Un chavito prieto

Chavito

Un chavo prieto es tan importante como una peseta para completar un peso. ¿O no? Y aquí en nuestra Isla a veces se nos olvida ese principio básico de los procesos de compra y venta, de economía y de desarrollo. 

Tengo mis sentimientos encontrados con los chavitos. Esas monedas cobrizas, pequeñas (¡pero más grandes que los vellones de diez!), oscurecidas por el pasar de mano en mano y definitivamente el resuelve cuando tenemos que escarbar en el fondo de una cartera porque nos percatamos en plena caja registradora de que nos hemos quedado cortas de dinero para pagar lo que queremos comprar. Estoy segura de que los chavitos fueron la salvación de mucha gente que, luego del IVU, llegaban a la caja con dinero en mano y sin haber calculado el nuevo impuesto que nos acompaña desde el 2006.

¿Por qué tengo sentimientos encontrados con los pobres chavitos prietos? 

En medio de la crisis social y de democracia que nos agobia, los gobiernos que se han alternado la administración de nuestra colonia insisten en medir el desarrollo del país en dólares y centavos, sacos de cemento, gasto en energía eléctrica y el estado de los malditos bonos. En ese sentido, las monedas no necesariamente son lo que una quisiera como eje de una estrategia de desarrollo nacional. Un chavo prieto, una peseta o un billete de a cien, representan, desde ese punto de vista, el desenfoque total de lo que es realmente la economía y del rol que juega en el desarrollo y bienestar del país. 

Fortuño y su “equipo económico” nos quisieron empujar la idea de que todo estaría bien mientras hubiera crecimiento económico medido en monedas. Antes de él, el equipo de Acevedo Vilá hizo lo mismo. Las estrategias de ambos gobernantes fueron básicamente tres. Una, doblar y doblar nuestro sistema tributario y de incentivos, sin el más mínimo pudor ante la exhibición del trasero nacional, para atraer capital extranjero. Dos, crear un sistema de créditos contributivos para poner al gobierno a pagar a los bancos los complejos de vivienda construidos sin ton ni son por la avaricia del sector de la construcción y la ineptitud del sector bancario. Y tres, invitar a megatiendas extranjeras a explotar nuestra clase trabajadora. Ninguna de las tres estrategias demostró la capacidad de crear empleos dignos y ninguna creó riqueza que se quedara y se distribuyera en el país.

Ahí les dije por qué a veces le tengo coraje a los chavitos prietos y a sus compas, los pesos.

Chavitos

Por otra parte, también reconozco un sentimiento de camaradería con esos chavos prietos andariegos e impredecibles. En ese sentido, pueden representar toda una nueva visión económica que reconoce -sin desmerecer- lo comunitario y lo solidario como parte vital de una estrategia de desarrollo sustentable. Los chavos prietos y su capacidad de perfeccionar el dólar son una metáfora de cómo lo nacional, lo micro y lo pequeño, lo innovador y lo pertinente a nuestras necesidades y aspiraciones son indispensables si queremos salir del hoyo en el que nos encontramos. Una estrategia económica cuya única meta es generar dinero sin importar con quién y para quién, siempre estará incompleta y sólo acrecienta la desigualdad que nos mata en los puntos de droga y en plenas avenidas. En contraposición, una estrategia económica con una visión más amplia de lo que queremos como país necesita de todos los sectores y debe darles a todos el mismo nivel de importancia.

Going for the hundreds and forgetting about the pennies is not wise, my dear. Pick them up. They will bring you more than luck. (Lo digo en inglés para que el “equipo económico” del gobernador electo lo entienda). 

Viendo el proceso de nombramiento del “equipo económico” del nuevo gobernador me asaltan muchas preocupaciones.

Chavito

Una de ellas es la tendencia a pensar que economía es lo mismo que industria o empresarismo. Les escucho hablar de su experiencia en empresas multinacionales, de contactos con industrias extranjeras y de una nueva invitación a inversionistas extranjeros y tiemblo. Tiemblo porque es lo mismo de más de medio siglo de industrialización y de una clase económica puertorriqueña que es incapaz de ver al resto del país y que si lo ve, lo ve con desdén.

Me preocupa, además, ver la mención del concepto de desarrollo económico comunitario como un asunto desligado del desarrollo económico del resto del país. De hecho, esa mención existe en la plataforma del Partido Popular Democrático en los apartados de participación y solidaridad pero no ha estado presente en las primeras expresiones públicas del “equipo económico” del gobernador electo. ¿Será que asignarán el manejo de este tema alguna oficina secundaria desligada de las grandes decisiones económicas del gobierno? Así se presentó el tema en la plataforma, desligado del apartado de desarrollo económico… 

Nos siguen hablando, además, de incubación de empresas sin que quede claro si hay una comprensión de lo que es una incubadora de verdad, del costo que implica y de lo que se debe apoyar para que realmente exista un sistema de incubación de empresas que alimente la economía del país. Incubar empresas no es dar talleres de empresarismo o enseñar a hacer cupcakes. ¿Se habrá planteado el “equipo económico” del nuevo gobierno el crear un sistema de evaluación que les permita distinguir a las incubadoras de las talleristas y reposteras? Del tema de la incubación, me surge otra gran preocupación: las regulaciones y requisitos para iniciar empresas en nuestra isla.

Por mucho más de cuatro años hemos escuchado un mismo sonsonete que atribuye a la evasión contributiva el pésimo estado de nuestros recaudos gubernamentales. De ese sonsonete se han derivado acciones muy concretas como la imposición del IVU y toda una plataforma de requisitos que entorpecen la creación de micro y pequeñas empresas. Todo esto porque de alguna manera, se ha creado la percepción de que los principales evasores de contribuciones son las personas desempleadas y pobres que acuden a la economía informal para cubrir sus necesidades básicas. El resultado es que los verdaderos grandes evasores siguen sin pagar contribuciones -el gobierno les da permiso con los famosos incentivos- mientras el empresarismo comunitario y solidario pisa y no arranca por la gran pared de control que se les impone. ¿Lograremos que el nuevo “equipo económico” vea esto?

En un país, la economía se debe utilizar como lo que es: una ciencia social que nos permite analizar la interrelación entre producción, distribución y consumo de bienes y servicios en función del bienestar humano. Un “equipo económico” debe, por lo tanto, saber y hablar de algo más que empresas, industrias y exportaciones. Debe saber de derechos humanos, de equidad y de justicia social.

Volviendo a nuestros chavitos prietos y a los dólares, ¿qué vale más? ¿50 mil chavitos prietos o un billete de $100? Pasarle por el lado a la lata de los 50 mil chavitos para correr tras el billete no parece sabio. Riega la lata de chavitos por el piso y verás cómo corren y se expanden en muchos espacios para distribuir valor. Tira el billete de $100 al aire y sólo una mano lo agarrará. Una economista sabría esto. Un empresario lo pasaría por alto. Mientras nuestros gobiernos sigan corriendo tras los billetes de cien y se olviden de crear espacios para la acumulación de los chavitos que pueden crear y distribuir las comunidades, seguiremos siendo desiguales en una nación que se queda a medio caminar. 

Mientras el resto de nosotras y nosotros sigamos mirando pasivamente el vuelo de nuestro capital nacional y social en manos ajenas, no habrá un incentivo real para que el “equipo económico” gubernamental nos mire de verdad.

Lista de imágenes:

1. K. Mongiello, Pennies From Heaven, 2011.
2. Gerald Ferguson, 1,000,000 Pennies, 2011.
3. Joel Sartore, A Mound Of Pennies, 2012. 
4. Stacey Hylen, If You See a Penny, Do You Pick It Up?, 2012. 
5. Ben Brown, Penny Hands, 2012. 
6. Pennies From Heaven, an installation at the Blanton Museum of Art, Austin, 2008.