Mi novia y yo conspiramos arreglar el país.
Para arreglarlo tendría que haber país.
Eso dice ella.
Yo digo que al país hay que cambiarle el radiador.
Ella dice que está esbielao.
Ambos reímos y fundamos un país.
Para el futuro planificamos ser profesores en la universidad
que ya no existirá, aunque ella preferiría llamarle
pluriversidad y existiría en ninguna parte.
En cinco a diez años nos visualizamos flotando por el espacio,
dando clases diez mil años luz en el pasado, montados en
una estrella, dejándonos consumir por su luminosidad,
siendo cenizas cósmicas, quedando retratados en constelación,
preparando platanutres con mayoketchup mientras
ponderamos la posibilidad epistemológica de un ‘nosotros’,
de un país.
El presente se configura, más bien, como una película
postapocalíptica, en la cual nos conocimos el día
del apagón y llevamos cuatro meses sobreviviendo juntos en una isla
de zombies pasivoagresivos, cuyo plan parece ser
devorar nuestras almas poquito a poquito.
El único arma que parece funcionar para nuestra defensa
es dispararles en la cabeza con una metáfora.
Y así sobrevive nuestro hogar: a través de un conjunto
contingente de metáforas que guindamos en todas partes,
como si fueran lucecitas de navidad, y maravillándonos
continuamente de la casualidad / de habernos conocido
precisamente el día en que se fue la luz.
Lista de imágenes:
1. Web
2. Bovinemagnet, "Water Drop", 2008