La participación olímpica de Puerto Rico en Londres 2012 ya es reseñada como un retorno a la ciudad en donde los boricuas debutaron como equipo nacional en este tipo de justas deportivas. Fue precisamente en Londres 1948 –a tan sólo un año que la isla fuera admitida en el Comité Olímpico Internacional– cuando atletas representando a Puerto Rico desfilaron por primera vez junto a otros competidores en el más grande de los escenarios deportivos.
No son pocas las personas que interpretan este “retorno” a Londres como un símbolo de “resistencia cultural” en respuesta al colonialismo político. En ese sentido, hemos escuchado expresiones de elogio para los supuestos poderes que la “soberanía deportiva” le brinda al pueblo de Puerto Rico. Desde analistas deportivos que publican columnas partiendo de una perspectiva nacionalista como es el caso de Fufi Santori, hasta personalidades como el Presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico (COPUR), David Bernier, quien desde una óptica más apolítica, igualmente glorifica la existencia de un tipo de “soberanía” que no requiere la alteración de la actual condición territorial de su país.
Sin embargo, y mientras en Londres se buscará ratificar esa “soberanía” con la potencial obtención de una medalla en el deporte del atletismo, en la isla de Puerto Rico habrá otra dimensión paralela y simultánea que presentará a la “otra” bandera deportiva boricua.
Mientras el vallista Javier Culson buscará paralizar a la nación deportiva de Puerto Rico durante su carrera de 400 metros con vallas a celebrarse a principios de agosto en Londres, en Bayamón habrá otros atletas entrenando con el fin de salir airosos en su gestión representar un paisaje deportivo alternativo, al cual identificaremos como la “isla-ciudad de Puerto Rico”.
Para este grupo específico de deportistas que no irá a Londres, enarbolar la monoestrellada boricua no necesariamente busca ratificar una soberanía custodiada por el COPUR, sino promover un discurso deportivo alternativo que se ha fraguado desde los círculos cercanos a la comisaría residente en Washington DC y la alcaldía de Bayamón, y que además tiene sus “orígenes” en los pintorescos años de la llamada era “rossellista” en Puerto Rico.
La “isla-ciudad” de Puerto Rico
Durante la década de los 90s, el ex gobernador y presidente del Partido Nuevo Progresista (PNP), Pedro Rosselló González, fue enfático al expresar su oposición a que Puerto Rico fuera descrito como una nación. Al parecer, el ex mandatario tenía otra perspectiva más afín con su visión de la estadidad como proyecto político deseable para la isla. Rosselló González visualizaba a Puerto Rico como una gran “isla-ciudad” dividida en 78 unidades de menor jerarquía conocidas como los municipios.
A pesar de lo provocativo de su comentario, Rosselló González nunca proveyó base teórica ni empírica para sustentar aquella nueva construcción geográfica. El ex primer ejecutivo abandonó La Fortaleza en el 2001 y al hacerlo, se quedó dos años corto de presenciar la “fundación” de su gran propuesta: el nacimiento (deportivo) de la isla-ciudad o el “hometown” de Puerto Rico.
En el año 2003, se activa la fiebre naranja en el deporte del fútbol y debutan los Puerto Rico Islanders en el circuito norteamericano conocido como United Soccer Leagues (USL)[1]. Con la monoestrellada en mano y un profundo orgullo por representar a Puerto Rico, los Islanders se lanzaron al terreno de juego en el Estadio Juan Ramón Loubriel de Bayamón, también conocido como “La Islandera”.
Administrado por el Lic. Andrés Guillemard-Noble, quien es medio hermano del Comisionado Residente en Washington, Pedro Pierluisi, y quien además aporta económicamente a las campañas del PNP y el Partido Demócrata estadounidense, el equipo de los Islanders fue producto de la iniciativa de un grupo de inversionistas deportivos que abiertamente favorecen la estadidad para Puerto Rico.
La fundación de los Islanders implicó la activación de estrategias de mercadeo que no se limitaron al entorno de Bayamón o la región metropolitana de San Juan. Por el contrario, promociones del onceno se expandieron hasta municipios como Aguadilla, el cual a pesar de estar a más de 170 kilómetros al oeste del “La Islandera”, mostraba “billboards” callejeros en alusión a la tropa naranja. Igualmente, un restaurante de una famosa cadena localizado en Barceloneta –a más de 90 kilómetros de Bayamón– poseía una barra con decoración neón promocionando al equipo que representa a la isla en una liga con sede en los Estados Unidos.
Producción publicitaria de Puerto Rico Islanders.
Sin duda, los Islanders fueron proyectados como el equipo de todo Puerto Rico. Sin embargo, a diferencia de quienes se apellidan Culson o Barea, este grupo de futbolistas no representaría a la isla como equipo nacional en competencias regionales, mundiales u olímpicas. Por el contrario, la tropa naranja fue diseñada con el fin de representar ese nuevo paisaje cultural y económico conocido como la isla-ciudad de Puerto Rico. El “hometown team” de Puerto Rico se forjó en virtud de lo que el geógrafo francés Henry Lefebvre describió en su trabajo como el “espacio representacional” producido a través de la construcción de un espacio directamente vivido a través de sus imágenes y símbolos relacionados. Una franquicia deportiva fue capaz de activar el imaginario colectivo y propiciar unas transacciones económicas que construyeron el novel espacio geográfico conocido como la isla-ciudad de Puerto Rico.
De igual forma, los Islanders fueron capaces de quitarle el monopolio que la denominada soberanía deportiva y sus equipos nacionales tenían sobre la utilización de la bandera y otros símbolos patrios muy comunes durante eventos deportivos que presentan un equipo con el nombre de Puerto Rico. En este contexto, la bandera boricua no representa a un equipo nacional u olímpico, sino a una franquicia local que compite en un circuito deportivo norteamericano.
Así las cosas, mientras la esperanzadora participación de Javier Culson en Londres 2012 será reseñada por algunos columnistas como otra gesta de resistencia cultural de una nación colonizada, durante ese mismo mes de agosto, los Puerto Rico Islanders continuarán con su ya popular proyección deportiva alternativa y paralela a la que se fragua desde la Casa Olímpica en Puerta De Tierra y en los principales medios deportivos de la isla.
En año plebiscitario y eleccionario, todas las huestes boricuas serán activadas y nadie descarta que estos dos discursos deportivos de Puerto Rico jueguen un papel dentro de estos procesos políticos. Al final del año, quizás tengamos una mejor idea en torno a si prevaleció el deporte como nación, o si por el contrario, ganó el deporte como representación de un “hometown”. Quizás no sea lo suficientemente relevante y al final no salga airosa ninguna de estas dos geografías deportivas. No obstante, que no quede la menor duda que la afición deportiva puertorriqueña disfrutará de un gran banquete atlético durante el verano 2012.
Londres le da la bienvenida a todas las naciones del mundo a los Juegos Olímpicos de 2012.
Notas:
[1] Hoy día, los Islanders pertenecen al circuito norteamericano conocido como North American Soccer League. Su relación con la USL terminó en el 2010.
Lista de imágenes:
1. Delegación de Puerto Rico en los Juegos Olímpicos de 1948 en Londres.
2. Juan Luis Martínez, "Martorell rinde homenaje a trayectoria olímpica de Puerto Rico: el cartel de Martorell presenta la bandera puertorriqueña al lado de la torre Big Ben de Londres en 1948", Primera Hora, 2012.
3. Ponce comparte la final de 400m con vallas de Javier Culson en Corea.
4. "Puerto Rico Islanders aspire for Caribbean Glory," North and Central American Football, 2010.
5. Selección nacional de baloncesto de Puerto Rico: "Los Magníficos", Clutchtime Puerto Rico, 2012.