanidad.
-Milan Kundera

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China: la estética banal de un edificio revolucionario, de día.

China 1949

La modernidad llegó a China en 1949. Con la fundación de la República Popular, cientos de reformas buscaron sembrar en el terreno fértil de la posrevolución ideologías políticas que germinaran en una nueva sociedad. Durante este volátil periodo, la arquitectura fue empleada simultáneamente como un instrumento propagandístico y como experimento social.

Si las miradas contemporáneas a China suelen descansar en las superficiales imágenes de los edificios-ícono, que marcan su apertura al capital global en la forma de rascacielos acrofílicos, colosales aeropuertos y monumentales estadios y museos, las miradas pasajeras a su pasado revolucionario hacen lo mismo con la predecible estética de sus sedes y ministerios gubernamentales. Sin embargo, estos templos a la religión del estado, con sus inmaculados pisos de mármol, intimidantes escalinatas y simetrías perfectamente trazadas, representan la imagen más banal del único partido político, no así la verdadera ideología que sirvió de compás la revolución.

Comuna China

Lejos del espectáculo mediático que trae consigo cada revolución moderna, un símbolo de cambio radical se fue fraguando en el centro de un hutong —la organización de casas-patio de ladrillo gris típica en el Beijing de ese periodo. Luego de un año de construcción, la primera vivienda comunal abrió en la capital china en mayo de 1961. Diseñada en virtual anonimato por Zhang Chang Ru en la oficina de planificación urbana del instituto de diseño de Beijing, la estructura de ocho niveles de altura y 21,380 metros cuadrados ofrecía 486 cuartos para dar albergue a una floreciente clase trabajadora. La comuna fue el primer prototipo de una tipología de vivienda que representaba la más abstractas de las ideologías socialistas: la vivienda del proletariado. Ofreciendo a los bajos rangos de oficiales gubernamentales una versión urbana de vida colectiva, la comuna incluía clínicas médicas, cafeterías, cocinas y duchas comunes, peluquerías, salas de reunión, un kindergarten para 200 niños y varios establecimientos comerciales.

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China: la estética banal de un edificio revolucionario, de noche.

La comuna nació en un momento en el que la atención prioritaria a los edificios emblemas del gobierno se sumaba a la debacle causada por el “Gran Salto Adelante”, mermando así el interés de convertir a la comuna en la vivienda del futuro. De hecho, luego de construidos tres prototipos más de vivienda colectiva, la comuna como proyecto nacional fue abandonada para dar paso a otros modelos menos abarcadores e idealistas. 

Sin embargo, aún cuando el proyecto de la comuna fue abortado en su temprana etapa de gestación, el simple hecho de que China pudiera visualizar estructuras que promovieran una forma de ensamblaje social pone en evidencia su capacidad de reconocer el entorno construido no sólo como estrategia política, sino como herramienta de cambio social. Un lugar en el que los proyectos con ambiciones sociales no se asoman ni en el distante horizonte de los sueños, difícilmente conseguirá hacer avances en la integración y cohesión de su pueblo.

Puerto Rico 1949

La modernidad también llegó a Puerto Rico en 1949. Contrario  al caso de China, en esta ocasión el proceso transformador llegó en una mezcla de democracia y liberalismo económico que desembocó en la importación desde los Estados Unidos de un modelo de desarrollo suburbano que trajo como consecuencia la proliferación indiscriminada de unidades de vivienda unifamiliar.

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Puerto Rico: comuna.

Si la comuna en China prometía consolidar programas urbanos en un edificio que fungía como una ciudad dentro de una ciudad, en Puerto Rico la adopción del nuevo sistema socio-económico se mezcló con el relajamiento de las agencias de planificación provocando la atomización de la vivienda. Esto produjo una masa heterogénea que se extiende ad infinitum, sepultando, bajo kilómetros de concreto y asfalto, cualquier posibilidad de crear ciudad.

Mientras en China la comuna como proyecto social no resistió a  los fuertes embates económicos de las continuas reformas políticas de un país en plena crisis, en Puerto Rico, con un clima económico mucho más alentador, una visión de tales dimensiones no fue tan siquiera tomada en consideración. Debido a esta obvia ausencia de aspiraciones urbanas, no nos queda más remedio que imaginar las razones por las cuales bajo el sistema social, político y económico de la Isla habría sido imposible completar una comuna aún si su construcción se hubiera planificado en algún momento.

Comuna Puertorriqueña

A nivel de micro relato, de provocación intelectual o como un simple ejercicio nostálgico, se nos ocurrió visualizar una comuna cuya construcción comenzó justo antes de que la democracia llegara a la isla.

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Puerto Ricocloseup comuna.

En esta historia imaginamos cómo una administración gubernamental, con ambiciones urbanísticas, habría sido capaz de determinar, a través del diseño y la planificación, cómo y dónde los habitantes de la Isla deberían vivir. Nos imaginamos como una institución que, desprendida de la necesidad de lucrarse económicamente o de obtener el voto popular, podría aspirar a construir una sociedad igualitaria a partir de la imposición de una arquitectura sin barreras sociales. 

Tratamos de visualizar cuán difícil sería, una vez llegado el neoliberalismo económico, levantar un edificio que se extendería a  través de los 500 kilómetros de costa de la isla, dándole vistas a la playa y acceso ininterrumpido a los bosques y a las zonas agrícolas a todos los habitantes por igual. Nos imaginamos cuán cuesta arriba sería construir una estructura de siete niveles capaz de ofrecer una gran variedad de apartamentos de vivienda, escuelas, mercados, hospitales y hoteles para todos y que, a su vez, sería capaz de proteger los recursos naturales del desparramamiento suburbano que ha sido parte del laissez-faire de las agencias de planificación urbana.

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Puerto Rico: vista aérea de la comuna.

En nuestra fantasía urbana, la construcción de la comuna sería abandonada en el 1949 una vez construido el primer segmento de tres kilómetros. En esta aventura ficticia veríamos como años después de que se detuviera la construcción de la comuna, los transeúntes curiosos pasarían frente a la desnuda edificación con sus finas columnas rítmicamente esparcidas a lo largo de la playa y se preguntarían si dicha estructura que ahora sirve igualmente de rompe olas o de protección contra la lluvia habría sido en su momento un centro comercial, un estacionamiento multipisos, un resort hotelero o un condominio de lujosos apartamentos.

La última imagen de la comuna mostraría a la delicada edificación bañándose en la espuma del mar que poco a poco, durante 63 años, se habría filtrado hasta llegar a la más frágil parte de su estructura, no solo corroyendo su capacidad física, sino evaporando con el calor del sol las posibilidades de construir una sociedad sobre las ruinas de algo que nunca fue. 

* Todas las imágenes son cortesía de lxs autorxs, Frankowski y García.

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