Reformas y sindicalismo en tiempos de crisis: la reciente huelga general en España (parte 2) Escrito por

* El siguiente texto es la segunda parte de "Reformas y sindicalismo en tiempos de crisis: la reciente huelga general en España" cuya primera parte puedes leer aquí. 

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III.

El estado español, mediante su constitución de 1978, estableció la institucionalización de los sindicatos de trabajadores y de las asociaciones de empresarios como garantes de que cada sector pudiera “defender sus intereses” (art. 7º, 1978). También, en la sección 2 del artículo 28º se garantizó el derecho a la huelga regulada mediante leyes que establezcan los servicios mínimos.[1] Estos son dos de los pilares del sindicalismo moderno en España. Son entidades que, en cierto sentido, pasaron a formar una parte esencial de la vida política del país.

Comisiones Obreras (CC.OO.) y la Unión General de Trabajadores (U.G.T.) son sindicatos con un basto trasfondo histórico en batallas por los derechos de los trabajadores.[2] Hoy en día son los sindicatos de concertación mayoritarios en todo el estado español. Pero, ¿siguen manteniendo la misma tradición de resistencia? En primer lugar, para intentar contestar esta pregunta, proponiendo un debate serio y honesto, cabe destacar que razones para el apoyo y asistencia a piquetes en la pasada huelga del 29 de marzo no faltaron. Lo que sí cabe lamentar es que los sindicatos también han tenido responsabilidad de la situación laboral en que se encuentran los trabajadores y trabajadoras en todo el estado español por sus pasadas entregas y conciliaciones, sobre todo con los gobiernos socialistas.

Han sido, recuerda Carlos Taibo, dos decenios de desregulaciones y retrocesos en materias de derechos y las direcciones de los sindicatos han respondido de forma muy tenue, a pesar de que los trabajadores estaban peleando por algo distinto.[3] La financiación y el paternalismo estatal hacia estos sindicatos mayoritarios tienen que ver mucho con esta realidad.

Los sindicatos mayoritarios han perdido su capacidad de proponer respuestas fuera del horizonte capitalista. Sus discursos, en la mayoría de las ocasiones, van dirigidos a defender los esquemas de productividad, competitividad y el crecimiento del capitalismo. Es que pareciera que los sindicatos mayoritarios no reconocieran que cualquier apuesta por la reconstrucción del capitalismo regulado será en menoscabo de las generaciones venideras. Y es que el problema no es el capitalismo desregulado, sino el capitalismo en sí mismo. El sindicalismo moderno ha perdido muchas de las reivindicaciones clásicas en contra de la explotación, la alienación y por la repartición del trabajo. Además, han perdido la capacidad de preguntarse lo siguiente: ¿cómo trabajamos?, ¿para quién trabajamos?, ¿qué hacemos con nuestro trabajo? Estas eran preguntas que el sindicalismo se hizo durante el proceso revolucionario que vivió el estado español al proclamarse la república en 1931 y que durante la guerra civil, intentando salir del esquema capitalista, se preguntaban tanto los líderes como sus bases.

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Hoy día pareciera que los sindicatos mayoritarios de concertación en el estado español privilegian las cuestiones del salario, no ven perspectivas más allá del capitalismo en vías de colapso e incluso aplacan las tensiones y hasta desmovilizan. Esta huelga general fue convocada por estos dos sindicatos porque son los únicos que tienen el apoyo para hacerlo. Sin embargo, ha sido convocada a destiempo y como parte de un agotado guión burocrático por la presión de las bases. Ante esto, el sindicalismo alternativo que proviene tanto del nacionalismo revolucionario como del anarcosindicalismo y anticapitalismo (como la Confederación Nacional del Trabajo, CNT; la Confederación General del Trabajo, CGT; Solidaridad Obrera, entre otros) ha tenido que recurrir a presionar, esperar y apoyar esta convocatoria de huelga general. De todos modos, cabe destacar que en el caso de Euskal Herria, por ejemplo, los sindicatos ligados al nacionalismo revolucionario de izquierdas, entre ellos el Langile Arbertzaleen Batzordeak (LAB; Comisiones de Obreros Patriotas), ya habían convocado a una huelga general en Euskadi, Navarra y las provincias francesas sin esperar a que los sindicatos de concertación del estado lo hicieran.[4]

Ante este escenario, descrito antes de forma somera, cabe evaluar cuáles son cuatro de las opciones que salen para los trabajadores y la izquierda que resiste de esta huelga general. Primero, parece más que necesario que las bases de los sindicatos mayoritarios de concertación en todo el estado español (CC.OO. y U.G.T) planteen nuevos debates para librarse del paternalismo estatal y de sus dirigentes que proponen la “paz social”, la concesión constante, el capitalismo y sus respuestas socialdemócratas como únicas salidas a la(s) crisi(s). En segundo lugar, vendría bien valorar la presencia y la propuesta del sindicalismo alternativo de convocar a una huelga general e indefinida coordinada en Europa como reacción a las continuas presiones para realizar recortes y mermas de derechos expuestos por la troika. En tercer lugar, está la presencia del movimiento 15M —cuyas asambleas, junto a sectores del anarcosindicalismo, convocaron a marchar en diversos bloques críticos el día 29— y que debemos entender como una propuesta heterogénea, ligada a los movimientos sociales críticos, y cuya alma anticapitalista y contestataria propone nuevas maneras de autogestión.[5]

Como cuarto y último punto cabe destacar la participación de todas las “mareas”, que a raíz de los recortes en las Comunidades de Madrid y Cataluña se han venido sucediendo.[6] Esto, sobre todo, implicó en la huelga a los sectores educativos (“marea” verde), a los sectores relacionados con la sanidad pública (“marea” blanca) y a los sectores del feminismo radical (la “marea” violeta); cuyos derechos se han visto enormemente atacados por el nuevo Ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ex alcalde de la capital.[7]

 

IV.

La huelga, sin duda, sigue siendo una herramienta de organización política que los trabajadores tienen a su disposición. Por lo tanto, no cabe mal interpretar las críticas que se han hecho en este escrito a los modelos de concertación mayoritarios. Las huelgas son hitos de la resistencia obrera y ofrecen un índice de la radicalidad de la lucha contra las políticas del capital. Sin embargo, y como he propuesto a lo largo del artículo, creo que es necesario cuestionar el modelo paternalista, que las bases retomen el control de las organizaciones que históricamente han servido a sus intereses y que se debatan, sin ceder en un ápice el derecho a la huelga y al piquete, nuevas formas de autogestión sindical y acciones que permitan revertir los intentos de “salvar” o “refundar” el capitalismo.

En suma, hace falta darle una nueva vida a la práctica de la solidaridad internacionalista. Los obreros de Alemania y Francia, hasta ahora los menos movilizados, porque las condiciones de la(s) crisi(s) en el ámbito continental y global no les han afectado de igual forma, deberían movilizarse a favor de las luchas de los obreros en los estados griego, portugués y español. En fin, las soluciones reguladoras y conciliadoras —o no— que hasta el momento han mantenido la llamada “paz social” en estos dos países centrales de la Unión Europea se construyen, así como la riqueza del norte opulento, sobre la miseria de otros trabajadores y países.

Notas:

[1] El requisito del mantenimiento de unos “servicios mínimos” de por sí ya supone un recorte al derecho pleno a la huelga. Los trabajadores, sin este paternalismo, sabrían perfectamente distinguir qué sectores deben mantenerse para mantener lo esencial de la vida.

[2] La U.G.T. se fundó en 1888 y compartió un origen histórico con el PSOE, mientras que las CC.OO. se fundaron oficialmente en 1976, ligadas a sectores del Partido Comunista de España (PCE). Durante el franquismo, los sindicatos obreros, fuera del cobijo fascista del Movimiento Nacional, estaban ilegalizados.

[3] Ver: Carlos Taibo, Estado de alarma. Socialismo de casino, izquierda anémica y sindicalismo claudicante, 64-67 (Madrid: Catarata, 2011).

[4] Propone Juan Ibarrondo que de todos modos la crítica a los sindicatos mayoritarios en el ámbito vasco también cabe, al no poder tender alianzas con sectores que no encajan dentro de la definición tradicional del trabajador. “El valor de una huelga: el caso de Euskadi” en Diagonal Nº 170 del 15 al 28 de marzo de 2012.

[5] Ver: Carlos Taibo, “¿Dejar atrás a CC.OO. y U.G.T.?” en Diagonal Nº 170, 15 al 28 de marzo de 2012.

[6] Este movimiento de las “mareas” surgió principalmente ante el rechazo de los maestros y maestras de la Comunidad de Madrid a los recortes del gobierno autónomo. El mismo fue un ejemplo de cómo los trabajadores en los sectores de la educación, ligados a las asambleas del 15M y junto con los sindicatos, pudieron organizar una serie de huelgas educativas con un alto seguimiento y con el apoyo popular suficiente para sostenerlas por varios días.

[7] Dicho ministro pretende recortar los derechos abortivos de las mujeres a la situación jurídica previa a 1985.

Lista de imágenes:

1. Elena del Águila Alberdi, "Huelga 29M", 2012.
2. Imagen por Eva Sanabria.
3. Julien Lagarde, "29M - Vaga General", 2012.
4. Andrea Wilshusen, "Barcelona, la Rosa de Foc...", 2012. (Foto compartida en su perfil de Facebook)
5. Manifestación de la "Marea Verde" por la educación pública en Madrid, 22 de octubre de 2011.