Mississippi River

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It was surely a miracle, he thought
how so many people, in so many railroad cars, 
are systematically transported as if it were nothing. 
How all those people have places to go, 
places to return to.

—Haruki Murakami, Colorless Tsukuru Tazaki
and His Years of Pilgrimage


 

En diciembre estuve montado en trenes por tres días para llegar desde Los Ángeles hasta Filadelfia. Los Amtraks, descubrí, tienen unos nombres bien simpáticos. Yo estuve en tres: el Southwest Chief, el Capitol Limited y el Pennsylvanian. En el primero estuve dos noches. Cuando uno hace eso, uno no se baña y tiene que dormir en el asiento. También uno se ve forzado a sobrevivir comiendo comida de trenes[1], que al menos es mejor que la comida de los aviones. Todo este ejercicio de tomar el tren por tanto tiempo y de una manera cross-country era, en mi mente, un ejercicio poético tratando de imitar cierto feel de los poetas Beats que tanto admiro. Esta idea, a su vez, de hacer cosas que harían tus poetas favoritos me parece muy a la Roberto Bolaño, a quien también admiro.

Cuando no estaba hablando con desconocidos, observando el paisaje-siempre-cambiante, mandándoles fotos graciosas a amigxs back home o comiéndome un hot dog de cinco pesos, estaba leyendo esa novela de Murakami que me ha servido de epígrafe. Me la había regalado una amiga hace solo algunos días. El protagonista de la novela está fascinado por los trenes y las estaciones, y se la pasa toda la novela reflexionando sobre ello. Esto fue totalmente casual, pero muy ‘literario’, si se me permite. Ahora, le escribí a esa misma amiga a ver si leía esto que me encuentro escribiendo, y me respondió "qué curioso, anoche estaba leyendo 'La novela en el tranvía' y ahora me hablas de trenes".

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Yo me la pasé mucho del viaje reflexionando sobre el concepto de "heterotopía", que desarrolla Foucault y se refiere, básicamente, a aquellos espacios que funcionan de una manera no-hegemónica. Dice la entrada en Wikipedia: “These are spaces of otherness, which are neither here nor there, that are simultaneously physical and mental, such as the space of a phone call or the moment when you see yourself in the mirror.” En esencia, cuando se está en el tren uno no está ni here nor there. Y casi todo el mundo apesta de alguna manera u otra. Y casi todas las conversaciones que se tienen no parecen tener un punto de partida ni un final, como si fueran otra parte más del paisaje que se va quedando atrás.

De lo mejor que me ocurrió en el tren fue conocer a un tipo blanco y relativamente anciano llamado Bruce. Ahora, cuando escucho ese nombre, él es la tercera cosa en la que pienso, después del tiburón de Finding Nemo[2] y del chamaco que se tiene que comer el bizcocho de chocolate en esa escena despiadada y genial de Matilda. Bruce (el hombre del tren) había estudiado literatura en los 60, luego fue parte de la guerra de Vietnam y también fue parte de las protestas contra la guerra de Vietnam. Hablamos sobre la Literatura canónica vis a vis literaturas alternas, como en el caso de la literatura Beat; hablamos sobre los males del neoliberalismo, del racismo estructural que recorre al país —particularmente en Nuevo México, donde él vive—; y hablamos de su hermosa nieta de como cinco años, a quien iba a visitar en algún lugar aledaño a Chicago. Me dijo que si alguna vez andaba por Albuquerque debería escribirle.

En fin, la experiencia del tren fue de lo más interesante y escribí un poema: Mississippi River.

En el tren conocí a
un tipo llamado Terry. 
Terry tenía una camisa 
que decía "out of my mind, 
 

back in 5 minutes".

Antes de saber su nombre 
ya sabía que su esposa de 
hace 28 años había 
muerto hace 10 meses 
debido a un ataque al 
corazón. Ella se llamaba Gina.

Gina era sobreviviente de 
cáncer. Durante su relato se 
les aguaron los ojos y a mí. 
Contaba Terry, que una mañana 
Gina se levantó con dolor 
de espalda y le pidió que le 
diera un masaje. Eran como 
las seis de la mañana. En lo 
que él se despertaba, ella fue 
al baño y no salió con vida. 
Yo no tuve palabras y todavía. 
Íbamos cruzando el Mississippi.
 


Notas:
[1] Particularmente cuando los sándwiches que llevaste se acaban en las primeras seis horas.  
[2] "Fish are friends, not food". 


Lista de imágenes:
1-3. Hao Li, Sony World Photography Awards, 2014.


 

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