Carta desde el barrio Corcovada de Añasco: una perspectiva de la brecha digital en Puerto Rico

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Estimado lector, estimada lectora:
En un lugar muy apartado de la ciudad se encuentra el barrio Corcovada. Aunque hay que recorrer muchos kilómetros para llegar a éste, su situación no es muy distante de lo que ocurre en otras comunidades del centro de Puerto Rico. Visitar este barrio, ubicado entre San Sebastián, Añasco y Las Marías, me da la oportunidad de plantear a través de dicha experiencia la realidad que viven muchas personas de los sectores rurales del país: la brecha digital. Ésta es una problemática poco discutida que afecta a un gran número de puertorriqueños de la montaña, quienes por distintas circunstancias han quedado al margen de los avances tecnológicos y lo que esto representa. Es necesario destacar que este fenómeno, el de la brecha digital, es un tipo de marginalidad que limita hacer uso de la tecnología y priva a los ciudadanos de participar en la llamada “sociedad de la información”.  

Aunque estoy acostumbrado a conducir por curvas, tengo que admitir que el trayecto hacia este lugar, que queda a tres horas en carro de San Juan, fue complicado debido a las empinadas cuestas y las curvas cerradas, donde los llamados Sistemas de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés) no son muy efectivos. El motivo que me llevó a Corcovada fue visitar un Centro Tecnológico Comunitario (CTC), una iniciativa que adoptaron los residentes del lugar para proveerle a los vecinos del área acceso gratis a internet. El objetivo era reunirmecon la encargada del lugar para conocer detalles de la instalación, esto como parte de una investigación de tesis doctoral en historia en la que estaba trabajando y cuyo título es La sociedad de la información y las Comunidades Especiales en Puerto Rico: Nuevas dimensiones de la marginalidad digital, 2000-2010. La misma tenía como uno de sus enfoques explorar el tema de la sociedad de la información en la Isla y las dimensiones de la marginalidad digital.

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Durante la visita al centro de tecnología de la comunidad buscaba entender más a fondo uno de los planteamientos principales que había elaborado en la tesis; partía de la premisa que uno de los grupos más impactados por la brecha digital en Puerto Rico son los que residen en el área rural del país. Los hallazgos con los que me había encontrado durante el proceso de investigación destacaban que en la isla existen múltiples grupos que enfrentan la brecha digital, pero de todos uno de los que más resalta son aquellos que residen fuera de las áreas urbanas. Tal aseveración se sustenta en gran medida con un estudio publicado por Connect Puerto Rico en el año 2012 titulado “Puerto Rico Broadband Strategic Plan”, donde se menciona que la brecha digital en el país tiene prominencia en los pueblos con mayor rezago económico, pero también en los de la montaña. Asimismo, subraya la existencia de un vínculo entre pobreza y ruralía, donde la brecha digital es un 33% mayor en los pueblos del centro en comparación con el área metropolitana.

La selección de Corcovada se debió a que este barrio estaba dentro de los criterios característicos de un sector marginal desde una perspectiva digital, conforme al estudio mencionado anteriormente. En ese sentido, decidí tomarlo como un caso a investigar conjuntamente a otras comunidades de Isabela y San Germán, ya que podría arrojar información sobre las disparidades tecnológicas que sufren tales regiones en el uso del internet. En gran medida éstas compartían una de las razones principales establecidas para que se presentara la brecha digital; la ausencia de una infraestructura tecnológica adecuada, junto a diversos factores geográficos. Es preciso señalar que esta realidad no es única de Puerto Rico, ya que en diversos países los problemas de la brecha digital también se presentan más o son notables en los sectores rurales. Diversos académicos tienden a señalar que el fenómeno de la sociedad de la información y las nuevas tecnologías pertenece primordialmente a las áreas urbanas por ser éstas las que primero reciben los avances relacionados a dicho suceso. Asimismo, se expone que en todos los países existen, en mayor o menor grado, unos bolsillos de marginación digital, donde la brecha tiene mayor presencia que en el resto de la sociedad, como en este caso lo ejemplifica el barrio Corcovada.  

Durante el tiempo que pasé en el CTC, cuya iniciativa se originó con el Proyecto de las Comunidades Especiales en el año 2000 (como un esfuerzo del gobierno para atender las necesidades de tecnología de las comunidades más empobrecidas), entendí que tal acción no sólo se dirigía a ofrecer internet gratis. Al explorar de cerca qué era lo que se realizaba en este barrio de Añasco, donde había un salón equipado con computadoras y servicio de internet, descubrí que había una finalidad más amplia. El centro tecnológico funcionaba como un espacio de encuentro de la comunidad, donde se generaban otra serie de actividades de carácter social y educativo.

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Los residentes del barrio Córdova no veían las nuevas tecnologías solo como un medio que consiste meramente en acceder a una computadora, sino también como una oportunidad de integrarse a lo que ocurría en el resto del país, así como un lugar de reunión para atender otras problemáticas del barrio. Por ejemplo, algunos de los servicios que se obtenían en el CTC era aprender a hacer búsquedas por internet, comunicarse con familiares en el extranjero utilizando plataformas de la web y completar las asignaciones para la escuela, entre otros. Esto trae a colación que la brecha digital no sólo se trata de poseer una computadora con internet, sino que es un fenómeno que impacta la relación de la gente con lo que sucede a su alrededor, algo que se afecta cuando hay un acceso desigual a la tecnología.

En la ruta de regreso, luego de compartir una tarde con las personas de la montaña, pude reflexionar sobre lo que representa la brecha digital reafirmándome en que esta disparidad es un fenómeno atado a la marginalidad. En ese sentido, entendí que es necesario comenzar a ver dicho problema como uno que tiene profundas repercusiones en la sociedad de la información; en la educación, el desarrollo personal, la participación ciudadana, entre otros. Hay que recordar que a través de la historia el acceso a la información y, por ende, al conocimiento, ha sido un privilegio de los grupos socioeconómicos aventajados, algo que en la actualidad no ha cambiado del todo cuando vemos que las tecnologías continúan siendo un recurso del que disfrutan algunos sectores. También, es importante comenzar a tomar conciencia de que al hablar de brecha digital en el contexto del siglo XXI, se debe destacar que es algo más allá de sólo poseer una computadora con acceso al internet.

En tanto, una de las preguntas que me hice de camino a San Juan fue: ¿por qué es importante participar en la sociedad de la información y hacer uso de las tecnologías? Luego de pasar una tarde en Corcovada me vi en la necesidad de reflexionar que la falta de destrezas en aspectos básicos de la tecnología y áreas relacionadas tales como utilizar el correo electrónico, navegar en la Internet o hacer uso del teclado, es una limitación que puede llevar a que personas queden excluidas de participar en una sociedad —más cuando vivimos en una centrada en la información digital. Además, hay que puntualizar que aunque en un país existan grandes recursos tecnológicos, siempre habrá sectores de marginación digital aislados que no podrán expresarse sobre los problemas que los afectan por estar sujetos a las limitaciones que plantea la brecha digital.

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Otra pregunta que surgió a partir de esta experiencia fue: ¿cuándo es que deja de existir la brecha digital? Entre los cuestionamientos que analicé se encuentran: ¿se elimina dicha brecha cuando una persona accede a un teléfono con internet, “teléfono inteligente”, o una tableta con movilidad? Preguntas como estas han sido discutidas entre investigadores del tema, quienes han encontrado que las funciones que se pueden realizar desde una computadora, en su mayoría, no son las mismas que las de un “Smartphone”. Una de las posturas con la que coincido es que los teléfonos no sustituyen un acceso a plenitud al mundo digital. De igual manera, una perspectiva que ayuda a tener un concepto sobre qué es la brecha digital, y aclara el asunto, es pensar que ésta se compone de tres fases: el acceso; la creación de información y el uso de la información. En ese sentido, para sobrepasar las limitaciones de la brecha digital es necesario superar tales fases que difícilmente se puede hacer desde un teléfono inteligente.  

En la etapa final del viaje pude llegar a dos conclusiones basadas en la visita a Corcovada y su relación con la brecha digital. La primera fue que, al indagar sobre qué específicamente provoca este fenómeno y por qué afecta en gran medida a los residentes de las áreas rurales, hay que concluir que, en su mayoría, todo se reduce a razones socioeconómicas, demográficas o de limitaciones en la infraestructura. Ante tal realidad, ya no se puede ver la brecha digital solo como un problema de tecnología, sino como un problema más generado por la marginalidad. Por lo tanto, uno de los aspectos a destacar es que, si se quiere fortalecer la participación de los ciudadanos en el uso de las tecnologías, es necesario atender de forma proactiva los aspectos relacionados a la pobreza, educación e infraestructura tecnológica.

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Dichos problemas, que son los que enfrentan gran parte de los pueblos del centro de la isla, son los que limitan a los mismos de participar de la sociedad de la información. Aunque se han creado distintas leyes y proyectos como los CTC para fomentar el uso de la tecnología, el país sí ha carecido de una discusión amplia de lo que representa la sociedad de la información. Es decir, en Puerto Rico no se ha podido articular una política pública clara sobre el problema de la brecha digital y la marginalidad, realidad que posiblemente haya incidido en que no exista un plan preciso a largo plazo sobre cómo sacar ventajas de la tecnología y la sociedad de la información.

En tanto, la segunda conclusión que surgió de esta travesía es que las tecnologías deben ser vistas como una parte integral de la sociedad, y que las mismas son fundamentales para el desarrollo, ya que están modificado la interacción que tienen los ciudadanos con las empresas, los gobiernos, el trabajo, la educación y los demás componentes sociales. Asimismo, es pertinente acentuar que para que un país pueda obtener todos los beneficios que se le adjudican a la tecnología y logre ser competitivo en un mundo dominado por la sociedad de la información, hay que tomar acciones concretas y proactivas para reducir la brecha digital en cada parte de la isla. Es decir, cuando hay desigualdad en el uso de las tecnologías, existe el potencial de crear nuevas formas de marginación, las cuales generalmente impactan a los grupos más vulnerables como los que residen en barrios como Corcovada.

 


Lista de imágenes:

1-5. Kamil Kotarba, de la serie Hide and Seek, 2015.


 

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