Cuento de ceretas no. 465

* Nota editorial: Esto no es un cuento de ficción.

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Entonces, llego photo finish a una vista, me siento en el lado de la defensa y una abogada “compañera” me mira y me dice: “¡Qué lindo tu pelo! ¡Tienes unos rizos hermosos!”

Respondo amablemente: “¡Gracias!” Y sigo repasando mis notas.

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Ella sigue: “Nena, pero ¿tú no has pensado nunca pasarte unblower? ¡Te debe quedar deshow!”

Sin dejar de mirar mis notas le digo: “¿Pero, no que te gustan mis rizos?”

Ella: “Sí, sí. Pero, digo yo, para variar.”

Y entonces le entra la fragancia y comienza el juicio. No al que fui, sino el de ella conmigo:

“Es que tú te lo dejas siempre así, como eres rebelde, como para hacer un statement. Como si le tuvieras que probar algo a alguien. Pero de vez en cuando puedes variar.”

Le brindo mi sonrisa más hermosa. Ésta siempre antecede una de mis bicherías. Le contesto con tono muy dulce y sonrisa permanente:

“Hablemos de variar.Yo varío. A veces mi cereta está bajita y a veces alta. A veces me da calor y me recojo la cereta. A veces me trenzo el pelo. A veces lo adorno.

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Pero a ti te veo el mismo pelochorreao perfectamente planchado desde que te conozco. Vamos a hacer algo: Varía. Atrévete a cruzar la calle sin sombrilla cuando llueve y sin miedo al frizz ni a perder el dinero del beauty o las tres horas que perdiste. O mejor, varía más: déjate crecer tus raíces por tres meses sin sentirte fea de cómo realmente eres. Sin que te sientas que estás desarreglada. Vamos. Vamos a variar.”

Y entonces llamaron mi caso y caminé al podio cereta encendía y sin miedo al frizz.