Esclavitud y coloniaje en Puerto Rico: reflexión inconclusa

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El tránsito desde el comunismo primitivo hasta el capitalismo salvaje encubre la esclavitud contemporánea. No es objeto del presente narrar la historia de ese tránsito. Es importante sin embargo tener claro que ocurrió.

Muchos autores contemporáneos elaboran tratados en torno al trabajo como eje de la discusión sobre el cambio. La definición del término no siempre es homogénea sin embargo ocupa un sitial importante en la discusión. Utilizando esto como excusa, respondo a la invitación que se me hiciera a comentar sobre el tema de la esclavitud.

El cambio en los modos de producción generó la transformación en el tipo de sociedad. La sofisticación del trabajo y las herramientas posibilitó la ampliación del conocimiento y las diversas maneras de transformar  la naturaleza, (Engels, 1895). Sin duda el intercambio, (dialéctica) entre estos factores produce un nuevo y redefinido ser constantemente. La historia de la humanidad a partir de lo anterior ocurre desde la sociedad del comunismo primitivo, a la sociedad esclavista, a la sociedad feudal y finalmente a la sociedad capitalista; cada una con sus expresiones y particularidades.

Con el advenimiento de la sociedad esclavista se reconoce el surgimiento de la primera sociedad con clases sociales antagónicas, (amos y esclavos). Desde entonces la lucha de clases antagónicas será el motor de la historia, (Marx, & Engels 1848). Estas clases más allá de la llamada estratificación social representan el que una se apropie de la fuerza de trabajo de la otra, (plusvalía y el plus producto). A partir de esa fisura en clases sociales desde entonces por definición el amo, el Sr. Feudal y el burgués hacen lo propio, se apropian de la fuerza de trabajo de su contraparte; esclavo, siervo y proletario respectivamente. Es ahí precisamente donde radica su antagonismo, sus intereses antagónicos.

En Puerto Rico este proceso ocurre con similitudes y diferencias a partir de la llegada de los españoles. Los nativos fueron esclavizados y exterminados a nombre de la evangelización. Otros esclavos fueron traídos a América por España desde el continente africano. Desde su llegada la experiencia de vida en Puerto Rico es la experiencia colonial, la dominación por alguna nación foránea. A finales del siglo XIX como consecuencia de la resistencia esclava y combatividad de una organización internacional fundamentalmente caribeña entre otros factores se “abolió” la esclavitud y permaneció una sociedad agraria con matices esclavistas y feudales.Con la expansión capitalista los Estados Unidos de América tomaban por la fuerza la isla. España la entregó como “botín de guerra” a raíz de la “guerra hispanoamericana, (Maldonado Dennis, 1970).

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Somos desde siempre una sociedad colonizada con los problemas inherentes a ella. El asunto de la identidad nacional en ese contexto señala, advierte y reconoce a toda una sociedad sometidaal criterio del otro imperial. Fuimos sometidos inicialmente con la espada y con la palabra, luego con las armas y el dólar. Construyeron un mundo totalmente definido desde y hacia la dominación, donde los actores nativos asumimos, hicimos nuestra esa definición, ese discurso dominante.

Naturalizamos la explotación y la sumisión, la subordinación por vía de un nuevo lenguaje que cambió totalmente nuestro entendimiento y significado de la existencia. Desde entonces hemos sido dominados, subordinados y deformados al antojo de ese otro imperial. “Reproducir la lógica del capital en el terreno de la subjetividad y las relaciones humanas”, dice Rivera Lugo (2004),” inevitablemente, estabiliza y normaliza una manera de vivir en perjuicio de otras.”

La economía de la isla ha sido definida a la usanza y necesidades del invasor en momentos históricos particulares. El capitalismo de nuestros días (globalización, neoliberalismo) produce inestabilidad a nivel de los grandes intereses del mundo. En la práctica produce un achicamiento de las burguesías nacionales creando las nuevas burguesías transnacionales. El efecto de esta estructura es provocar el distanciamiento de las clases eliminando aquellas capas medias que entonces servían de amortiguadores a nivel económico y social. El capital cierra su ciclo cada vez en menos tiempo provocando las crisis financieras cada vez más cercanas.

Los mercados bursátiles producen una realidad económica que prescinde del empleo de los trabajadores otrora montado por las estructuras del Taylorismo y el Fordismo. Un escenario laboral totalmente desfigurado y empobrecido por la dinámica del subempleo y pauperización de los sectores trabajadores. En fin un escenario económico que produce ganancia sin el “innecesario” empleo o trabajo. Los inversores y la banca producen una economía aparentemente en crisis pagada cada vez más por los que ostentan “privilegiadamente” un empleo.

Hoy el planeta está sumido en una “crisis” donde “todo” se controla desde las manos de las nuevas y consolidadas burguesías transnacionales. La depreciación de las monedas, depresiones, inflaciones en fin todo el desmadre económico mundial opera desde las entrañas de una madeja de banqueros e inversores que logran que finalmente lo paguemos los trabajadores asalariados principalmente. Maynard Keynes, predecía esta catástrofe refiriéndose a ella como la economía de casino. En efecto hay quienes como Moreno, (2008) trazan similitudes entre lo ocurrido en la gran “depresión” de los años 1920 al 1930 y la situación actual.

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Como podemos apreciar, el trabajo, hasta hoy centro esencial para la vida y su desarrollo, cobra otra dimensión donde el capitalista logra transformar los modos de reproducir su capital sin la presencia de la fuerza de trabajo del obrero a una sociedad que Gorz, (1997) plantea como el fin de la era del trabajo, de la ética del trabajo. Gorz abunda en la noción del trabajo asalariado como una forma de subordinación. La, forma de comprar tiempo para hacer con el “la vida”. El trabajo asalariado en este contexto asume el lugar o la función del amo.

El origen del fenómeno, (coloniaje, esclavitud) es esencialmente económico y deja una huella “heredada” en todos los puertorriqueños. Luego de medio milenio de coloniaje hasta nuestro ser biológico se transforma producto de esa dialéctica entre el ser corpóreo y social, (Engels 1895). Muy a pesar de la identidad colonial como categoría psicológica el asunto no  debe tomarse como consideración psicológica exclusivamente, (psicologizar lo que no es psicologizable). No se trata de una patología objeto de terapia para su remedio. Que seamos todos colonizados nos hace una “normalidad, una identidad” muy extraña. No obstante el tema resulta escabroso y árido. La literatura en torno al tema escasea por decirlo de algún modo.

Somos excluidos como ciudadanos de los elementos mínimos de la coexistencia, el respeto a lo que somos o podemos ser. Nos imponen esquemas que lejos de hacernos crecer nos destruyen. Queremos ser lo que no somos y no somos lo que somos. Una mirada a la sociedad puertorriqueña del siglo XXI parece reflejar una sociedad sin historia, sin ideologías, sin géneros, parasitaria etc. Una sociedad que no sabe ni le interesa saber de dónde viene. Una sociedad ideológicamente aliada al proceso digestivo, (consumo, tener antes de ser).

Una sociedad excluida de sus bienes materiales y culturales. En  fin una sociedad que padece de total ausencia de soberanía y de la total preocupación por eso. El esclavo podía comprar su “libertad”, el obrero hoy debe comprar su dignidad y su respeto. Todo está a la venta, (cuanto tienes, cuanto vales). Es una sociedad que alberga y auspicia una nueva clase, la clase del “ocio” (Vázquez Calzada, 1980). Una sociedad cuya consciencia (Goldman, 1970), es una falsa consciencia.

He intentado trazar mínimamente como el asunto de la esclavitud como categoría cuya definición fundamental es que el amo se apropie de su trabajo y fuerza de trabajo resulta constante y consecuente con los otros modos de producción, feudalismo y capitalismo. El trabajo se ha encargado de transformar los entornos en todo el sentido de la palabra.

La sofisticación de las herramientas ha hecho que los requerimientos en características y condiciones de la fuerza trabajadora se transformen a tenor con la sofisticación de la producción. Evidentemente los requisitos para  un esclavo digamos en el siglo XVIII y los de un trabajador de nuestros días  radican fundamentalmente en las tareas que habría de realizar. Un esclavo del siglo XVIII por ejemplo tenía que ser diestro en los haberes y herramientas digamos de la producción agrícola, la coa, el machete etc. Un trabajador del siglo XXI tendría que ser diestro en la computación y la telefonía móvil.

Los requerimientos en conocimientos y destrezas obviamente serán trazados conforme a los conocimientos y adelantos tecnológicos del momento. Cada uno en su contexto poseerá las destrezas y conocimientos que la época le exija. Los conocimientos y demás destrezas necesarios en la producción de hoy son para un ser totalmente distinto a los de entonces. El tiempo, su vivencia y consumo son distintos. Los primeros laboraban doce o dieciséis horas, los segundos están trabajando o sujetos al trabajo todo el tiempo. Las cadenas, latigazos y otras formas de opresión se han transformado en sutiles instrumentos como las deudas, las conveniencias, las apariencias y el salario, entre otros.

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Cuando confronto estas ideas con la posibilidad de extinguir, si se quiere, la esclavitud en cualquiera de sus modalidades pienso que en el escenario contemporáneo nuestro el coloniaje es un lastre que complica la situación mientras repercute tan ampliamente en nuestro ser que quizás no  nos damos cuenta de ello o no queremos hacerlo. La naturalización o alienación son efectos normales ante ciertas circunstancias. Esta parece ser una de ellas.

Esto, me parece, entre otros asuntos es ser parte de la última colonia del “nuevo mundo”... Naciones Unidas declaró el coloniaje, crimen contra la humanidad. Las clases sociales poseen sus características claras e inequívocas. Un sector cada vez más reducido se apropia de la fuerza de trabajo del sector más amplio (trabajador). Ante el avance de la tecnología los sectores desplazados por esta se convierten en sectores rehenes del consumo y de la inhabilidad para “mantenerse, sustentar a los suyos” dignamente. ¿Habremos realmente abolido la esclavitud? 

Lista de referencias:

Engels, F., (1896). El Papel del Trabajo en la transformación del mono en Hombre. Moscú: Editorial Progreso.

Goldmann, L., (1970). Conscience Reele et Conscience Possible, Conscience Adequate et Fausse Conscience en Marxisme et Science Humanes, Paris:  Gallemaird , p 121-129.

Gorz, A., (1997). Farewell to the Working Class.London: Pluto Press.

Maldonado Dennis., M. (1980). Puerto Rico: una interpretación Histórico social. Editores 2ª edición. San Juan: Siglo XXI. 

Marx, C., & Engels, F., (1848). Manifiesto del Partido Comunista. Moscú: Editorial Progreso.

Moreno, M. A. (2008). Los Excesos de un Capitalismo de Casino. En Economía y Finanzas su color Natural  [El Blog Salmón].

Rivera Lugo., (2004). De la Brutalidad y Violencia en el quehacer educativo. Trabajo presentado en el Primer Congreso Regional de la Sociedad Interamericana de Psicología. Ciudad de Guatemala 3-5 de octubre como parte del panel La Violencia como Paradigma Social en la Producción de Conocimiento Científico.

Vázquez Calzada, J L., (1980). La Dinámica Poblacional y el Futuro de Puerto Rico. San Juan, Puerto Rico: Publicación Auspiciada por el Centro Multidisciplinario de Estudios Poblacionales.

Lista de imágenes: 

1. "Cortador de caña", linóleo, Rafel Tufiño 1951.
2. "Campesinos trabajando" o "El Café" #5, linóleo, Rafael Tufiño 1954.
3. "Los casos de Ignacio y Santiago" Rafael Tufiño y José Meléndez Contreras, 1953.
4."Camino del recogido" o "El Café" #1, linóleo  Rafael Tufiño, 1954.
5. "El Recogido" o "El Café" #7, linóleo Rafael Tufiño, 1954.
6. "El Café" #4, linóleo, Rafael Tufiño 1954. 
7. "Los casos de Ignacio y Santiago" Rafael Tufiño y José Meléndez Contreras, 1953.
8. "Los casos de Ignacio y Santiago" Rafael Tufiño y José Meléndez Contreras, 1953.