Guepardo con impala: retrato de familia

Il est beau [...] comme la rencontre fortuite
sur une table de dissection d'une machine à
coudre et d'un parapluie!

-Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont 

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La foto que observan no proviene de los montajes ingeniosos que, como burla a nuestros políticos, (claro —el derecho a la pataleta) nos llegan de vez en vez a nuestro correo electrónico. No, ésta es la tarjeta oficial de navidad que nuestro alcalde de San Juan le envía a sus ciudadanos adherida al informe de sus logros (San Juan News —por supuesto, ¡ya que vivimos en San Juan City!), parte de su campaña política de reelección. Jorge Santini Padilla nos tiene acostumbrados a esas fotos de familia feliz, saludable, hermosa y caucásica, tan necesaria para el imaginario de Puerto Rico, USA. Sin duda, dado su empeño en convencer a los estadounidenses que "we fit the part", este "memento" no carece de mérito. Es digno, por ejemplo, de estar en el álbum navideño personal de Sarah Palin, esa otra gran "cazadora". Con todo y los referentes a los copos de nieve de su blanquísima Alaska...

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"Una imagen vale más que mil palabras" dice el refrán, así que permítanme exactamente mil palabras para aquilatar esa sola imagen. Comencemos por la reacción visceral que provoca el primer vistazo... tuve que agarrarme a Ducasse, precursor del surrealismo y su celebrada frase «Bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección». Los ojos no saben dónde posarse, tan vertiginoso es el golpe de información subliminal, tan productiva es la yuxtaposición de significantes, tan escurridizo el deslizamiento connotativo. Hay que ser un artista renombrado para lograr la sugestividad metonímica, la sospecha de múltiples niveles hermenéuticos, el éxito total de la retención retinal.

Una de dos: es la obra de un genio en la representación de imágenes audaces, dignas de los mejores museos internacionales o de alguien que debería estar despedido antes de que concluyan las festividades. (O la exhibición, impúdica y pornográfica, de un inconsciente perverso). Pienso que, por cuestiones de contexto, debemos descartar la primera hipótesis. Examinemos lo que podría ser la intención del que podría experimentar la segunda alternativa. Por supuesto, la familia se encuentra en El Museo de la Vida Silvestre, proyecto colosal con el que Santini ha apostado proyectar una estatura de guardián verde a nivel mundial (parecido, por supuesto, a la "vía verde" del gasoducto).

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Según reza en su página informativa, el Museo ha solicitado la certificación de la organización ambiental Green Key, una "eco-etiqueta dirigida a las hospederías y facilidades turísticas... y se basa en la educación y conversación ambiental. Esta iniciativa contribuye a la misión del Museo de educar a la comunidad respecto al valor de la vida silvestre y la importancia de la conservación". Me pregunto si no hay aquí un caso rampante de lo que los psicólogos llaman disonancia cognoscitiva. ¿Cómo puede afirmarse el respeto y la conservación de la vida silvestre la exhibición estetizada de la expoliación de los mejores y más saludables animales, mostrados después de sufrir la mortal herida de un cazador furtivo? ¿De esos que hacen deporte de la muerte, que viven de la adrenalina del safari?

El compromiso de Santini con el "aprecio y conservación de la vida silvestre" se evidencia con la sinécdoque en primer plano: un impala sufre el abrazo mortal de un guepardo que devora su cuello. Al fondo se atisba lo que parece ser una sabana africana, ambiente propio de estas especies. Sorpresiva es, por lo tanto, la yuxtaposición desencontrada entre el clima subsahariano y la escena familiar, rodeada del tema navideño más incongruente —una copiosa nevada plasmada con copos de nieve (evidentemente de papel). Esta insistencia en la superimposición del proverbial "white Christmas" —no hay más que ver la "nevada" que se despliega en los adornos navideños capitalinos— parece gritar a los cuatro vientos que Puerto Rico bien merece ser estado, después de todo, ¡la nieve es una característica de paises civilizados!

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Alrededor del depredador y su víctima, la familia despliega sus mejores encantos. Amanda mira a la cámara con un aire (¡ay bendito! de "Toddlers and Tiaras") de niña coqueta y remozada. Ella y su hermano (con las manos en los bolsillos, inseguro, tentativo, distante) son los únicos que no tocan a las figuras centrales—detrás, Odette, la hija mayor, con la mano en el hombro del padre (en tono un tanto eléctrico); Santini, vestido en recuadros "red, white and blue", directamente enfrente del guepardo, posa su mano protectivamente en el antebrazo de su esposa Irma, colocada enfrente del impala (parece como si la cabeza del animal atacado se refugiara en su pecho). Ella, al igual que Odette y que Jorge Andrés, viste de blanco, color que rodea al Alcalde (¿recuerdo de "candidatus"—costumbre de los senadores romanos que cuando querían ser elegidos vestían de blanco—"candido"— para significar su inocencia?). La juventud y belleza de Irma crea una ambiguedad incómoda con respecto a cuál de las dos (la de enfrente o la de atrás) es la consorte.

Hay unas connotaciones ancestrales en esta foto que evocan los retratos de reyes africanos con sus esposas, cubiertos de pieles que los identifican como guerreros heroicos, rodeados de sus posesiones y emblemas de poder. ¡Sería ésta la máxima ironía!

Un rey africano de un país nevado que ambiciona servilmente la aceptación del invasor blanco.

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¿Qué mensaje deliberado y orquestado nos está regalando nuestro alcalde? Si él se identifica con el guepardo, ¿quién es la presa? ¿Su esposa, el pueblo a quien él apela en su informe? Espeluznante es lo que reza al pie de la foto: "Que esta Navidad ilumine tu sueño". ¿Y qué sueño o pesadilla se puede iluminar con esta foto surrealista? ¿O es este montaje la espacialización de sus deseos, tanto torcidos como penosos? ¿Se sueña él como depredador (como lo evidencia la violencia y el abuso; la corrupción y el nepotismo que ha sumido a este país en la más profunda anomia)? ¿Seremos acaso nosotros ese impala que pasivamente ofrece su cuello?