Para llegar a Brasil: un puertorriqueño en Brasil

Ser un puertorriqueño en Brasil es ser un desconocido. El desconocimiento va desde no saber dónde estamos ubicados en el mapa, pasando por variadas interpretaciones de nuestra situación política, hasta preguntar directamente qué hay aquí y quiénes somos. Una reacción común al saber que uno es de Puerto Rico es la siguiente: “Aaahhh, Porto Rico…”. Esas palabras van acompañadas de un semblante que desea transmitir que conoce nuestro país, pero delata extrañamiento y confusión. Lo más común es que confundan Puerto Rico con Costa Rica. La equivocación con el país centroamericano es constante. Había quienes rápidamente me felicitaban por los triunfo

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Ser un puertorriqueño en Brasil es ser un desconocido. El desconocimiento va desde no saber dónde estamos ubicados en el mapa, pasando por variadas interpretaciones de nuestra situación política, hasta preguntar directamente qué hay aquí y quiénes somos. Una reacción común al saber que uno es de Puerto Rico es la siguiente: “Aaahhh, Porto Rico…”. Esas palabras van acompañadas de un semblante que desea transmitir que conoce nuestro país, pero delata extrañamiento y confusión. Lo más común es que confundan Puerto Rico con Costa Rica. La equivocación con el país centroamericano es constante. Había quienes rápidamente me felicitaban por los triunfos de la selección de fútbol de Costa Rica sobre Uruguay e Italia. Otros alternaban entre llamarme costarricense y puertorriqueño. Algunos hasta pensaban que eran lo mismo. Esto deja ver no solo las similitudes entre los nombres de ambos países, sino el desconocimiento general que hay en Brasil sobre Hispanoamérica, aparte de los vecinos más cercanos. Aunque lo mismo se puede decir aquí sobre buena parte de los diecinueve países de habla castellana en tierras americanas.

Otra reacción puede ser el estereotipo. Puerto Rico es música, playas y mujeres hermosas, pero poco conocen de instrumentistas o cantantes específicos. Varios solamente me dicen que saben que tenemos buenos músicos; algunos conocen a Menudo, a Jennifer López, a Ricky Martin, a Marc Anthony o la salsa en general, no mucho más. Una alegría al menos: nadie hizo referencia al reguetón. En la nordestina ciudad de Fortaleza pregunté a una joven pareja si conocían ese ritmo y me dijeron que no. De hecho, no escuché reguetón en ninguna ciudad. Esto añadió a la experiencia de alejarse del país y me alegré por ellos y por nosotros. Esto no quiere decir que no tengan música con letras tan degradantes como las de muchos reguetoneros; el "funk" o "funk carioca" es el mejor ejemplo, pero no deseo que esa sea nuestra carta de presentación.

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En el campo del idioma, las similitudes son mucho mayores. El portugués es la lengua más cercana al castellano. Muchísimas palabras son básicamente las mismas, otras varían muy poco, y si las pronunciamos con lentitud, fácilmente nos entendemos. Los vocablos europeos aquí nos acercan más que alejarnos. Sin embargo, tanto diferencias como similitudes encienden la curiosidad de unos por los otros e inician conversaciones de las que ambos lados salimos menos ignorantes que al comienzo. De eso se trata, no tanto de lo que no sabemos, sino de lo que estamos dispuestos a conocer.

Dejo atrás la gigantesca isla que es Brasil en Suramérica, la veo reducir su tamaño en la ventana del avión, y me acerco a la pequeña isla de Puerto Rico, la cual aumenta sus dimensiones con cada parpadeo. Tal vez porque somos latinoamericanos -misturas de ibéricos, africanos e indígenas en América- o quizás debido a que somos seres humanos, brasileños y puertorriqueños no somos tan distintos. Nos preocupan nuestros países, nos autocriticamos, nos reímos de nosotros mismos, festejamos casi toda fecha y, de alguna manera, sonreímos ante la adversidad. Los detalles nos separan; la humanidad nos hermana. 


Lista de imágenes:

1. Ben Young, "Deserted", 2014.
2. Ben Young, "The Observer", 2014.


 

s de la selección de fútbol de Costa Rica sobre Uruguay e Italia. Otros alternaban entre llamarme costarricense y puertorriqueño. Algunos hasta pensaban que eran lo mismo. Esto deja ver no solo las similitudes entre los nombres de ambos países, sino el desconocimiento general que hay en Brasil sobre Hispanoamérica, aparte de los vecinos más cercanos. Aunque lo mismo se puede decir aquí sobre buena parte de los diecinueve países de habla castellana en tierras americanas. Otra reacción puede ser el estereotipo. Puerto Rico es música, playas y mujeres hermosas, pero poco conocen de instrumentistas o cantantes específicos. Varios solamente me dicen que saben que tenemos buenos músicos; algunos conocen a Menudo, a Jennifer López, a Ricky Martin, a Marc Anthony o la salsa en general, no mucho más. Una alegría al menos: nadie hizo referencia al reguetón. En la nordestina ciudad de Fortaleza pregunté a una joven pareja si conocían ese ritmo y me dijeron que no. De hecho, no escuché reguetón en ninguna ciudad. Esto añadió a la experiencia de alejarse del país y me alegré por ellos y por nosotros. Esto no quiere decir que no tengan música con letras tan degradantes como las de muchos reguetoneros; el "funk" o "funk carioca" es el mejor ejemplo, pero no deseo que esa sea nuestra carta de presentación. En el campo del idioma, las similitudes son mucho mayores. El portugués es la lengua más cercana al castellano. Muchísimas palabras son básicamente las mismas, otras varían muy poco, y si las pronunciamos con lentitud, fácilmente nos entendemos. Los vocablos europeos aquí nos acercan más que alejarnos. Sin embargo, tanto diferencias como similitudes encienden la curiosidad de unos por los otros e inician conversaciones de las que ambos lados salimos menos ignorantes que al comienzo. De eso se trata, no tanto de lo que no sabemos, sino de lo que estamos dispuestos a conocer. Dejo atrás la gigantesca isla que es Brasil en Suramérica, la veo reducir su tamaño en la ventana del avión, y me acerco a la pequeña isla de Puerto Rico, la cual aumenta sus dimensiones con cada parpadeo. Tal vez porque somos latinoamericanos -misturas de ibéricos, africanos e indígenas en América- o quizás debido a que somos seres humanos, brasileños y puertorriqueños no somos tan distintos. Nos preocupan nuestros países, nos autocriticamos, nos reímos de nosotros mismos, festejamos casi toda fecha y, de alguna manera, sonreímos ante la adversidad. Los detalles nos separan; la humanidad nos hermana. Lista de imágenes: 1. Ben Young, "Deserted", 2014. 2. Ben Young, "The Observer", 2014.