La peor crisis en nuestra Isla no es la económica, es la social. Sufrimos una grave crisis de valores. La situación ha llegado a un caso extremo y hay que trabajar en la solución a estos problemas de inmediato. Esto se puede conseguir a través de una educación apropiada, un proyecto educativo que llegue a una cantidad amplia de nuestra población. Educación en masa en el buen sentido del concepto. Un proyecto innovador que llegue a todo el mundo, que sea atractivo y que presente las posibles soluciones a los problemas sociales a los cuales el puertorriqueño común se enfrenta a diario.
Este proyecto, aunque complejo en su creación y funcionamiento, no sería la primera vez que se hace en Puerto Rico. Tenemos un precedente ejemplar y único: La División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO).
La División de Educación de la Comunidad fue un proyecto ideado a finales de la década del 40 del siglo pasado por Luis Muñoz Marín. La idea surgió del trabajo de educación en masa que se había llevado a cabo en la Farm Security Administration (FSA). Muñoz conocía y le interesaba poner en práctica ideas traídas del programa del “Nuevo Trato” del presidente Roosevelt. El dilema era cómo educar a una población casi analfabeta. Decidió utilizar los medios audiovisuales para llegar a este sector amplio de la población. Con este propósito reclutó personas que habían trabajado en la FSA y tenían experiencia en este tipo de trabajo. Los primeros fueron: Edwin Rosskam, Irene y Jack Delano. Años más tarde reclutaron a Fred Wales, quien también había trabajado en proyectos de desarrollo de grupos de acción comunitaria en los Estados Unidos.
La DIVEDCO no se crea de la noche a la mañana. Primero se dio un proceso que duró un poco más de dos años y medio. El trabajo que se llevó a cabo en la División de Cinema y Gráfica de la Comisión de Parques y Recreo, de diciembre de 1946 a julio de 1949, fue como un ensayo de lo que se proponían hacer cuando tuvieran más recursos y apoyo del gobierno. Un elemento que sobresalió en esta etapa inicial fue la evaluación que se llevó a cabo. Ante la creación de algo nuevo e innovador, se puede apreciar, en los informes que hacían, cómo evaluaban la efectividad de sus trabajos.
Esos primeros años en la División de Cinema y Gráfica de Parques y Recreo fueron vitales en el proceso de redacción de la ley que creó la DIVEDCO. Fue un periodo de aprendizaje para todas las personas envueltas. Esta experiencia quedó señalada en un informe de Rosskam, norteamericano que aprendió de la realidad puertorriqueña a medida que se desenvolvió en su trabajo diario. De esta experiencia inicial salieron algunos conceptos que fueron fundamentales en el tipo de trabajo que se llevó a cabo después en la DIVEDCO.
Uno de ellos, y quizás el más significativo, fue la necesidad de tener una comunicación directa con la gente. Esa comunicación con el público, a quien dirigían sus proyectos, fue esencial. Se dieron situaciones donde el público interpretó el material visual de manera diferente al propósito de la obra. Este fue el caso del cartel donde había un trabajador a la orilla de la finca. Para el artista representaba un trabajador más, pero al campesino le pareció un capataz, porque estaba parado al borde y sin doblar el lomo. La reacción a este cartel fue negativa.
Otro concepto que se estableció como prioritario fue la importancia de controlar la distribución del material que se producía: carteles, folletos, libros y películas. La experiencia que habían tenido con otras agencias a quienes les asignaron la distribución del material no fue positiva. Le dieron mucha importancia a esta tarea. Se llegó a crear una red de distribución y comunicaciones que terminaría conectada por representantes de la División, los organizadores de grupo, en todos los pueblos de Puerto Rico y gran parte de sus barrios. En fin, la idea era no delegar en otros, sino hacerlo ellos mismos. Esta actitud fue parte de la forma de trabajar en la DIVEDCO, que se caracterizó, entre muchas otras cosas, por su capacidad de llevar con eficacia sus proyectos en cada una de sus facetas, desde la producción inicial a la distribución y exhibición final.
Al principio reclutaron, en la medida que les fue posible, personas con experiencia en las disciplinas que iban a implementar. En el proceso de seleccionar el personal que iba a trabajar en la División, destacaron la importancia de reclutar personas capacitadas, con experiencia y conocimiento. Consiguieron artistas plásticos y escritores con esas cualidades; pero en cine tuvieron que desarrollar ese personal ya que no había muchos puertorriqueños con experiencia en la producción fílmica.
Un puesto al cual le dieron una importancia particular fue al del escritor principal. Buscaban “a man of really superior caliber and experience”, “a mature person of real creative ability”, “an independent researcher and an independent thinker”, “a man of high caliber (and therefore of moderately high salary)". No solamente destacaron las cualidades personales y profesionales que debía tener la persona sino que también destacaron la importancia de pagar un salario “moderadamente alto”. La persona seleccionada para ese puesto fue René Marqués, uno de los escritores puertorriqueños más importantes de su generación; quién trabajó en la DIVEDCO por 19 años.
Desde un principio en la División hicieron mucho con poco. Ante la escasez de recursos económicos se construía lo que hiciera falta. Equipo de cine que costaba $16,000 lo construían por $3,000; ese fue el caso de una consola de grabación de sonido. Durante los primeros años se hicieron algunas de las mejores películas de la DIVEDCO. Del 51 al 55 se produjeron películas reconocidas y premiadas en festivales internacionales de cine, tales como: “Los peloteros”, “Una voz en la montaña”, “El puente” y “Modesta”.
La cantidad de material que se produjo y el costo mínimo del mismo fue una nota destacada de estos primeros años. Al comparar el costo del material impreso y las películas producidas en la DIVEDCO con el costo de estos en el mercado local, el costo de la DIVEDCO fue mucho menor.
La División llegó prácticamente a todo Puerto Rico. Cientos de comunidades recibieron sus servicios a través de los organizadores de grupo, pieza clave y fundamental en todo este proceso. Se estableció una práctica de seleccionar los temas que iban a trabajar según las necesidades de las comunidades. El pueblo tenía una participación en este proceso. La selección de temas fue por años objeto de discusión. Sin embargo, la participación de las comunidades en estos proyectos se vio siempre como una necesidad. La comunicación directa con la gente era una prioridad. En las películas y los libros enfatizaban la importancia de la participación democrática, esto llegó a ser un tema recurrente en muchas películas de la División. La participación de la comunidad en los proyectos de la División se amplió a una donde los actores eran miembros de esa comunidad; dramatizaban situaciones cotidianas y de esta manera la identificación del pueblo con lo que veían en la pantalla era mayor, ya que se veían proyectados.
La década del 50 fue la de mayor productividad. En la DIVEDCO se desarrolla la serigrafía y “se instituye la tradición del cartel” puertorriqueño. Había cientos de organizadores de grupo que llegaban a los lugares más apartados de Puerto Rico. En algunos casos hubo personas que vieron cine por primera vez gracias a la DIVEDCO. Las publicaciones de la DIVEDCO (los almanaques, los libros del pueblo) llegaron a ser objetos comunes en muchas casas. Con el pasar del tiempo muchos de los carteles de esa década del 50 se convirtieron en piezas de coleccionista.
En todo este proceso se dieron serias contradicciones entre lo que se proyectaba y lo que hacía el gobierno. En la DIVEDCO le daban importancia a la familia, al amor a la tierra, y a los derechos de la mujer, por dar tres ejemplos, mientras el gobierno promulgaba la emigración a los Estados Unidos y la esterilización en masa de las mujeres puertorriqueñas.
* La segunda parte de "La DIVEDCO en el presente: una necesidad" se publicará el próximo lunes, 19 de mayo de 2014.
Lista de imágenes:
1. Vera Cortés, Cartel de Galería DIVEDCO para su 30 aniversario, mayo 1979.
2. José Meléndez Contreras, Cartel de Intolerancia, una película de DIVEDCO, ca. 1960.
3. Manuel Hernández Acevedo, Cartel para una Exposición de Desnudos de la DIVEDCO, agosto-septiembre de 1967.
4. José Meléndez Contreras, La DIVEDCO le desea Felicidades navideñas a la comunidad en 1968.