Lo corpóreo en “Un amar ardiente” publicación de Sergio Téllez-Pon sobre Sor Juana Inés de la Cruz

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En 2016 se publicó un nuevo libro sobre la obra de Sor Juana Inés de la Cruz. Uno que se centra en su quehacer de   amante epistolar, y quien ha realizado la compilación de los poemas sueltos de Sor Juana dedicados a la Virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes, es el investigador Sergio Téllez-Pon. 

 El libro se titula: Un amar ardiente: poemas a la Virreina por Sor Juana Inés de la Cruz (Editorial Flores Raras, 2016). En   1982 durante la presentación de su libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe en la Universidad Autónoma de     Madrid, Octavio Paz declaró lo siguiente: “Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar”. Ya he mencionado   en otro escrito sobre la monja, que a mí me gusta mucho esa cita del poeta mexicano. Y me gusta porque la misma   permite un juego de cavilaciones. Por ejemplo, puedo decir: “Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder   pensar[la]”. Pensar[la] implica tomar[la] de ejemplo a seguir, estudiar sus circunstancias, sus obstáculos y cómo los libró.   Pensar[la] implica querer adoptar algunas de sus conductas relacionadas con su idea de adquirir conocimiento y con su     idea de experimentar el amor tabú que vivió. Pensar[la] implica estudiarla, desenmarañar[la], abrazar[la] en la distancia que     da la temporalidad de las décadas y agradecer[le] que hoy pueda yo leer sobre el romance que sostuvo con la literatura en   el siglo XVII y de cuyo vehículo, herramienta y conducto fue protagonista la mujer amada recipiente de la mayoría de su     obra: Lysi, la virreina María Luisa.  

 En un reportaje realizado en El País, Rosa María Pereda añade: “A Octavio Paz le sedujo "la perfección de la obra y el   carácter enigmático de la vida" de esta curiosa monja, absolutamente consciente de ser mujer y completamente absorbida   por  una pasión inédita, la del conocimiento.” Más adelante nos indica Pereda citando a Paz: “En el caso de sor Juana hay que añadir que se trata de una sociedad de valores culturales masculinos, lo que le obliga a neutralizar su sexo para poder acceder a ese privilegio masculino que es, en ese momento, el conocimiento". […] Las autoridades son más rigurosas con esta mujer, que se ha hecho monja para poder pensar, que con sus contemporáneos varones: Góngora, Lope, por ejemplo, son malos sacerdotes, desordenados y lujuriosos, y son perdonados. Sor Juana no es una monja desordenada: es una monja díscola, y con ella son implacables".” Sé de lo que habla Pereda y sé de lo que habla Paz. He vivido en carne propia lo que implica estar bajo una lupa más rigurosa por ser mujer y por amar desde el tabú. Sé lo que se siente ante esta “desventaja”.  

 

Sonetos corpóreos de Sor Juana Inés de la Cruz 

En el ensayo Sonetos corpóreos de sor Juana Inés de la Cruz, publicado por la Dra. Lourdes Aguilar Salas del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, se indica: “Basten estas reflexiones sencillas para saber que en la relación de esta poeta y su mundo se encuentra el alter alterium y con ello la identidad propia. Justamente, en las disertaciones atenagóricas y respuestas a las sor y a los sores es que sor Juana encuentra un espacio de encuentro con el cuerpo; su propio cuerpo (el engaño colorido), el del amado que repinta para así tenerlo, el de la pirámide en el Sueño y el cuerpo del ausente que ha pasado a una vida astral para abandonar para siempre los ecos de este mundo. Así las cosas, sor Juana nos dará distintas imágenes corpóreas de una mujer que pasa del estado material al inerte, de una donna angelicata, al estilo de Petrarca, pero con tintes propios en su desdibujación: vida-muerte y consagración en el más puro de los lenguajes de sus sonetos.” 

Quisiera enumerar los espacios corpóreos a los que alude Aguilar Salas: 1) su propio cuerpo (el de Sor Juana); 2) el cuerpo del amado (el del otro u otra); 3) la pirámide en el Sueño (el de su acontecer onírico); y 4) el cuerpo del ausente (el de quien no está). 

Nótese interesantemente el uso del masculino para describir “el cuerpo del amado” y “el cuerpo del ausente” en Aguilar Salas. Las referencias semánticas y de nomenclatura masculina dan para realizar todo un estudio-otro en un nuevo ensayo. Sin embargo, por cuestiones de brevedad aquí aludiremos solo a algunas.  

Ya se ha dicho que dentro de la poesía amatoria, el cuerpo ocupa un lugar importante, si no primordial. La propia Aguilar Salas lo resume cuando menciona: “el cuerpo ocupa un lugar importante en la tradición renacentista y barroca, ocupa un lugar importante de adoración al estilo de una “hermosa arquitectura”, tal y como evoca la misma sor Juana en sus sonetos.” De inmediato Aguilar Salas se cuestiona: “Pero ¿qué es el cuerpo del amado o amada para la poeta novohispana? Resulta interesante la forma de describir y tratar de separar el cuerpo del alma humana, a propósito de la muerte.”  

Aguilar Salas se refiere al cuerpo ya no existente de la Virreina Leonor Carreto, Marquesa de Mancera, (a quien Sor Juana bautizará con el sobrenombre “Laura” en intertextualidad del poeta Petrarca) quien muriera en tiempos de Sor Juana y quien fuera mecenas y principal benefactora durante los primeros años de la monja, hecho que le causará una terrible pena a la poeta. Es por ello que Sor Juana escribirá también “del cuerpo ausente”. Aguilar Salas nos indica de este modo en su ensayo: 

Esto ocurre en la enfermedad y deceso de la Marquesa (acontecida hacia 1674 en Tepeaca, Puebla). (…) La poeta a sus pocos más de 20 años de edad escribe un grupo de tres sonetos de los que el investigador mexicano Alfonso Méndez Plancarte ha dicho que: “Los tres sonetos – a cual más luminosos, tiernos y originales—brillarían entre los que el Petrarca rimó “in morte di Madonna Laura”… De esta manera estudiaremos la forma retórica que llevó a sor Juana a crear una especie de tríptico para su mecenas y querida Virreina. (…) Tal y como lo indica la glosa, son de carácter laudatorio y fueron escritos “En la muerte de la Excelentísima Señora Marquesa de Mancera.  

Con este propósito y para desentrañar la visión corpórea en sor Juana podemos encontrar  la otredad de sus versos en el cuerpo de la ausente, y Aguilar Salas dedicará un apartado titulado: “El nombre de Laura, su cuerpo y su ausencia desde la tradición aretina”. En él realiza una especie de relación emblemática de la Laura, madona de Petrarca, y la Laura marquesa protectora de Sor Juana. También expondrá Aguilar Salas los sonetos e instancias poéticas en los que Sor Juana trabajará lo corpóreo en 1) su propio cuerpo, 2) el cuerpo del amado (que debió leer “la amada”), 3) la pirámide en el Sueño y 4) el cuerpo del ausente (que igual debió haber sido nombrado “la ausente” para restar la carga patriarcal y no rayar en la misoginia). 

En el apartado “La otredad en el cuerpo del ausente”, Aguilar Salas dirigirá la atención en cómo ha ido evolucionando lo corpóreo en los sonetos a Laura hasta que estos pasan por las cuatro facetas. Llama mi atención aquel que es subrayado como “barroco en sus tercetos con el concepto básico del nacimiento y la muerte, a la manera quevediana” (p. 77), porque es precisamente de Quevedo de quien sor Juana tomará prestado el nuevo sobrenombre Lysi con el que años más tarde bautizará a otra virreina, esta vez a doña María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes. 

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 Lo corpóreo y lo ardiente 

 Lo ardiente de la relación de ambas mujeres fue tal, que en la Introducción del libro Un amar ardiente: poemas a la virreina, Téllez-Pon nos indica que   los siete años que la virreina vivió en México fueron los más productivos de sor Juana, no únicamente por toda la serie de poemas que escribió para su   amada, sino también por los trabajos literarios que Lysi le encargaba como odas, obras de teatro, disertaciones, poemas sacros y hasta los villancicos “que   le quedaban tan bien” (p. 19). El compilador concluye que no solamente fueron estos años los más abundantes en creación literaria de Sor Juana, si no que   para él, han sido los mejores de su obra. 

 Estos poemas unidos originalmente por Antonio Alatorre, conforman una serie de cincuenta (50) en los que puede verse el discurso amoroso de la monja y   la virreina, pues esta última le contestó algunos sonetos con décimas y acrósticos, además de regalos intercambiados. En la edición de Fama y obras   póstumas de Sor Juana, aparece una composición atribuida a María Luisa que se titula Décima acróstica y que la investigadora Susana Zaragoza-       Huerta incluye en su trabajo de tesis de maestría en 2014. Va firmada por “Una gran señora muy discreta y apasionada de la poetisa” y dice así: 

  Asuntos las Nueve Musas/ Jocosas dictan, y graves;/ Unica en todos, tú sabes/ Azer 

  te admiren, confusas,/ Numen de ciencias infusas,/ Asombro de inteligencias,/ Imponderable en cadencias,/ No imitada en consonancias,/ Erudita en              elegancias,/ Singular en todas ciencias. 

Para analizar ya de lleno, varios de los poemas sorjuaninos, hay que aclarar que en muchos de ellos el nombre de la virreina María Luisa, sor Juana lo convierte en Lysi, Lisi, o Lisída la divina.  Sor Juana incluso en ocasiones se hará llamar en masculino como Filis o Fabio, con lo cual la monja asume el papel del enamorado en la relación, algo muy común que se da en la actualidad y que notamos dentro de la comunidad LGBTTQI cuando estudiamos las teorías de género de Judith Butler y el discurso homonormativo de Beatriz Preciado. También de vez en cuando, se llamará la monja ella misma Celia o Julia. 

Como ya hemos reseñado, en el ensayo Sonetos corpóreos de sor Juana Inés de la Cruz publicado por la Dra. Lourdes Aguilar Salas se mencionan los espacios corpóreos desde los que Sor Juana escribe y que ahora aclaramos para que no queden dudas de dicha “corporalidad”: 1) su propio cuerpo; 2) el cuerpo de la amada; 3) el cuerpo onírico; y 4) el cuerpo de la ausente. 

De los cincuenta poemas del libro Un amar ardiente: poemas a la virreina, he incluido ocho que, desde esa óptica,  reflejan dichas características corpóreas: 

  1. Del Poema 18: en dos partes dividida/ tengo el alma en confusión / una esclava a la pasión / y otra a la razón medida (Espacio corpóreo del propio cuerpo) 

  1. Del Poema 19: Acción, Lisi, fue acertada/ el permitir retratarte/ pues ¿Quién pudiera mirarte? / si no es estando pintada (Espacio corpóreo del cuerpo de la amada) 

  1. Del Poema 20: Toco, por ver si escondo / lo viviente en ti parece / ¿posible es que de él carece/ quien roba todo sentido? /¿Posible es que no ha sentido/ esta mano que le toca / y a que a tientas te provoca/ a mis rendidos despojos? (Espacio corpóreo del propio cuerpo y del cuerpo de la amada) 

  1. Del Poema 25: es un vano artificio del cuidado / es una flor al viento delicada / es un resguardo inútil para el hado / es una necia diligencia errada (Espacio corpóreo del cuerpo onírico) 

  1. Del Poema 28: que tu forma fantástica ceñía / poco importa burlar brazos y pechos / si te labra fricción mi fantasía (Espacio corpóreo del cuerpo de la amada, del cuerpo onírico y del cuerpo de la ausente) 

  1. Del Poema 37: Reina de las flores eres / pues el verano mendiga / los claveles de tus labios/ las rosas de tus mejillas (Espacio corpóreo del cuerpo de la amada) 

  1. Del Poema 42: pedirte, señora quiero / de mi silencio perdón / si lo que ha sido atención / le hace parecer grosero (Espacio corpóreo del cuerpo de la ausente) 

  1. Del Poema 50: Ya que para despedirme / dulce idolatrado dueño / ni me da licencia el llanto / ni me da lugar el tiempo (Espacio corpóreo del cuerpo de la ausente) 

Según el teórico Bart los celos son parte del discurso amoroso. En palabras de Octavio Paz: «Sor Juana sobresale en la expresión del sentimiento amoroso y de sus trances: encuentros, despedidas, celos, llantos, risas, soledad. Poesía no del amor divino, sino del humano y que sólo puede compararse a la de Lope de Vega y a la de Quevedo.»  

En estos poemas también hay testimonio de diferencias y de discusiones de intensidad posesiva entre Lysi y la monja, llegando incluso a mostrarse lo que he llamado “un corpus de los celos sorjuanino”. Por ejemplo, en ocasión de la celebración y festejo de cumpleaños del virrey, Sor Juana Inés de la Cruz escribirá lo siguiente en el Poema 3 (enumerado así en el libro Un amar ardiente): Pues vuestro esposo, Señora / es vuestro esposo, que basta/ (no digo que sobra, porque/ no sobra en vuestro amor nada. 

Y en el Poema 38 se muestra una pugna de desentendimientos: Acusas mi cariño / como si fuera fácil/ pensar yo que tú piensas / que dejar de adorarte puede nadie. 

Notamos una intensidad del discurso odio-amor, amor-odio, muy propio de las parejas que se aman con locura inequívoca en el Poema 40: Pues ni quieres dejarme ni enmendarte / yo templaré mi corazón de suerte / que la mitad se incline a aborrecerte / y la otra mitad se incline a amarte 

Y vuelven los celos a ser protagonista de estos versos del Poema 41: si uno de los más naturales son los celos / ¿cómo sin tenerlos puede / el amor estar perfecto?  

 

Conclusión  

Como hemos visto, Un amar ardiente: poemas a la virreina, reúne los poemas del amor prohibido que Sor Juana Inés de la Cruz escribe a su enamorada, la virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes, su amada Lysi. En ellos se refleja el amor auténtico, apasionado y lloroso, rendido de abnegación o espinoso de celos y de sentimientos encontrados. Como ya hemos demostrado, este corpus no carece de la poética corpórea que Sor Juana mostrara en poemas más iniciales, cuando su identidad y su arte no se encontraban tan definidos. Adicionalmente, impregnan y exudan una intensidad que va en aumento, según pasa el tiempo del romance con su virreina. Así pues, casi refraseando a Octavio Paz en el libro Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe nosotros también pudiéramos decir: “Sor Juana se hizo monja para poder pensar, transgredir, amar y de este modo nosotros reflexionar[la] y admirar[la].” 

 

Referencias  

Aguilar Salas, Lourdes. "Sonetos corpóreos de sor Juana Inés de la Cruz". Suplemento Sor Juana Inés de la Cruz entre nosotras. Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México (2015) Academia.edu 

Paz, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Universidad Autónoma de Madrid, 1982. 

Pereda, Rosa María. Periódico El País. Artículo: Octavio Paz: "Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar". (1982) http://elpais.com/diario/1982/11/04/cultura/405212404_850215.html  

Téllez-Pon, Sergio. Un amar ardiente: poemas a la virreina. Compilación de Sergio Téllez-Pon y prólogo de Ramón Martínez. Editorial Flores Raras, 2016. 

Zaragosa-Huerta, Susana. Los retratos literarios de Sor Juana Inés de la Cruz: la écfrasis y la amicitia femenina en los poemas a María Luisa, Condesa de Paredes. Tesis de Maestría. 2014. Repository.asu.edu  

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