Coraje II

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En Las palabras y las cosas, Michel Foucault argumenta que a partir del Siglo XVII se cobra consciencia de la arbitrariedad del signo, de que no hay una relación natural ni causal entre significado y significante. Que se trate de un consenso entre los hablantes, permite que una misma palabra signifique muchas cosas o que una cosa sea designada de diferentes maneras (164).

Coraje II, dirigido por Miguel Rubio (del colectivo Yuyachkani de Perú) y protagonizado por Teresa Hernández, juega no solo con la conciencia de la arbitrariedad del signo, sino con la pluralidad de discursos de grupos socioideológicamente distintos en la voz de un solo personaje. Teresa Hernández logra proyectar mediante la voz y el cuerpo, discursos contradictorios y complejos respecto a la guerra y la condición de los “veteranos”, a partir del monólogo y el empleo de “props” a los cuales ella logra darles vida.

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En este monólogo heteroglósico, al público le toca completar la obra porque debe imaginar qué dicen los sujetos con quien dialoga la protagonista. Al mismo tiempo, infiere que hay una variedad de interlocutores por los cambios de las inflexiones de la voz, los gestos faciales y de la expresión corporal de la actriz.  Otro indicio de cambio que el público interpreta es la manipulación de los “props” que representan a su esposo: una silla de ruedas, una gorrita de veterano, una camisa de mangas largas verde, un pantalón y un par de tenis blancos. 

“Coraje”, según el Diccionario de la Real Academia Española, puede lo mismo significar “impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor”, que “irritación o ira”. La madre de Coraje II se desdobla entre ambos polos desenmascarando las contradicciones de los discursos que circulan en la comunidad puertorriqueña respecto a la guerra.

Estamos ante una actriz de primer orden que logra representar un monólogo donde se insertan  discursos contradictorios sobre los efectos devastadores de la guerra sobre los cuerpos concretos de los soldados. Y eso se consigue por un juego entre voz, gesto y movimiento corporal dentro de un escenario minimalista, acompañado del sonido que proviene de una sencilla grabadora y de una prudente luminotecnia que sabe cuándo es preciso enfocar la totalidad del pequeño escenario, del cuerpo de la actriz y sus “props” o dirigirse a la expresión facial de Teresa Hernández en el momento justo.

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Dentro de la ingenuidad y fe ciega en los discursos resignados de la iglesia o en el poder del estado y la fuerza armada de esta Madre Coraje boricua, se cuelan el dolor y la desesperación gestual y corpórea. La no correspondencia entre los parlamentos del monólogo, el gesto facial y la expresión corporal, abren una grieta para desvelar lo que no dicen las palabras. 

Esta Madre Coraje es una especie de marioneta en quien resuenan las voces de la iglesia.  Acepta la tragedia  como “designio divino” porque “con Dios delante” nada puede estar mejor. “Por gracia de Dios” y la del estado se le prometen supuestos beneficios al veterano: un sueldo, oportunidades de estudio y al final, en caso necesario, un hospital donde encontrará todas las medicinas necesarias. Resulta irónico que los dos proyectos más importantes del presidente actual sean la ampliación del cementerio y el hospital. 

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En esta pieza no habla el veterano. El veterano muerto no puede hablar. Tampoco lo puede hacer el que regresa mutilado, sin capacidad de movimiento ni habla. Eso explica por qué el veterano es un “prop”. No hay mejor manera de expresar el dolor de la madre boricua, testigo del poder milagroso de Jehová y de las consecuencias de múltiples guerras que no puede nombrar, aunque recuerde los nombres de los familiares muertos y de los muertos-vivos, estos que llamamos sobrevivientes. Ella no puede hablar por los que no sobrevivieron la guerra. Lo que resta es un hueco que ella marca elidiendo palabras.   

El marido inválido, sin voz y cuerpo de trapo, es representado por su vestimenta y su silla. La ausencia de cuerpo de este esposo “sobreviviente” nos recuerda también aquello que nos ha dicho Mara Negrón: “entre el animal y el humano, está el pudor” (98-99). El humano se viste porque siente pudor y viste su pensamiento de palabras, de discursos. De este veterano solo queda el vestido. Quedan los discursos de la guerra que repite la Madre Coraje con fe ciega en el estado y en la iglesia, mientras asoma el guiño de la desesperanza en un gesto o un ademán corpóreo de impotencia que contradicen la misma fe “ciega” que la envisten de fuerza, ánimo y valor. 

La obra sugiere que vivimos en un estado de guerra que asumimos con resignación sumisa. La única diferencia entre la muerte de la hija veterana que sobrevive el frente de batalla pero cae abatida en el frente doméstico, y el hijo menor que se resiste a ir a la guerra de Afganistán (que no se nombra) para morir en la guerra callejera frente a un bar de insumisos  que no siguen “los designios del estado y de Jehová”, es que una tiene derecho al cementerio de los veteranos y el otro hijo no.

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La guerra tiene sus discursos. Otros “viven como animales” y “hay que aplastarlos porque se reproducen como cucarachas”. Sin embargo, habría que preguntarse, como lo hace Mara Negrón, “¿Cuál es la respuesta del animal frente al dolor y la muerte? ¿Difiere de la humana? ¿Quién responde en nosotros ante el dolor y la muerte? El cuerpo” (37). La actuación de Teresa Hernández en Coraje II hace patente que aunque esta Madre Coraje boricua pueda revestirse de fe ciega y resignación, el dolor animal se le sale por los poros de cada pedazo quebrantado del cuerpo.  

¿Tendremos el coraje de desnudar tanto discurso disfrazado de valor resignado para colocarnos entre el animal y el humano, sentir pudor y revestirnos de discursos que revelen la impetuosa decisión de encausar la irritación y la ira? Coraje II representa la tragicomedia de los discursos sobre la guerra, sin la prepotencia de intentar ocupar los huecos que van quedando con cada soldado que cae o regresa vivo-muerto. Sobreviven los discursos de valor y coraje del veterano, pero nadie puede contar la irritación ni el dolor ni la ira de quienes ya no tienen voz ni cuerpo.

 

*"Coraje II" tendrá nuevas funciones del 9 al 12 de febrero de 2012. Jueves, viernes y sábado a las 8:30 pm, y el domingo a las 4:00 pm, en el Teatro Victoria Espinosa, ubicado en la Calle del Parque, detrás del Teatro Francisco Arriví. Para información escriba a puchiplaton@gmail.com.

** Con la excepción de la primera imagen, todas las fotos son de la autoría de Adiela Marie, y Cruce las reproduce gracias a la cortesía del equipo de "Coraje II".

Lista de referencias:

Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI,1981. Print.

Negrón, Mara. De la animalidad no hay salida. San Juan: La Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2009. Print.

Real Academia Española, Diccionario de la lengua española 22ª Edición. 2001. Coraje. Web. 28 Jan. 2012. 

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