Resumen
El presente ensayo (dividido en dos partes) trata acerca de lo que es el concepto de la identidad y su relación con los procesos de selección de carrera de los jóvenes. En esta primera parte, se elaborará la temática tomando en consideración dos aspectos esenciales: 1) el abordaje de la identidad a la luz de los conceptos teóricos y marcos investigativos encontrados en la literatura y 2) la conexión que estos imparten al concepto de la identidad con la selección ocupacional. El acercamiento que tendrá este tema será a través de la teoría de desarrollo humano de Erikson y las teorías de desarrollo ocupacional de Super y Holland. Se muestra, a través de estos acercamientos teóricos y de las investigaciones realizadas, la problemática de estudiantes indecisos vocacionalmente en definir quiénes son y lo que quieren hacer con sus vidas a largo y corto plazo. Estas dificultades en sus procesos de formación de identidad les causan mayor dificultad en escoger una carrera. En la segunda parte, la autora de este ensayo presenta sus experiencias ejerciendo la profesión de la consejería y explica la importancia de ayudar a los estudiantes a definir su identidad y a trabajar con su autoconocimiento ya que esto les facilitará la selección de carrera. Finalmente, discutirá las conclusiones, las recomendaciones, las implicaciones educativas y su impacto en la práctica de la consejería.
Marco teórico
El tema de la identidad ha estado bajo escrutinio científico desde hace ya más de cinco décadas, desde que Erik Erikson publicó Childhood and Society en 1950 (Schwartz, 2007). Este autor ha sido uno de los que más ha escrito acerca del desarrollo de la identidad a través del ciclo de vida, con particular énfasis en la adolescencia y la juventud. Erikson considera el desarrollo humano como el paso por una serie de etapas interdependientes. Sostiene que todas las personas atraviesan, a lo largo de su vida, por ocho fases a las que llamó "etapas de crisis", ya que en cada una confrontarán tareas de desarrollo, resultando en diversas crisis. La superación o logro de una etapa dependerá de la solución exitosa de la etapa anterior. Las primeras cinco etapas son experimentadas durante los primeros 20 años de vida. Cada una es identificada por posibles resultados positivos o negativos o cualidades del ego del indicativo de la crisis psicosocial de la etapa. Estas etapas se desglosan a continuación:
1. confianza versus desconfianza (infancia: de 0 a 18 meses)
2. autonomía versus vergüenza y duda (niñez temprana y tardía: de 18 meses a 3 años)
3. iniciativa versus culpa (niñez tardía y preescolar: de 3 a 6 años)
4. industriosidad versus inferioridad (de 6 a 12 años)
5. identidad versus confusión de identidad o de roles (adolescente y joven adulto: de 12 a 21 años)
6. intimidad versus aislamiento o soledad (adulto joven y adulto medio)
7. generatividad o estancamiento (adulto medio y adulto maduro)
8. integración o desesperación (envejeciente).
Erikson (1968) predijo que la no resolución de una crisis traerá dificultad en la resolución de cada crisis sucesiva, por consiguiente, disminuirá la oportunidad de la calidad de un ego positivo en cada etapa. El paso exitoso por cada etapa culminará en el logro de un sentido de autodefinición y un sentido interno de estabilidad. Según la Teoría de desarrollo psicosocial de Erikson (1968), el concepto de formación de identidad se refiere a las etapas de desarrollo por las que pasa una persona para poder definir quién es y cómo piensa y siente respecto de sí mismo y del entorno que le rodea. Erikson ubicó el desarrollo de la identidad de los adolescentes y jóvenes en la etapa, que él denominó como "identidad versus confusión de identidad o de roles", la cual se extiende desde los 12 hasta los 21 años. A través de sus experiencias, los adolescentes y los jóvenes exploran su sentido del yo y forman sus opiniones e ideas separadas de las de sus padres. Esta situación auspicia el desarrollo de identidad que Erikson (1980) describió como una de las tareas de desarrollo psicosocial.
Según este autor, el mayor reto que deben enfrentar los adolescentes es el establecimiento de su identidad. Durante este periodo los adolescentes exploran sus valores personales, sus metas, sus intereses y el mundo que los rodea para formar una estructura interna, a través de la cual ellos pueden entenderse a sí mismos como individuos y como parte integral de las comunidades en las que viven (Marcia, 1966; Blos, 1979). El proceso de desarrollo de identidad, de acuerdo a Erikson (1968), ocurre a través de la exploración personal en dominios filosóficos, religiosos, políticos, vocacionales e interpersonales. Rovira (1997), en su libro acerca del tema del desarrollo humano, describió esta etapa como una en la que es necesario que el ambiente le reconozca al joven su necesidad de autonomía y valide su personalidad, para que emerja un desarrollo de identidad saludable. Con el término "ambiente", Rovira (1997) se refiere a todo el ambiente social que rodea al joven, como su comunicación con los padres y otras figuras significativas. También se refiere a los maestros en la escuela, a sus amigos, entre otros. Rovira (1997) señala que si en esa etapa el joven no desarrolla una identidad saludable, desarrollará una incapacidad para mantener una estabilidad en los roles sexuales, educativos y ocupacionales. Explica, también, que esto a su vez lo llevará a una confusión de roles e indefinición de su personalidad.
Marcia (1966) reelabora los postulados de Erikson (1968) y define la identidad como una organización interna, autoconstruida, dinámica de impulsos, habilidades, creencias e historia individual. Operacionaliza y adapta la quinta etapa de la teoría de Erikson mediante dimensiones del grado de exploración personal y el compromiso. En esta conceptualización, cuatro categorías de la resolución de la tarea de desarrollo de identidad son propuestas, cada una definida por un estatus de identidad diferente:
1. Difusión - En esta etapa la persona no explora ni cuestiona sus actitudes y opiniones sobre asuntos como la religión, los roles de géneros, la política, las dinámicas de las relaciones interpersonales y las actividades procreativas. No se ha comprometido con el desarrollo de valores personales, creencias y metas.
2. Exclusión - Los individuos, en esta fase, usualmente hacen un compromiso basado en las elecciones de otras personas, adoptando típicamente las visiones y actitudes de sus padres y de otras figuras significativas, sin ningún tipo de deliberación y exploración.
3. Moratoria - Los que están atravesando esta etapa exploran posibilidades y opciones, pero no han decidido lo que es correcto para ellos.
4. Logro – Aquellos que se encuentran en esta etapa han superado la fase anterior y han hecho compromisos estables basados en su sentido de identidad.
Marcia y Erikson reconocen la identidad como un constructo que está estrechamente relacionado con la selección ocupacional. Según Marcia y asociados, los jóvenes que se encuentran en las primeras etapas o dimensiones denominadas como "difusión y exclusión" tienen dificultades con el desarrollo de la identidad y, por ende, tendrán dificultades en la selección ocupacional, entre otras áreas de su vida. (Marcia, Waterman, Matteson, Archer y Orlosky, 2011).
A tono con la visión de Erikson y Marcia, se encuentra la Teoría de desarrollo vocacional de Donald Super (1953, 1988), que concibe la identidad de un individuo como el concepto que este va formando de sí mismo (autoconcepto) a través de diversas etapas de desarrollo ocupacional. Según Super (1957), para poder ayudar a una persona en el momento de su selección ocupacional es necesario conocer su ciclo vital. Desde su infancia, cada persona comienza un periodo de autodiferenciación progresiva, de lo cual se originará la formulación de su propio autoconcepto. En la adolescencia el autoconcepto se va concretando, por ello el joven se va inclinando más hacia unas actividades que a otras. Cuando llega el momento de hacer una elección ocupacional, escogerá aquella ocupación que le permita explotar sus potencialidades y hacer realidad lo que piensa de sí mismo. En la elección ocupacional intentará implantar la concepción que tiene de quién es, de sus destrezas, habilidades, intereses, debilidades y áreas de conflicto. A este proceso, Super lo llamó "desarrollo del concepto de sí mismo".
Los individuos maduran el concepto que tienen de sí mismos a medida que avanzan en edad cronológica. El grado de claridad en la idea que las personas tengan de sí mismas influirá su conducta ocupacional. Si las personas llevan a cabo las tareas esperadas para su edad, estarán manifestando conducta ocupacional madura (Alvarado y Acevedo, 2004). Super (1957) planteó cuatro etapas de desarrollo ocupacional:
1. Crecimiento - Comprende el periodo desde el nacimiento hasta los catorce años. En esta etapa los niños se mueven de una visión fantasiosa acerca de sí mismos y el mundo, a la clarificación de sus capacidades, e inician el proceso de selección tentativa de lo que será su elección ocupacional.
2. Exploración - Cubre el periodo entre los 15 y 24 años. Esta etapa se caracteriza por una profunda introspección, la confirmación y confrontación de lo descubierto en la etapa anterior, con la realidad y la definición de una elección de carrera. Esta, a su vez, se subdivide en tres fases:
a. Tentativa - Se extiende de los 15 a los 17 años. El joven integra aspectos antes descubiertos, tales como: habilidades, intereses y valores. En esta fase el desarrollo vocacional consiste de dos procesos: elaborar una imagen del tipo de persona que el individuo piensa que es y tratar de hacer ese concepto una realidad, a través de la elección de una ocupación.
b. Transición - Comprende de los 18 a 21 años de edad. El joven ingresa en la universidad, asume el rol de joven adulto y deja atrás la adolescencia.
c. Ensayo - Comprende de los 22 a 24 años. Comienza a pensar en su trabajo y a realizar sus primeros intentos de búsqueda de empleo.
3. Establecimiento - Cubre el periodo desde los 25 a los 45 años. La persona experimenta estabilidad al definir y especializar su selección ocupacional en un empleo. Progresa en el mismo y consolidad su decisión. Si no se experimenta consolidación, experimentará un sentido de frustración.
4. Mantenimiento - Cubre el periodo desde los 45 a los 60 años. El individuo se torna más flexible e innovador para mantenerse al día en su ocupación, o se estanca y convierte su quehacer ocupacional en uno rutinario.
5. Declinación - Cubre el periodo desde los 60 años hasta la muerte. Las condiciones físicas e intelectuales empiezan a decaer en la persona. Surgen nuevos roles, algunos se jubilan y se dedican más a la familia y al hogar.
Super (1980) identificó cuatro patrones de conducta que distinguen el comportamiento de las personas en el ámbito ocupacional. Estos son:
1. Estable – Comienzan a practicar una ocupación temprano en su vida y continúan progresando en ella hasta el retiro.
2. Convencional – Seleccionan y practican una variedad de ocupaciones hasta encontrar aquella en la cual se estabilizan hasta el retiro.
3. Inestable – Realizan muchos intentos y creen experimentar estabilidad en cada elección ocupacional.
4. Múltiple – Se mantienen realizando cambios constantes a través de toda su vida productiva.
Según Alvarado y Acevedo (2004), la formación del autoconcepto postulado en esta teoría constituye la idea más importante al momento de conceptualizar el proceso de consejería para promover la satisfacción y el éxito ocupacional. Las personas, aunque limitadas por factores como son la herencia y el nivel socioeconómico, tienen la capacidad de organizar la idea que tienen de sí, al compararse con otros y al comprender la organización de características que conforman su personalidad (Alvarado y Acevedo, 2004). De acuerdo con este modelo teórico, uno de los roles del profesional de la consejería consiste en propiciar la madurez ocupacional de las personas, independientemente de la edad cronológica en la que se encuentren. Durante las diferentes etapas antes mencionadas se espera que las personas ganen conciencia de quiénes son, adquieran información acerca del mundo ocupacional y se muevan hacia la toma de decisiones lo más informadas posibles (Alvarado y Acevedo, 2004). Cuando un individuo escoge una ocupación está seleccionando un rol que cree que le permitirá ser y desarrollar su identidad o autoconcepto (Super, 1988). Entre más definida tengan las personas su identidad o autoconcepto, más fluido será su proceso de selección ocupacional.
Holland (1985), creador de la Teoría tipológica de selección ocupacional, otorga énfasis a la importancia que tienen el autoconocimiento y el desarrollo de la identidad en la selección ocupacional. Creó un sistema basado en dos principios básicos: 1) la elección ocupacional constituye un intento de las personas por expresar su personalidad y 2) los individuos tienden a seleccionar carreras en las que puedan ejercitar sus destrezas, habilidades, actitudes, valores y sus características de personalidad en general. Para este autor, entre mayor congruencia haya entre lo que la persona es y la ocupación que ejerza, mayores posibilidades hay de que pueda lograr satisfacción en el ejercicio de dicha carrera. Según este acercamiento, si las personas no tienen claro quiénes son (identidad) y no se conocen a sí mismas, tendrán dificultad en la selección ocupacional.
Evidencia empírica referente al desarrollo de la identidad y la decisión ocupacional
La relación entre el desarrollo de identidad y los procesos de decisión ocupacional no solo ha sido propuesta en la literatura teórica, sino también a través de diversas investigaciones. La mayoría de los estudios realizados asocian la identidad y el desarrollo de carrera enfocándose en la quinta etapa, "identidad versus confusión de identidad", propuesta por Erikson (Blustein, Devenis y Kidney, 1989; Blustein, Ellis y Devenis, 1989; Blustein y Phillips, 1990; Marcia, 1980; Vondracek, 1994). El desarrollo de identidad ha sido relacionado a la selección de carrera por estos estudios, ya que demuestran que aquellas personas que tienen una formación de identidad más pobre tienen mayor indecisión ocupacional (Holland, Gottfredson y Power, 1980). Otras investigaciones han demostrado asociación positiva entre el compromiso vocacional y el desarrollo de identidad del ego (Blustein, Devenis y Kidney, 1989; Grotevant y Thorbecke, 1982; Lucas, 1997).
Guerra y Braungart-Rieker (1999) estudiaron la formación de identidad y factores de relación parental como predictores de la indecisión de carrera en estudiantes universitarios. Los resultados de esta investigación revelaron que aquellos estudiantes que puntuaron más alto en las subescalas de identidad pobre (las de moratoria y difusión), que experimentaron poca motivación para el desarrollo de independencia por parte de sus madres y que estaban clasificados en los primeros años universitarios expresaron más indecisión ocupacional. Según este estudio, las variables de aceptación del padre, de aceptación de la madre y la motivación del padre hacia la independencia no fueron factores que contribuyeron a la indecisión ocupacional.
Cabe destacar que estos investigadores midieron la variable de formación de identidad a través de un instrumento llamado Extended Objective Measure of Ego Identity Status (EOMEIS). Este fue desarrollado por Bennion y Adams (1986) y consiste de un cuestionario de 64 reactivos basado en la Teoría de Desarrollo Psicosocial de Erikson (1959) y en la descripción de Marcia (1966) de las categorías de estatus de identidad. Por lo demostrado previamente, el EOMEIS evalúa las cuatro categorías de la identidad ideológica del individuo, que incluyen: las visiones acerca de la selección ocupacional, religión, política y filosofía; y la identidad interpersonal del individuo, que define los roles de género, relaciones de amistad y de noviazgo.
Otros investigadores que trabajaron con el tema de la formación de identidad y la indecisión ocupacional fueron Cohen, Chartrand y Jowdy (1995). Estos compararon cuatro grupos de estudiantes universitarios con diversos tipos de indecisión ocupacional y cómo se comportaban con respecto a su desarrollo de identidad. Los autores encontraron diferencias significativas en niveles del desarrollo de identidad entre los grupos en la dirección esperada. Se encontró que los grupos con mayor indecisión vocacional mostraron menos resolución de identidad.
Otra autora que estudió la relación entre la formación de identidad y la selección ocupacional fue Lucas (1997). Esta exploró las relaciones entre el grado de desarrollo de identidad (estatus de identidad de moratoria y logro), el grado de desarrollo de carreras y la separación psicológica de los padres entre estudiantes universitarios. Se exploraron las posibles similaridades y diferencias de sexo. Se encontró una relación significativa entre el desarrollo de carreras y el grado de exploración de identidad para ambos géneros. La independencia conflictual de los padres predijo el grado de exploración de identidad en los varones de la muestra. En el caso de las féminas, la independencia actitudinal predijo el grado del compromiso de identidad negativamente.
Gordon e Ikenberry-Kline (1989) realizaron un estudio con el propósito de examinar las necesidades de asesoría y consejería de los estudiantes indecisos y de los estudiantes decididos con relación a cada uno de los estatus de identidad postulados por Marcia (1966). Tal como lo anticiparon las investigadoras, los estudiantes indecisos de la muestra obtuvieron puntuaciones significativamente mayores en el estatus de moratoria, que aquellos que no tenían indecisión vocacional. El estatus de moratoria es un estado de exploración caracterizado por la falta de compromiso; es comprensible que muchos estudiantes indecisos se encuentren en ese estatus. Como se esperaba, los estudiantes que habían hecho una selección de carrera obtuvieron puntuaciones significativamente mayores que los indecisos en el estatus de logro de identidad. Esto implica que es más probable que los estudiantes decididos experimenten un proceso de exploración como requisito para alcanzar el estatus de identidad de logro.
Otros artículos de investigación más recientes respecto al tema siguen la misma tendencia de los estudios antes mencionados. Tesouro Cid y asociados (2013) estudiaron cómo los adolescentes construyen su propia identidad a la luz de las teorías de Erikson (1959) y Marcia (1966). Los resultados obtenidos apoyan la consideración de la adolescencia como un periodo clave en el proceso de la formación de la identidad. Concluyeron que este proceso en la adolescencia no es lineal, ya que la mayoría de los participantes mostraron estatus diferentes de identidad en función de las diversas dimensiones que se analizaban: política, ocupacional, religiosa, entre otras. Otra investigación reciente es la de Kosine, Steger y Duncan (2008), la cual resalta la importancia que tiene la formación de identidad en la elección de carrera y la satisfacción laboral. Gushue, Clarke, Pantezer y Scalan (2006) en un estudio similar, realizado con una muestra de 128 estudiantes latinos, también demostraron la relación entre la selección ocupacional y los procesos de identidad vocacional.
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Lista de imágenes:
1-6. IE Design, campaña para servicios de carrera y ubicación de Aston University, 2014.
7. imagen de video de CH2M en Gradcracker, 2016.