Urbanita- persona que vive acomodada a los usos y costumbres de la ciudad
—Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua
I
No debería sorprender que el urbanismo aparezca hoy día como solución perentoria a todos los males que aquejan nuestro quebrantado presente. Con la arquitectura en estado de vértigo, dada su propensión a prometer lo mismo siendo hoy día no más que vil cicatriz incrustada en el angustioso paisaje urbano de la crisis-nuestra-de-cada-día, el urbanismo parece ser paso lógico, próximo peldaño en la insaciable búsqueda por reivindicar doctrinas positivistas del diseño decimonónico.
Nada nuevo, se podrá observar. Tal como advirtiera Baudrillard, esta obsesión con la reescritura del pasado se viene arrastrando hace ya bastante tiempo.[1] En el caso del urbanismo (como en la arquitectura antes que él), esta obcecación concurre con una reducción del conocimiento a aplicaciones de corte técnico que persiguen, en todo caso, optimizar las actuaciones dentro del propio sistema.[2] Se puede advertir, entonces, una paradoja fundamental: la infatuación con este urbanismo decimonónico no busca transformar nada. Pretende en todo caso, hacer que las cosas funcionen de mejor manera.
De este modo, el remozamiento de un “parque urbano" no cuestiona para nada las premisas sobre las cuales éste descansa en medio de la infraestructura vial. Se conforma con hacer que el mismo "funcione" de forma más eficiente. Se trata, entonces, (y vale la pena recalcarlo) de aplicaciones técnicas; intervenciones puntuales cuya justificación descansa sobre premisas en nada específicas, que parecen dibujar una imagen idealizada de lo urbano. Es por ello que un edificio como Clínica Las Américas puede insinuar un entorno urbano que no existe, nunca ha existido, y con toda probabilidad tampoco existirá. De igual modo, el objeto sirve para ocultar la experiencia cotidiana del espacio en Puerto Rico: una experiencia suburbana que discurre en y desde el automóvil. Basta con mirar el enorme estacionamiento multipisos que queda tras de él y su desdeñable recorrido desde y hacia el mismo: puede que se pretenda ocultar la omnipresencia del vehículo a la mirada a alta velocidad del transeúnte motorizado, pero de ninguna manera la niega y mucho menos la cuestiona.
El que las premisas sobre las cuales descansa este urbanismo no queden especificadas no implica que las mismas sean arbitrarias ni que tampoco importen demasiado. Ellas apuntan, de un lado, a la descabellada ofuscación con el orden y el control que exhiben ciertas intervenciones de diseño en Puerto Rico, como, del otro, al desfase que experimenta este discurso sobre lo urbano con respecto a las transformaciones que ha experimentado el espacio desde finales del siglo pasado. Y es en el objeto donde mejor se aprecia la articulación de ambas premisas: todavía aparecen parques “urbanos” que reaccionan al caos de una ciudad industrial inexistente. En un lugar donde el espacio aparece articulado sobre las bases de la utopía agraria de Jefferson (gracias al populismo salpicado de novotratismo de Muñoz y las políticas de vivienda del Nuevo Trato) y donde la economía manufacturera hace ya demasiado tiempo se transformó en una economía de servicios, el escapismo que promueve este urbanismo es, a lo sumo, anacrónico.[3] El que estos parques necesiten de vigilancia constante a modo de evitar el vandalismo es la mejor evidencia de parques sin sujetos; o mejor, de un urbanismo sin sujeto.
Y precisamente porque es un urbanismo sin sujeto, lo más que puede proponer es una serie de aplicaciones técnicas. La ciudad inexistente aparece entonces como un conjunto de patologías que deben ser abordadas de manera puntual a modo de corregir aquello que causa esta sensación de malestar. Pero no se trata del "malestar de la cultura" ni mucho menos; en todo caso, se persigue la optimización de un sistema basado en principios insubsistentes. Entonces, se produce aquí la verdadera tragedia: un abandono sistemático de la historia que crea, como diría Baudrillard, una “memoria de síntesis,” una historia de botiquín cuyos preceptos filosóficos provienen más del mundo de la publicidad que de la academia (inexistente, por cierto, en todo este debate) y que persigue la aniquilación total del espíritu de la revuelta.[4]
II
¿Quiere esto decir que el urbanismo debe ser abandonado? Si de algo no debiera quedar duda es de la importancia que éste tiene en el presente siglo. Desde los estimados que colocan a más de la mitad de la población mundial viviendo en el entorno urbano para mediados de siglo,[5] hasta los flujos migratorios desde regiones tropicales y subtropicales hacia ciudades de climas templados,[6] cada día la ciudad figura como el escenario por excelencia del siglo XXI.
No se trata, sin embargo, de la ciudad como escenario romántico e idílico (como algunos pretenden pensarle). Más bien, es uno límpido en la medida en que los grandes retos que marcan este nuevo milenio parecen tomar forma en él. La imagen más potente que se puede tener al respecto son las protestas globales en esta, la segunda década del nuevo milenio. Desde la primavera árabe, hasta el movimiento de indignados español, pasando por el Occupy estadounidense y las multitudinarias protestas en Turquía y Brasil, todas han ocurrido en el corazón de la ciudad. No puede ni debería disputarse su naturaleza urbana; tampoco la forma en que ellas colocan en la palestra pública temas y asuntos apremiantes que afectan a una mayoría cobijada bajo la potente sombra del neoliberalismo.
De aquí que el discurso de los indignados y el 15-M español (que eventualmente diera paso a movimientos políticos como Podemos) se centre en el déficit de democracia que parece operar al interior de las grandes ciudades. Pero este déficit se manifiesta de diversas formas. Por ejemplo: en los modos en que, bajo el neoliberalismo, el espacio público se ha privatizado (como olvidar la controversia entre los manifestantes de Occupy Wall Street y los verdaderos dueños de Zuccotti Park[7]) socavando así la propia naturaleza de lo público: quede reducido a mera infraestructura, o a espacio dominado por entendimientos vinculados a lo privado. De igual forma, no debe quedar en el tintero que la ciudad siempre ha estado sometida a las lógicas de explotación capitalista desde los tiempos de la revolución industrial.[8] Nada de eso ha cambiado en el presente; en todo caso se ha intensificado de forma virulenta, como atestiguan los casos de Londres,[9] Mumbai[10] y Nueva York.[11] En todos, el valor de la tierra se ha disparado enormemente en la medida en que se ha convertido en vehículo de inversión, contribuyendo al desplazamiento de miles de personas a las afuera de la ciudad.
Ello quiere decir que la rampante desigualdad económica que tanto caracteriza nuestro tiempo tiene su manifestación espacial más concreta en la especulación inmobiliaria y el aburguesamiento de vecindarios. Por tanto, como sugiere Harvey, en muchos de los reclamos de democracia de estos movimientos multitudinarios aparece el derecho a la ciudad, a ser ciudadano.[12] El espacio público entonces gana protagonismo en la medida en que se convierte en escenario de lucha contra las fuerzas del neoliberalismo. Y es que la ciudad debe verse más allá del lenguaje que impone el urbanismo sin sujeto, el de las aplicaciones técnicas y las optimizaciones al sistema:
The city, of course, is not just a built environment consisting of buildings and streets and subways and parks and waste systems and communications cables but also a living dynamic of cultural practices, intellectual circuits, affective networks, and social institutions. These elements of the common contained in the city are not only the prerequisite for biopolitical production but also its result; the city is the source of the common and the receptacle into which it flows.[13]
La apropiación del trabajo inmaterial y lo común es la lógica que rige la actual expansión del capital (asunto que se refleja en los déficits democráticos al interior del espacio urbano). Urge por tanto rescatar al sujeto y replantear el rol del intelectual y el conocimiento dentro de esta dinámica.
Let’s call this, then, only half facetiously, a new patristic, in which the intellectual is charged with the task not only to denounce error and unmask illusions, and not only to incarnate the mechanisms of new practices of knowledge, but also, together with others in process of co-research, to produce a new truth.[14]
III
Puerto Rico no es ajeno a estos procesos. El alza dramática en ejecuciones hipotecarias apunta hacia procesos de desplazamiento y expulsión (como diría Sassen) en detrimento del disfrute del espacio colectivo y el derecho a la ciudad.[15] De igual manera, bonistas buitres (dueños de parte de la deuda y cuyo único fin es ganar un rendimiento por encima del normal) y especuladores inmobiliarios se han hecho, de a poco, de una enorme cantidad de edificios en las zonas turísticas y de alto valor. Dentro de este proceso de desplazamiento, entonces, comienzan a configurarse espacialmente lógicas de desigualdad, expulsando a sujetos que luchan y reclaman lo común al interior de la ciudad.
No debe quedar dudas de la falta de un urbanismo crítico que tome en cuenta las subjetividades que se producen al interior de la ciudad, en respuesta o coincidencia al neoliberalismo. Uno que coloque el dedo sobre las dinámicas espaciales que reproducen la desigualdad, pero que, de igual manera, señale esos puntos focales que cuestionen estas dinámicas y donde las contradicciones que le acompañan queden a flor de piel. Pero el urbanismo sin sujeto persigue la optimización del sistema; busca mejorar el funcionamiento del sistema. No cuestiona los presupuestos bajo los cuales opera. No ofrece alternativas al respecto.
No se puede continuar reduciendo la experiencia urbana a cosas como la contaminación lumínica, el reciclaje y la calle, sin abordar las relaciones de poder que ello implica. ¿O acaso el urbanismo sin sujeto es cómplice de ello? Pregunta válida en estos tiempos. Muy válida.
Notas:
[1] Baudrillard, J. (1993). La ilusión del fin. Barcelona: Anagrama.
[2] Véase al respecto, Lyotard, J.F. (1989). La condición posmoderna. Barcelona: Cátedra.
[3] Sobre la utopía agraria de Jefferson, Tafuri, M. (1976). Architecture and Utopia. Cambridge, Mass.: MIT Press. Sobre el populismo novotratista de Muñoz, Marsh Kennerly, C. (2009). Negociaciones culturales. San Juan: Ediciones Callejón.; y Nazario Velasco, R. (2014). El paisaje y el poder. San Juan: Ediciones Callejón. Sobre el suburbio como política oficial del Nuevo Trato, Fishman, R. (1987). Bourgeois Utopias. New York: Basic Books.
[4] Baudrillard, J., ibid.
[5] Según estimados de las Naciones Unidas, casi 3,300 millones de personas vivirán en ciudades asiáticas para mediados del presente siglo. Véase, Dewey, C. (2013, May 7). Map: more than half of humanity lives within this circle. The Washington Post. Tomado de:https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2013/05/07/map-more-than-half-of-humanity-lives-within-this-circle/.
[6] Véase Gates, S. (2014, Jul 28). Chicago leads U.S. cities in largest influx of downtown residents, U.S. Census Report Shows. The Huffington Post. Tomado de:http://www.huffingtonpost.com/2012/10/02/chicago-leads-us-cities-downtown-residents-census-report_n_1933516.html?.
[7] Véase al respecto Kimmelman, M. (2011, Oct. 15). In protest, the power of place. The New York Times Sunday Edition. Tomado de:http://www.nytimes.com/2011/10/16/sunday-review/wall-street-protest-shows-power-of-place.html?pagewanted=all&_r=0.
[8] Tafuri, M. ibid.
[9] Hatherley, O. (2013, Oct. 3). The best response to gentrification is better council housing. The Guardian. Tomado de:http://www.theguardian.com/commentisfree/2013/oct/03/gentrification-council-housing-london-architects-wealth?CMP=twt_gu.
[10] Karkaria, B. (2014, Nov 24). Mumbai is on the verge of imploding. The Guardian. Tomado de: http://www.theguardian.com/cities/2014/nov/24/mumbai-verge-imploding-polluted-megacity?CMP=share_btn_tw.
[11] Harvey, D. (2014). The crisis of planetary urbanization. Post: Notes on Modern and Contemporary Art Around the Globe. Tomado de:http://post.at.moma.org/content_items/520-the-crisis-of-planetary-urbanization?utm_content=buffer95f9c&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer.
[12] Ibid. Sobre el tema de la desigualdad, Picketty, T. (2014). Capital in the Twentieth Century. Cambridge, Mass.: The Belknap Press of Harvard University Press.
[13] Hardt, M. & Negri, A. (2009). Common Wealth. Cambridge, Mass.: The Belknap Press of Harvard University Press. (p. 154).
[14] Ibid, p. 118.
[15] Sobre las ejecuciones hipotecarias, Saker Jiménez, G. (2016, Feb. 7). Crisis y desconocimiento inciden en el alza de ejecuciones hipotecarias. Noticel. Tomado de: http://www.noticel.com/noticia/186391/crisis-y-desconocimiento-inciden-en-alza-de-ejecuciones-hipotecarias.html; y Caro González, L. (2016, Mar. 6). Invisibles ante dilema humano. El Nuevo Día, pp. 4-5. Sobre la expulsión como lógica subyacente al neoliberalismo, Sassen, S. (2015). Expulsiones. Buenos Aires: Katz Editores.