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¿Ha habido crisis ontológicas en la poesía?
A pesar de su permanencia, debemos reconocer que a través de la historia la poesía ha tenido que afrontar varias crisis ontológicas que provocaron divisiones, sub-especializaciones y cambios. La primera de ellas sería aceptar que dejó de ser el discurso universal y todo poderoso del ‘creador’. Algunas religiones ortodoxas mantienen esta idea en sus oraciones, ritos y eucaristías. No obstante, la gran mayoría de nosotros vemos textos como la Biblia no en sentido literal o científico sino como bellas alegorías con cierta, pero limitada, veracidad histórica. Cuando Huidobro dice que “El poeta es un pequeño Dios” (Espejo de Agua, 1916) en realidad reconoce que en la actualidad la poesía ya no representa la voz de un gigante infinito y todo poderoso sino el alarido de un montón de enanos. El verso de Huidobro reconforta al poeta moderno pero sin duda declara la desaparición del poeta evangelista.
Martin Heidegger dedicó un par de trabajos sobre Hölderlin y Rilke al estudio de la poesía: “¿Para qué los poetas?” y “¿Por qué poetas?” (1946). Para el filósofo alemán el poeta es el creador que emerge en un mundo sin ‘dioses’ ni ‘deidades’. Según él, el poeta está dispuesto a ocupar el espacio que abandonado por los ‘dioses’. No obstante, leído a contrapelo, alguien podría pensar que Heidegger busca mimetizar y trasladar el concepto de ‘ser ahí’ (Dasein) del frente de batalla al espacio del lenguaje y del fusil del soldado a la pluma del poeta. Quizá sin saberlo, Heidegger propone una nueva teología donde la inmortalidad se hace posible en el universo lingüístico. Su lectura de la poesía es una alegoría de un mundo que ha dejado de existir.
¿Dónde radica su error? —cuando presenta a Hölderlin y a Rilke como ‘precursores insuperables’ por ningún poeta de nuestra ‘era’, Heidegger deforma la figura real del poeta que bien entiende Huidobro (Poetry, Language… 142). En este caso parece que el filósofo alemán necesitara superhombres o seres supernaturales para mantener su sistema de ideas en pie. ¿Por qué no reflexiona sobre el poder creador de la mujer que puede dar la vida a otro ser dentro de su cuerpo y darlo al mundo para dejarlo ser en sí? ¿Por qué no menciona a las madres de Hölderlin y Rilke como sus ‘precursoras’? La primera crisis ontológica de la poesía estaba inscrita en el discurso de Descartes. La emergencia de la lógica moderna y de sus correlatos científicos la hicieron inevitable.
De esta primera crisis ontológica la poesía sale renovada y liberada de varias funciones que ahora asumen la arqueología, el derecho, la historiografía, la biología y la medicina (entre otras áreas del conocimiento). Al igual que la pintura, en la modernidad, la poesía puede entregarse a la exploración de un universo interior en que toda su materialidad es el lenguaje. De una voz heterotélica, es decir para todos, se pasa a un canto autotélico en que el poema es una nueva y pequeña totalidad. Los Ismos del siglo XIX y las vanguardias de XX son el testimonio de ese proceso.
La segunda crisis ontológica (esto lo digo para ordenar el discurso pero no debe tomarse en sentido lineal) es la llegada de la escritura como nueva tecnología. La escritura libera a la poesía de la función nemotécnica pero a su vez le quita la flexibilidad del medio oral. La poesía en su etapa única de transmisión oral era un organismo vivo con el poder de acomodarse a nuevos contextos y contenidos cada vez que se transmitía de una persona a otra. El poema escrito es inflexible en el contenido y la forma. Como resultado de la nueva estabilidad del canal, la flexibilidad representativa se traslada a la hermenéutica. Por ello hoy en día tenemos a cientos, quizá miles, de académicos que tratan de “comprender” lo que César Vallejo quería decir en su libro Trilce (1922).
La tercera crisis ontológica de la poesía es el resultado de la consolidación de la economía de mercado y el capitalismo. La idea de la propiedad privada se extiende a todos los ámbitos y esferas. El poema adquiere valor de cambio bien sea en dinero o reconocimiento social. Los llamados “derechos de autor” atan el poema a un sujeto histórico con un grillete legal. Esto lo he discutido en otro texto sobre la relación entre poema y propiedad privada. En muchos casos el autor histórico y su biografía desplazan al contenido del poema. De hecho, hace unos meses se dio una polémica internacional por el otorgamiento del Premio FIL Guadalajara 2012 al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique.
Este ejemplo, que viene de la narrativa, revela aspectos dramáticos del papel de la literatura como producto cultural con valor de cambio. Los concursos de poesía, las becas de creación y en general los eventos sociales hacen que los poemas se usen como capital cultural. En la época moderna, cada vez más, la poesía se convirtió en un terreno de disputas y confrontaciones. El resultado ha sido una ética basada en una forma económica que privilegia la desigualdad. Esta realidad pone a la lírica en una tensión entre la representación de la ‘interioridad’ del sujeto y su subsistencia social. La hermenéutica moderna al confrontar el poema se concentra en preguntar en estricto orden ¿quién?, ¿por qué?, ¿a cambio de qué? y ¿para qué?
La cuarta crisis ontológica de la poesía es el cuestionamiento de su autenticidad. Los progresos tecnológicos, y el avance significativo la alfabetización, han facilitado la emergencia de autores provenientes de todos los ámbitos posibles. Sin duda, se trata de un logro significativo de la civilización. Todos, absolutamente todos podemos ser poetas. Ahora, también muchos han llegado a pensar que ‘cualquier’ discurso puede leerse y presentarse como un poema. Esta reflexión que viene de las artes plásticas fue iniciada por Marcel Duchamp cuando propuso el llamado ‘ready-made’. Cualquier objeto podría re-contextualizares y re-significarse como obra de arte.
Hoy en día cualquier persona puede auto proclamarse poeta y al hacerlo se endilga el derecho inalienable de presentar cualquier discurso como un poema. Así, hay quienes presentan una lista de mercado como un poema. Otros pueden presentar una fórmula química o una ecuación con la misma intención. Pido que no se confunda esta discusión con el poema objeto propuesto por André Bretón ni con el concretismo desarrollado en Brasil. La crisis ontológica actual de la poesía está en la saturación de todos los canales con discursos ‘declarados’ como poemas que reclaman valor de cambio en la economía cultural.
Pensemos, por un momento, en qué pasaría si cualquier sujeto pudiera presentarse frente a un auditorio para interpretar un instrumento musical que nunca ha estudiado ni practicado. ¿Qué pasaría si todos los espacios para la música se vieran invadidos por personajes que reclaman su derecho a interpretar un instrumento que desconocen pero que pueden hacer sonar a golpes o rasguños? En este punto la serpiente se muerde la cola pues, como dije antes, en la poesía la flexibilidad representativa se ha trasladado a la hermenéutica. ¿Cómo saldrá la poesía de esta crisis ontológica? Habría varias posibilidades, una de ellas es que el nuevo poeta sea el lector y no el escritor. De hecho, digo siguiendo a Borges, que todo gran poeta es primero un gran lector[1]. Otra opción sería la emergencia de un movimiento de poesía anónima que busque una valoración basada en el texto en sí y no en los aspectos extraliterarios de su producción.
¿Cuál es el futuro de la poesía?
Quisiera terminar este texto con una corta reflexión sobre el futuro de la poesía como resultado su interacción con las nuevas tecnologías como teléfonos inteligentes, redes sociales, internet, video juegos, etc. Para nadie es un secreto que la ciencia y la tecnología han alcanzado un progreso y un estado de cambio vertiginoso y constante. La inercia tecnológica hace que cada seis meses una máquina se vuelva obsoleta y se reemplace por una versión “mejorada”. ¿Cuántas personas cambian su teléfono celular una o dos veces por año? ¿Cuántas personas han comenzado a leer por lo menos algunos documentos en pantallas de computadora? El tiempo se hace cada vez más corto, no en su realidad material, sino en la percepción. Entonces, la estabilidad de la metáfora está en riesgo.
La llegada y popularización del automóvil hizo que muchas metáforas relacionadas con el viaje a caballo se hicieran obsoletas o pasaran a un segundo plano. Lo mismo hizo el avión con las aves. El teléfono celular trasformó una metáfora de espacialidad estable en una de movilidad constante. El internet le quitó el perfume a muchas cartas que ya no se escriben con pluma y papel, cuidando la caligrafía y la composición, sino que por el contrario se vuelven telegramas que los jóvenes codifican con los pulgares en una carrera frenética por responder de forma inmediata y sin reflexionar sobre lo leído o lo escrito. Para sobrevivir la poesía tendrá que acudir a las metáforas fundamentales de las que hablan George Lakoff y Mark Jhonson en su libro Metáforas de la vida cotidiana (1980).
Otra opción es que la tecnología supla innumerables notas e hipertextos explicativos como ya presentía Severo Sarduy. En conclusión, para sobrevivir, la poesía hará que la lectura preceda a la escritura y además la acompañe en el proceso comunicativo. El futuro de la poesía radica en el fortalecimiento del lector y el debilitamiento de la relación entre poema y propiedad privada. De hecho, la poesía del futuro ya existe pero hemos sido incapaces de leerla. Se trata de una poesía que asume la inestabilidad de la metáfora y reacciona ante la preeminencia de la ciencia como discurso hegemónico de conocimiento. La obra de César Vallejo es el mejor ejemplo de esta poesía del futuro que demanda un fortalecimiento del lector.
Finalmente, invito a la lectura de esta antología a la luz de los conceptos que aquí he presentado. Le pido al lector que se integre al debate sobre la definición ontológica de la poesía. Hoy, más que nunca, la poesía define y constituye lo humano.
Notas:
[1] Entiéndase lector como decodificador.
Lista de referencias:
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Lista de imágenes:
1. José Antonio Suárez Londoño, Sin título, 2005-07.
2. José Antonio Suárez Londoño, "32", 2009.
3. José Antonio Suárez Londoño, "258", 2008.
4. José Antonio Suárez Londoño, Sin título, 2005-07.
5. José Antonio Suárez Londoño, "Rainer Maria Rilke, Diaries of a Young Poet", 2002.
6. José Antonio Suárez Londoño, Sin título, 2001.