Carta desde Nueva Zelanda

Estimado/a lector/a:

Esta carta, escrita desde Nueva Zelanda, se deriva de mi opinión a favor de las aseveraciones de la Dra. Margaret Mutu y su planteamiento sobre cómo la migración de blancos provenientes de Europa, Sur África y Estados Unidos ha impactado negativamente la población indígena maorí. La Dra. Mutu hizo su señalamiento a raíz de una encuesta a la población maorí, quienes creen en su mayoría que su vida será más difícil a medida que crezca la población blanca inmigrante y adquieran mayor poder político.

 

Muchos criticaron a la Dra. Mutu por ser racista y prejuiciada. Por mi parte, apoyo sus declaraciones y mi opinión se basa en que: Es un error fundamental y una falacia catalogar de ataque, persecución o prejuicio la eliminación del privilegio de un grupo sobre otro.

La falacia más perjudicial es la que cataloga la eliminación de este privilegio como de prejuicio contra el grupo privilegiado. La razón por la que la mayor parte del racismo es negado y pasa desapercibido (por los que no lo sufren) es porque la mayor parte del racismo y del prejuicio está internalizado en los individuos; es inconsciente y permanece desapercibido por las personas que lo perpetúan. Un ejemplo de esto son los discursos populares de estereotipos o de “verdades” asumidas en clichés raciales o xenofóbicos.

 

En lo que respecta a la eliminación de privilegios, en el caso de Nueva Zelanda las políticas migratorias han estado enormemente parcializadas a favor de la migración europea. Aunque las políticas actuales no privilegian explícitamente una etnia sobre otra, es imposible no reconocer los efectos de las políticas pasadas y su afán de crear aquí una cultura europea.

Digo que nuestra política migratoria no privilegia explícitamente la migración europea y quiero decir claramente que implícitamente sí lo hace. Este privilegio se da de dos formas principales: la primera es la predilección y reconocimiento de la educación europea y anglo-americana por encima de otro tipo de educación. Aún cuando haya personas educadas en otros sistemas que lleven practicando su profesión, por ejemplo medicina, por años en su lugar de origen, estas personas son subestimadas en beneficio de aquellas que sí hayan recibido una educación occidental.

 

La segunda forma en que se manifiesta este privilegio es a través de los requisitos financieros para obtener residencia en Nueva Zelanda, que claramente privilegian aquellos inmigrantes que provienen de países más ricos y con más recursos. En este caso, si se es europeo o de ascendencia europea las probabilidades de reunir los requisitos de residencia son mayores que si se es de otra parte del mundo. Me parece que no es necesario explicar las razones históricas de por qué las naciones más ricas en el mundo hoy día son las más ricas. Sin embargo, sí se debe recordar que estas razones, como por ejemplo el colonialismo, están directamente relacionadas a los señalamientos de la Dra. Mutu.

La eliminación de este privilegio de los inmigrantes de ascendencia europea es, entiendo yo, una forma de igualar las condiciones existentes. Es, además, una manera de compensar por los siglos en que se ha mantenido este sistema de privilegio y por el daño que la inmigración europea a gran escala ha ocasionado en la cultura maorí.

 

En cuanto a la internalización del racismo, me refiero a ella en términos psicológicos. Nuestra sociedad tiene integrado en su sistema el racismo (y la homofobia, el sexismo, el prejuicio contra los discapacitados, etc.) a gran escala, entretejido en sus estructuras más básicas. La gente aprende que estos prejuicios son normales y los aceptan sin tan siquiera darse cuenta de que lo hacen. Las personas que no son blancas lo hacen también.

Como lo indica un famoso estudio psicológico hecho en Estados Unidos, todo el mundo, indistintamente de su raza o etnia, catalogan las caras negras, de primera impresión, como mucho más violentas y de apariencia criminal en comparación con las blancas.[1] Este prejuicio se hace palpable en en el sistema judicial. En Nueva Zelandia las personas de la etnia maorí y pasifika son halladas culpables en porcentajes más altos que las personas de ascendencia europea por los mismos tipos de crímenes. La razón por la que la mayor parte de las enunciaciones racistas son precedidas por un “no soy racista, pero…” es precisamente porque sí responden al racismo. La gente ha desarrollado un racismo interno, inconsciente, sin percatarse de ello, pero eso es comprensible pues han estado expuestos a estos prejuicios toda la vida.

foto

El debate ocasionado por la afirmación de la Dra. Mutu trajo, entre muchos otros, el comentario de si es necesario el conocimiento en carne propia de la historia de opresión que han padecido los maoríes para poder opinar sobre lo que expresó Mutu. A esto respondo que sí es necesario entender el razonamiento que lleva a una persona a tomar una posición, al igual que el marco en el que esta posición es criticada y el contexto en el que existe esta posición. Después de todo, esto es lo que se llama ejercitar el juicio crítico. Es de hecho ésta la manera de aproximarse a cualquier tema importante. Practico mi activismo de la misma manera que practico mis estudios académicos y me sentiría muy culpable si tratara a los escritos de un arcano poeta Rumano de manera más seria que al racismo, a la violación o a la violencia de género y por orientación sexual.

Al comentario de si somos responsables, y por lo tanto igualmente culpables, los descendientes de los colonizadores de los efectos de la colonización respondo, de nuevo, que nadie es directamente culpable por lo que hicieron sus ancestros, ni por el racismo institucional que existe en nuestra sociedad. No he querido utilizar el término “privilegio blanco” en esta discusión, porque son muchos los que cierran sus oídos a la mera mención del mismo, pero es precisamente esto de lo que estoy hablando. Si bien no somos directamente responsables esto no significa que no nos hemos beneficiado de estas acciones y del sistema, querámoslo o no. Para aquellas personas que no entiendan o duden de esta aseveración, les puedo recomendar el siguiente texto de Robert W. Jensen.  Éste otro, de Betty Brown, explica claramente lo que es y no es privilegio.

Para aquellos que me han respondido que no recuerdan haber disfrutado de ningún beneficio o privilegio por ser blanco, debo decir, primeramente, que el primer beneficio es no haber sufrido la opresión del racismo. Por haber nacido blanco una persona tiene ya la probabilidad estadística de vivir más, tener acceso a mejor atención médica, ser menos propenso a ser víctima de un crimen violento, ser menos propenso a experimentar enfermedades mentales, depresión y tendencias suicidas, tener menos probabilidades de ser arrestado, enjuiciado y hallado culpable que las personas no blancas. Y, si se es hallado culpable las probabilidades de que la sentencia sea reducida son mucho mayores para los blancos. También, si se es blanco se tiene la probabilidad de tener acceso a educación (punto), de mejor calidad, y a más oportunidades de empleo y mejor sueldo que si no se es blanco.

Es lo mismo que el ser heterosexual libra a un individuo de la homofobia, la violencia por orientación sexual y le alarga el promedio de vida, le hace menos propenso a la depresión y al suicidio. Así como ser hombre significa que la probabilidad de ser atacado sexualmente disminuye un 100% en comparación con la de una mujer y que, en general, se será menos propenso a ser víctima de cualquier tipo de violencia. También se tiene la ventaja, al ser hombre, de ganar 30% más en ingresos en comparación con una mujer. Estos son los privilegios que se tienen cuando se es blanco, cuando se es hombre y cuando se es heterosexual.

foto

Estos son privilegios constatados y cuantificados estadísticamente, independientemente de si se opte por reconocerlos o no. Que un sujeto los reconozca o no, no afecta su existencia, ni su carácter arbitrario. Estos privilegios no tienen nada que ver con nada de lo que haga un individuo particular, o de cuánto o en qué trabaje o nada por el estilo, ni tan siquiera con la opinión de que “mientras más nos aferremos a las atrocidades del pasado, más nos seguirán definiendo”. Este comentario, junto a la consabida afirmación de que las posturas críticas al privilegio blanco no son más que “culpa colonial”, es, honestamente, pura mierda. 

Yo, por ejemplo, no sufro de ningún sentimiento de culpa. Simplemente reconozco el hecho de que he sido beneficiado por que soy blanco y hago todo lo posible para cambiar el sistema que mantiene mi privilegio, para hacer a este país, Nueva Zelandia, uno más justo, más igualitario. Como nación no estamos “aferrándonos a las atrocidades del pasado”; apenas las admitimos. Hacemos lo menos posible por contrarrestar los efectos del racismo en nuestro sistema, efectos con los que cargan mayoritariamente los maoríes y que tienen que enfrentar diariamente. El total de tierra recuperada por los maoríes apenas llega al tres por ciento de lo que se les arrebató ilegalmente, y eso no incluye los asesinatos, violaciones, destrucción de propiedad y cultivos y las vidas arruinadas durante la colonización.

foto

La gente no habla de esto. Nunca había escuchado la palabra "Parihaka" antes de llegar a la universidad. Tampoco sabía de John Bryce y las atrocidades que cometió. No sabía lo que había hecho la Corte de Tierras Maorí. Ni sabía quiénes eran Titokowaru y Pai Marire, ni tampoco Te Kooti o Te Whiti y Tohu. Había escuchado sobre "Bastion Point", pero no sabía exactamente qué había pasado. No sabía tampoco de la invasión de Te Urewera o de los arrestos de Rua Kenana. En vez de estos hechos, se me enseñó en la escuela que Cook arribó aquí en son de paz y que los nativos eran muy pacíficos y firmaron unos papeles y ya; que no había sido como en Australia o en los Estados Unidos. Y sí oí a la gente hablar de la dependencia de los maoríes de la ayuda del gobierno y de cómo los maoríes recibían trato especial y eso estaba mal y que ahora todos ya somos neozelandeses.

 

No es culpa lo que siento, sino rabia. Me mintieron y los mitos que legitiman este país están cimentados en mentiras. Tengo demasiados amigos maorí a los que la policía detiene a cada rato sin razón, que han sido maltratados por la gente, que han sido acusados de ladrones injustificadamente… de la misma manera que a mí y a mis amigos gay nos ven como “maricas”, que no somos dignos más que de burla y a quienes, por lo tanto, se nos pueda abusar como se le venga en gana a cualquiera.

Lo que digo y vengo repitiendo desde hace tiempo es que lo que propone la Dra. Mutu no está dirigido a contrarrestar el prejuicio consciente. El prejuicio de la gente es, en la gran mayoría de los casos, inconsciente, internalizado, irreconocible para el individuo porque no se auto critica. Sólo la menor parte del racismo se manifiesta por los individuos fanáticos, como los neo nazi. La mayor parte del racismo es practicado por la mayoría inconsciente.

Lo que propone la Dra. Mutu está dirigido a corregir el gran desbalance de poder que existe en nuestra sociedad. El desbalance que permite que la gente blanca tenga enormes privilegios por encima de los derechos de la gente no blanca. Ésa es la forma en que se oprime a los no-blancos, independientemente de que lo sepa o lo reconozca la gente blanca que se beneficia de este privilegio.

foto

Identificarse como miembro de un grupo oprimido no es la causa de la opresión ni tampoco la causa de la tensión racial, esta condición de opresión se impone desde afuera. No ando anunciado mi “rareza” a la gente, la gente asume que soy “queer” y asumen el derecho a romperme la cara. La mayoría del racismo es asumido de la misma forma (a veces más sutilmente, pero no siempre), con la diferencia de que uno no puede esconder el color de su piel. Y que la gente sea racista no es razón para andar suprimiendo o escondiendo la cultura propia; los racistas son los que tienen que cambiar, no las víctimas del racismo.

En vez de estar “aferrándonos a las atrocidades del pasado” más bien las hemos olvidado, al menos la mayoría de Pakeha lo ha hecho. Pero los maoríes no, y tratan de recordárselo a los demás, porque hay muchísimos asuntos irresueltos. Hasta que ese pasado se reconozca, y se resuelvan las injusticias que todavía se cometen, el pasado sí seguirá definiendo nuestra nación. Ése es el problema.

Para que nos entendamos mejor entre islas...
Hongi,
Ross Sélavy Brighton

Notas:

[1] Eberhardt, Jennifer L.; Goff, Phillip Atiba; Purdie, Valerie J.; Davies, Paul G.(2004) “Seeing Black: Race, Crime, and Visual Processing.” Journal of Personality and Social Psychology, Vol 87(6), Dec, 876-893.