A menudo escuchamos críticas negativas dirigidas a los jóvenes. Aunque esto se puede considerar como un patrón —en muchos casos, la generación emergente es la que carga con la culpa de muchos males— existe la tendencia a amplificar aquellas características de esta generación que no se acomodan a normas que, por mucho tiempo, han definido la actividad laboral y social en muchos países de Occidente.
Cabe preguntar, ¿quiénes son los jóvenes de hoy? ¿Por qué notamos esta crítica tan aguda hacia la generación que conocemos como los millennials? ¿Tienen los millennials un lado bueno? ¿Hay alternativas para incorporar a los miembros de esta generación a las actividades laborales y sociales del resto de la población?
Según Pew Research Center (2014), los millennials son aquellas personas que han nacido después del año 1980. Sin embargo, los millennials no solo se caracterizan por haber nacido en una época en particular, sino que también comparten unas características que los definen como generación.
Entre las características definitorias de este grupo se encuentra el que sus padres usualmente les proveen amplias oportunidades para su desarrollo académico y social. Este tutelaje también se caracteriza por la manera en que los millennials se adscriben a conversaciones familiares que tradicionalmente estaban reservadas a los padres. De aquí, Lareau (2011) sugiere, se origina el sentido de derecho que muchos millennials exhiben al comunicarse, como iguales, con los adultos.
Además, los millennials tienen una disposición innata para todo lo relacionado a la computación. Esta característica los inserta, desde muy temprano en sus vidas, en un mundo en el que las interacciones sociales se desarrollan, cada día en mayor grado, a través de las redes sociales. Al convertirse las redes sociales en un elemento necesario para las operaciones de un sinnúmero de organizaciones modernas, se percibe a los millennials, quienes dominan este ámbito, como indispensables para el mundo laboral.
Aunque el desarrollo de un perfil robusto sobre los millennials requeriría la inclusión de otras variables, las características antes mencionadas son esenciales para el inicio de una discusión en torno a esta generación. Hasta aquí se puede concluir que los millennials están muy bien equipados para contribuir a la evolución de los lugares de trabajo, ya que proveen dos elementos esenciales al mundo laboral: una predisposición para ejercer un rol activo sobre las decisiones relacionadas con su actividad laboral y una capacidad natural para insertarse en un ámbito tecnológico el cual, más allá de ser parte de la estructura laboral del momento, se ha convertido en elemento esencial de la fibra que define al mundo laboral.
Ante este cuadro, es difícil imaginar por qué existe una actitud negativa hacia los millennials. Lamentablemente, esta negatividad no es solo tema de conversaciones de pasillo, sino que, medios de comunicación masiva han hecho eco de esta percepción sobre este grupo generacional. Titulares como: Pigs fly: Millennials finally embrace stocks (Kadleck, 2014), Why millennials pulled a dissapearing act on Election Day (Smith, 2014), Study blames millennial ambition for workforce decline (Ismail, 2014), Anatomy of a terrible anti-millennials trend piece (Singal, 2014) y Las marcas tienen serios problemas para comprender y entender a los millennials (Pico, 2014) sirven como ilustración de tendencias en la cobertura mediática que no abonan a una buena imagen de los millennials.
Nenga (2008) advierte un patrón en términos de la cobertura mediática relacionada con este grupo generacional. Según esta profesora, a principios de este siglo, la cobertura mediática relacionada con los millennials era positiva. Esto hace sentido si se toma en consideración la posibilidad de que la cobertura mediática estuviese enfocada en aquellas características de los millennials que tenían resonancia durante los primeros años del siglo XXI, i.e. los millennials como herederos de una preparación académica y social que otras generaciones no habían experimentado y el acercamiento sin precedente de los millennials a la tecnología.
Sin embargo, según Nenga (2008), a partir del año 2007, se comienza a notar una tendencia en la cobertura mediática la cual se enfoca en criticar de manera negativa a los millennials. Al analizar esta situación se puede notar que estos cambios en la cobertura mediática coinciden con la entrada de un gran número de millennials a los centros de trabajo.
Es precisamente durante ese periodo cuando comienza la discusión sobre los hábitos de trabajo de los millennials, que van desde supuestas faltas de respeto a los líderes de organizaciones en las cuales ellos trabajan hasta faltas al código de vestimenta. También ha sido criticada la supuesta apatía de los millennials a la actividad política y académica.
Al parecer, el ambiente de cooperación, de flexibilidad y entendimiento que se propició en el hogar y en la experiencia académica de los millennials en los grados primarios y secundarios no se traduce de manera natural al mundo laboral. ¿Cómo se explica esta supuesta desconexión entre los millennials y el mundo laboral? ¿Por qué se comienzan a criticar aquellas características de los millennials, e.g. destrezas en el manejo de redes sociales, que antes eran laudables? ¿Son los millennials, los culpables del desarrollo de esta visión negativa o existen otros factores que puedan explicar este fenómeno?
Para la mayoría de los millennials su inicio en el mundo laboral ha estado enmarcado por el comienzo y desarrollo de una de las recesiones económicas de mayor impacto a nivel mundial. Este hecho presupone que esta generación se ha tenido que enfrentar a retos laborales que posiblemente eran impensables para la generación que le precede. En esencia, estos retos obligan a todo aquel que esté inmerso en la actividad económica a producir más con menos recursos.
Si los millennials fueron criados en un mundo en el que contaban con tantos recursos, se podría suponer que en ellos opera un cambio de paradigma diario que los impulsa a adaptarse a las nuevas exigencias de un mercado laboral sumamente retador. Esto, por ende, puede resultar en niveles altos de insatisfacción laboral.
Además, los millennials son producto de hogares en los que se benefician de un alto grado de participación y en los cuales se les proporcionan aquellos recursos esenciales para su desarrollo académico y social. ¿No es entonces lógico pensar que los millennials puedan traer consigo esas expectativas a los salones de clases de las universidades y a sus lugares de trabajo? ¿Sería ilógico pensar que al estas organizaciones no poder cumplir con estas expectativas se podrían generar conflictos entre ambas partes?
Por otro lado, el hecho de que los millennials estén aclimatados al uso de tecnología que incluye a las redes sociales y a las aplicaciones diseñadas para los teléfonos inteligentes, no les obliga a utilizar esta tecnología de un modo específico o de acuerdo con las expectativas de otras generaciones. El hecho de que las interacciones sociales de los millennials se generen en gran medida en torno a las redes sociales, no implica necesariamente un comportamiento antisocial. Se podría argumentar que estas interacciones sociales obedecen a modos de comunicación que para los millennials son completamente funcionales y prácticos.
Aquí es importante mencionar que la discusión en torno a los millennials no se debe fundamentar en una observación que considere a esta generación como un ente patológico. Es necesario entender por qué muchas organizaciones se muestran inflexibles ante los millennials y qué medidas se pueden tomar para el desarrollo de códigos, metas y objetivos que estén acorde con las idiosincrasias de los millennials y de todas las generaciones que componen la sociedad.
¿Cómo se puede comenzar este proceso? Tanto las organizaciones que emplean a millennials como aquellos que les brindan educación tienen que iniciar una reflexión para determinar si las normas en torno al trabajo y estudio son cónsonas con las realidades de los millennials. Este ejercicio no exime a que los millennials por su parte inicien una autoevaluación para determinar si sus expectativas en torno al trabajo y a los estudios son completamente reales. Este ejercicio puede traer como resultado unas expectativas que estén a tono con lo real.
Por otro lado, la discusión sobre los millennials no se puede dar exclusivamente desde la torre de marfil o revisando los analytics en torno al consumo mediático de este grupo. Es importante que se les provea a los millennials y a miembros de otras generaciones los foros para que expresen sus expectativas y preocupaciones en torno a la vida laboral o académica. Lo ideal es que de estos foros surjan códigos, reglas, estrategias y tácticas que vayan a tono con las expectativas de todas las partes y que estén alineados con la misión institucional de la organización que inicia el diálogo.
Finalmente, ¿qué observaciones se les pueden ofrecer a miembros de otras generaciones para llegar a un mayor entendimiento de los millennials?
1. Entender que los millennials no necesariamente comparten el mismo concepto que otras generaciones tienen sobre el trabajo (esto incluye conceptos relacionados con responsabilidad, remuneración, lealtad al trabajo y código de vestimenta, entre otros).
2. Establecer modos de comunicación que estén a tono con todas las partes involucradas. Esto incluye el mecanismo a utilizarse (correo electrónico, mensaje de texto, entre otros) para iniciar la comunicación, como también el formato de la misma (formal o casual).
3. Conocer las motivaciones de los millennials que propicien el que estos lleven a cabo un trabajo que sea cónsono con las expectativas institucionales.
4. Ser receptivo a las opiniones de los millennials en cuanto a ideas o formas alternas de llevar a cabo una labor o tarea particular.
5. Determinar qué prácticas de la empresa o academia se pueden ajustar a las características de los millennials, sin afectar adversamente las metas y objetivos de la organización.
Lista de referencias:
Ismail, L. (2014, November 7). Study blames millennial ambition for workforce decline. Recuperado el 10 de noviembre de 2014 de: http://kimt.com/2014?/11/07/study-blames-millennial-ambition-for-workforce-decline/
Kadleck, D. (2014, October 31). Pigs fly: Millenials finally embrace stocks. Recuperado el 10 de noviembre de2014 de: http://time.com/money?/3549779/???pigs-fly-millennials-finally-embrace-stocks/
Lareau, A. (2011). Unequal childhoods: Class, race and family life (2nd ed.). Berkeley: University of California Press.
Nenga, S. K. (2008). From selfless heroes to narcissistic praisehounds: Tracing the shifting portrayals of the millennial generation. Conference Papers — American Sociological Association, (p. 19). Boston.
Pew Research Center. (2010, February). Millennials: Confident. Connected. Open to Change. Recuperado el 10 de noviembre de 2014.
Pico, R. C. (2014, 14 de octubre). Las marcas tienen serios problemas para comprender y entender a los millennials. Recuperado el 10 de noviembre de 2014 de: http://www.puromarketing.com/88/23139/marcas-tienen-serios-problemas-para-comprender-entender-millennials.html
Singal, J. (2014, November 6). Anatomy of a terrible anti-millennials trend piece. Recuperado el 10 de noviembre de 2014 de : http://nymag.com/?scienceofus/2014/11/anatomy-of-a-silly-anti-millennial...
Smith, A. (2014, November 8). Why Millennials Pulled a Disappearing Act on Election Day . Recuperado el 10 de noviembre de 2014 de: http://www.salon.com?/2014/11/08/why_millennials_pulled_a_disappearing
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Lista de imágenes:
1) Salon, "Not all millennials are white and privileged!".
2) Imagen suministrada por el autor, diseñado por Freepik.com.
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4) Infográfica: Marketing to Millennials.
5) Susan Boutot, "Managing Millennials".
6) Alejandro González/USA Today, "Millennials Aren't Amoral and Adrift".
7) Paper Magazine, "Millenial Parents".
8) Imagen suministrada por el autor, diseñado por Freepik.com.