La situación precaria medioambiental nos afecta a todos y todas; sin embargo se debe reconocer que hay grupos que corren un mayor riesgo, como los niños y niñas, las mujeres y los pobres.1
—Alicia H. Puleo
Entre el 2005 tuve el privilegio de entrevistar a Judith Conde Pacheco, cofundadora de la Alianza de Mujeres Viequenses. Luego, en el 2009, participamos en un conversatorio sobre género y desarrollo sustentable. En esos momentos investigaba sobre el ecofeminismo y el rol de las mujeres en las luchas ambientales en Puerto Rico. Cuando nos sentamos a conversar en el 2005, le pregunté cuál había sido su experiencia y la de otras mujeres dentro de la lucha viequense, en contra de la Marina estadounidense. Me interesaba saber si habían demostrado una preocupación por los efectos nefastos que el Ejército estadounidense había cometido contra el medioambiente en la Isla Nena. Ella comenzó diciendo lo siguiente: “cuando la mujer percibe riesgos [en el ambiente] tiende a participar más y tiende a atreverse a salir a la calle a hacer más cosas [protestar]”. Luego me narró cómo ella, junto a Gladys Rivera, fundaron la Alianza de las Mujeres Viequenses:
La muerte de David Sanes… nos tocó muy de cerca, es como de familia, de la casa de uno. Fue interesante porque Gladys, quien es trabajadora social, y yo trabajo con la comunidad, entonces las dos empezamos a hilvanar y a empatar… Yo creo que hay otras mujeres que están preocupadas como nosotras, pero no se atreven decirlo. ¿Por dónde le entramos al asunto?... Nosotras estamos preocupadas… Lo que no sabíamos era cuantas otras mujeres se atreverían… De ahí viene la convocatoria, de vamos a invitar a mujeres para hablar de esto… Cuando llegaron 25 mujeres, nos llamó mucho la atención…
Entonces yo le comenté a Gladys que yo estaba haciendo una revisión de esta literatura: de que cuando la mujer percibe riesgo —en términos al impacto ambiental, impacto a la familia, a la casa de uno— como tiende a salir a la calle. Esta metáfora de la casa fue lo que nos permitió a movilizarnos mucho en términos de que no somos expertas de ambiente, no somos expertas en la política, no somos expertas en unas discusiones que se habían dado ya en la lucha de Vieques, pero sí tenemos algo en común: tenemos una casa y tenemos familia. Ese fue el elemento de dónde empezar a hablar sobre otras cosas, pero desde la casa, la casa como metáfora. Eso fue abriendo diferentes espacios para la participación porque se usó… Tenemos esta casa que es Vieques, ahora estamos todas arrinconadas en un solo cuarto, ahora es la oportunidad de abrir la puerta e ir a otros cuartos de la casa, ¿en qué cuarto yo me quiero ubicar? ¿Quiero salir a la calle? ¿Me quiero quedar en la cocina? ¿En qué espacio de la casa yo me quiero quedar? De ahí resultó que algunas dijeron: “Yo no voy a salir a la calle, yo no voy a piquetear”. Cuando nos encontramos ese 14 de mayo [1999] fue un momento de desahogarse, de traer inquietudes, habían compañeras que estaban preocupadas sobre el ambiente, otras por la salud, otras simplemente por la presencia militar o el militarismo, otras estaban preocupadas porque sus maridos eran los que estaban vinculados en las luchas y para ellas representó la pérdida de la presencia de ese marido por muchísimo tiempo… A otras el impacto que esto tenía, todo esto al interior de su familia… Cada una venía con su propia experiencia…
Otros ejemplos sobre esos vínculos es cuando se da lo de las primeras discusiones, volviendo a la metáfora de la casa, sobre el proceso de limpieza de los terrenos [se habla de que] hay un problema de ambiente, hay que limpiar, se han encontrado tales y más cuales contaminantes… Wau, nosotras no sabemos nada de ambiente. ¿Cómo vamos a ir a este proceso de vista pública, o a este proceso donde realmente los que participan son expertos y científicos, a decir que nosotras, las mujeres viequenses, estamos preocupadas por el ambiente? Nosotras nos preguntamos: ¿cómo participamos? Sencillo, volvemos otra vez a la metáfora de la casa. Lo que usamos fue: ¿Cuándo nosotras vamos a limpiar nuestra casa, el piso, mínimo…? En nuestra lógica de la casa hacemos cuatro pasos en un sitio donde van a estar nuestra familia, nuestros hijos, y es un sitio donde no se tiró bomba… De manera que si tú lo que tiraste en el piso de la casa, que es Vieques, bombas de todo tipo por más de sesenta años, tú no me puedes venir a decir aquí, a mí, que vas a usar un detector de metales, vas a explotar en sitio, vas a certificar y te vas. Para nosotras eso es como meter la basura debajo de la alfombra… Era, no cerrar el espacio, ni la oportunidad de que nosotras podíamos intervenir y participar y que de la manera que los vamos a hacer es acercándonos a la experiencia cotidiana, lo que es real para nosotras. Así hemos ido confrontando cada cosa… (Conde Pacheco, 2005)
Las aportaciones hechas por las mujeres dentro de luchas sociopolíticas y medioambientales se dan desde la desigualdad de género. La cuestión de género es evadida dentro de muchas organizaciones y causas socio-políticas no feministas. En Puerto Rico también esta postura ha sido la tradicional. Este fue el caso de las luchas por la salida de la Marina de los Estados Unidos de la isla municipio de Vieques. En mi entrevista a Conde Pacheco (2005), una de las mujeres pilares en esta lucha, ella comentó sobre experiencias similares donde no se tomaban en cuenta las necesidades particulares de las mujeres:
Había elementos que no se trajeron mucho a debate, eran mujeres, eran mamás... En el caso mío particular, había jerarquías: la mujer de Vieques versus la mujer que vino de allá [la isla grande – Puerto Rico]; la mujer blanca versus la mujer negra.
Según Lagarde (1999), las mujeres han sido “escuchas, testigos, apoyos solidarios y comprometidos hasta el despido, la cárcel, la represión, el exilio y la muerte” (p. 16). Esto se ha evidenciado en múltiples causas o movimientos socio-políticos a través de la historia. Las mujeres se han dedicado a participar activamente en organizaciones en las cuales no se les ha tomado en cuenta a pesar de que su rol era fundamental en el sostenimiento de estas. Sobre la lucha por la salida de la Marina de Vieques, Conde Pacheco (2005) comentó:
Cuando nosotras comenzamos a participar, fueron los compañeros que nos invitaron a participar de forma bien tradicional: cocinando. No fue hasta que nosotras dijimos, mira vamos a participar en la Comisión que asignó el gobernador Roselló y vamos a hablar. Ellos [decían]: “Ellas son un grupo comunitario, ellas son un grupo social, no saben de política, no saben organizarse…”. Pero cada una de nosotras habíamos estado en otras organizaciones, en la organización de los maestros o en la organización de cada uno de nuestros respectivos trabajos o estábamos en la organización de la iglesia… Nosotras habíamos participado en procesos colectivos y de organización y había una compañera que fue hasta candidata de alcaldesa de Vieques por el Partido Independentista. […]
[Las mujeres decían:] “Nosotras también queremos hablar, nosotras también vamos a decir, nosotras también vamos a opinar”. […] El proceso fue intenso, los compañeros nos trataban… [Decíamos:] “pero espérate un momento, aquí el enemigo es la Marina o somos nosotras?!”. Nos dijeron de todo: “No saben… locas… lesbianas… ahora quieren estar en la calle… aquella se divorció por estar metida en la Alianza… Ellas no saben cómo se hace este trabajo… Ellas no conocen”.
A pesar de estar conscientes de que ellas aportaban ideas, estrategias y que tenían una gran capacidad de convocatoria, a los compañeros de la lucha en contra de la Marina se les hizo muy difícil permitirles una atribución de poder, un espacio de participación dentro de la lucha. Además, Judith y la Alianza lograron laerradicación de los miedos que las mujeres y las familias le habían tenido a la Marina por generaciones. Sus esfuerzos hicieronposible que otras mujeres se integraran, e integraran a sus familias a la lucha, y rompieran con el terror que prevalecía en gran parte de las comunidades de Vieques. Conde Pacheco (2005) dijo:
La presencia [de las mujeres] trajo más gente a la lucha en el sentido de que nosotras cargamos con los maridos, los hijos, los nietos y todo el que creía que lo que estábamos haciendo estaba bien… Decían: “A pues, si Judith está allí, si Carmen está allí, si fulana está allí, quiere decir que no nos va a pasar nada y podemos ir… rompiendo con un montón de miedos que teníamos a decir algo en contra de la presencia militar… perder nuestros trabajos.
Conde Pacheco también compartió lo que ocurrió con las mujeres que se unieron a la Alianza y se manifestaron en contra de la Marina. Me habló sobre cómo, a pesar de todos los obstáculos que se interpusieron en su camino (la Marina, algunos esposos, otros compañeros que entendían que no había espacio en esta lucha para las mujeres y obstáculos internos), se mantuvieron en pie de lucha:
Tuvimos muchísimos amigos como muchísimos enemigos, pero fue un proceso bonito, bueno para nosotras, al punto que ahora hay unas mujeres que no necesariamente están participando del proceso directo en las cosas de descontaminación, pero están organizando a la comunidad sobre otros asuntos de salud, sobre ayudar a los deambulantes, sobre servir de apoyo a mujeres pacientes de cáncer, haciendo cosas fuera de su casa. En una ocasión convocamos una manifestación frente a los portones y de momento escuchamos este único caldero con aquel cucharon ‘taquete-taquete’. Era ella, [una de las mujeres que no había querido salir a protestar], que estaba diciendo: “estoy aquí, no tengo miedo”… Lo bueno es que logró que su esposo la acompañe, sus hijos la acompañan en ese montón de cosas que está haciendo; cuenta con el respaldo de su familia. Y esas son las cosas que a nosotras nos parecieron bien importantes…
Santana Cova (2008) utiliza la casa y la domesticidad, lugar desde donde las mujeres han sido invisibilidades, omitidas del crecimiento económico que “se ha definido a sí mismo con aquello que tiene lugar fuera de la casa. Esta viene a ser la verdadera raíz de la economía, la ecología y las actividades de las mujeres, por cuanto tanto economía como ecología derivan del prefijo OIKOS (eco), lo cual se relaciona con la casa” (p. 44). Judith Conde Pacheco coincide con este planteamiento al referirse a cómo la Alianza se organizó. Según Conde Pacheco (2005), las mujeres que formaron parte de la Alianza definieron cómo iban a manifestarse en contra de la Marina de maneras muy distintas a los hombres o a lo considerado como comportamiento “guerrillero”:
Sus rostros y sus voces crearon la visibilidad necesaria para transmitir su mensaje de paz y de solidaridad e inspiró a muchas mujeres de todas edades, niveles económicos, partidos políticos, religiones y orientación sexual a unirse para luchar por la comunidad femenina al igual que por su casa entera [Vieques].
Santana Cova (2008), como Conde Pacheco (2005), utiliza la casa como metáfora de la tierra, de lo doméstico y el salir de la casa e ir a la calle a trabajar y a protestar como entrar a la esfera pública, a la lucha. Para el ecofeminismo, la casa representa el planeta y la economía, “donde la actividad de las mujeres en estas es trascendente desde el punto de vista productivo y reproductivo” (Santana Cova, 2008, p. 44). Menciona que algunas de las ecofeministas latinoamericanas más reconocidas (Ivonne Gebara, en Brasil; Rosa Dominga Trapazo y el Colectivo Talitha Cumi, en Perú; Safina Newbery y el Colectivo Urdimbre de Aquehua, en Argentina; Mary Judith Ress, en Chile; Gladys Parentelli, Rosa Trujillo y el Colectivo Gaia, en Venezuela) “vienen proporcionando desde sus países algunas respuestas a la actual crisis ecológica y su vinculación con el modelo de dominación capitalista patriarcal, donde, por supuesto, las mujeres están participando, a nivel local, en situaciones concretas de recuperación y conservación del ambiente” (Santana Cova, 2008, p. 44). Luego insiste en que las mujeres también deben participar en la toma de decisiones sobre aspectos “que van más allá de la conservación del ambiente, como es el uso, ordenamiento, protección y rehabilitación del ambiente y de los recursos naturales, así como el soporte económico necesario para la ejecución de las políticas y programas correspondientes” (Santana Cova, 2008, p. 45).
Conde Pacheco (2005) compartió su opinión al respecto cuando habló de lo sucedido luego de que la Marina se fuera de Vieques y cómo los hombres activistas y las mujeres difirieron en lo que debería de pasar con las tierras. Ambos querían la devolución de las tierras, pero diferían en cómo y cuándo era preferible que esto sucediera. Mientras los hombres querían la devolución de todos los terrenos de inmediato, no lo querían así las mujeres de la Alianza, por varias razones:
Los terrenos se pasaron al Servicio de Pesca y Vida Silvestre por una cosa política; fue una cosa manejada. Yo pienso bien mal, pero ahí está… Entonces, nosotras entendemos que hasta que nosotros no tengamos un plan concreto o un plan propuesto de cómo nosotros queremos utilizar ese terreno, nosotros, la consigna de “Devolución ahora” nos provoca miedo. Nos provoca miedo de que en un arranque uno de estos congresistas con un plumazo nos devuelva un terreno que está contaminado, que no ha recibido el debido proceso de limpieza y nosotros como comunidad no tenemos los recursos para hacerlo… A nosotras nos parece que debe de haber un plan bien estructurado que proteja esos terrenos… Nosotras lo vemos como un ejercicio de transición, que nosotras como comunidad tenemos que fortalecernos para hacer un plan estratégico, buscando para cuando se devuelvan las tierras estén limpias. Pero ha traído diferencias con los compañeros que lo ven como “¡Me lo devuelven ahora!”. Una cosa bien importante para nosotras ha sido respetar esas opiniones y llegar a algún tipo de consenso porque lo otro es empezar a pelear y a dividirnos… que lo que hace es que nos debilita ante el Congreso, ante un montón de gente, nos debilita. En ese sentido, nosotras hemos sido más coherentes y consistentes.
El posicionamiento de las mujeres de la Alianza bajo el liderato de Conde Pacheco promovió los procesos de concienciación y de formación de una nueva ética ecológica que busca establecer los mecanismos necesarios para la recuperación de la tierra y la búsqueda del equilibrio ecológico. Su preocupación, como expresa Conde (2005), no era tan solo la devolución de los terrenos, sino el modo en que serían estos devueltos. Su impacto era considerado, no tan solo como una victoria de su lucha, más bien la preferían como una victoria de la comunidad que les aportara beneficios y no diera paso a más miedos, preocupaciones o divisiones.
La sustentabilidad es un proceso que permite satisfacer las necesidades de la población; le da importancia al pensamiento a largo plazo, planificando así una vida que repercutirá en las presentes y futuras generaciones; intenta redefinir la salud desde un aspecto social y medioambiental (la naturaleza, sociedades tradicionales…); y nos obliga a preguntarnos quién va a rescatar nuestras tierras. Además, el desarrollo sustentable supone la equidad intra e intergeneracional, la equidad de géneros y el respeto a la diversidad cultural (Flores Bedegral, 2003). El género se enmarca en el análisis de la relación entre hombres y mujeres, y de la posibilidad de participar y asumir roles protagónicos. La relación implica dejar de mirar la responsabilidad hacia los recursos como una carga y verlo como una forma de aliviar las cargas generadas. Según Conde Pacheco (2009), la contestación para un mejor desarrollo sustentable:
[…] tiene que darse en el trabajo que podamos hacer juntos y juntas, hombres y mujeres, desde este contexto es que quiero plantear el asunto de género dentro mujeres de verde: que tiene que darse una relación de trabajo entre hombres y mujeres que permita el desarrollo adecuado de nuestros recursos. En ese sentido es bien importante que el uso que cada uno de nosotros le demos a nuestros recursos, hombres y mujeres, es fundamental para un desarrollo sustentable. Género desde mi perspectiva es ‘la importancia que tiene que trabajemos juntas y juntos para tener un buen medio ambiente’. Y ¿qué es eso del medio ambiente? Pues, todo lo que nos rodea. Todo este recurso que nos rodea: estamos rodeados de agua, de aire, de tierra de organismos vivos que interrelacionan e interactúan con nosotros y, muchas ocasiones, lo que ha ocurrido con nuestro medioambiente es que asumimos una relación de dominación con nuestros recursos, donde nosotros entendemos que están ahí para servirnos, que nunca se van a acabar y que funcionan solamente para nosotros. Y esa no es la realidad: funcionan para nosotros en medida en que funcionan para otros organismos que viven en ese medio ambiente. Así es que, es bien importante que empecemos a entender esas interrelaciones (el humano, el género, la mujer y el hombre) en función de las demás relaciones que tenemos con nuestro medioambiente. Medioambiente físico porque comienza inclusive desde nuestro hogar. Ese es el primer medioambiente que tenemos: el espacio físico desde donde nos cobijamos. Pero también tenemos el patio, y después del patio tenemos la comunidad, y después de la comunidad tenemos el municipio completo, y después del municipio tenemos nuestra Isla y nuestras islas, en el caso mío. Mucha gente pensaba que lo que ocurría en Vieques no tenía ninguna relevancia con lo ocurría en la Isla Grande, cosa que no es cierta. Así es que, veamos el medio ambiente como ese espacio donde nos encontramos todos, donde interactuamos y nos relacionamos, y que, en la medida en que nuestra relación sea en armonía con todos y todas los que habitan en ese espacio, la cosa va a tener productividad para nosotros.
Conde Pacheco (2009) define el desarrollo sustentable de una manera accesible y práctica. Coincidimos con esta activista al decir que para llegar a un verdadero desarrollo sustentable tenemos que conservar y cuidar los recursos naturales. ¿Para quién? Para nosotros y para que los que vienen después de nosotros:
Nosotros tenemos que cuidar para los que vienen atrás porque ciertamente no se trata de ahora, de nosotros, de nuestras vidas solamente, se trata de vida misma. Y tenemos que mirar que dentro de ese desarrollo incluya a todas y a todos y que no solamente pensemos que el desarrollo es tener muchas casas, tener muchos edificios, tener muchas carreteras, tener muchos puentes, que todos tengamos un nivel económico bien alto… Por otro lado, tenemos que pensar que un desarrollo sustentable es aquel que piensa en sí añadir tecnología, pero no todo lo hace la tecnología. Y en ese sentido desde el área de la agricultura, que, aún con todas las tecnologías que se han desarrollado, no hay nada que sustituya lo que es el recurso “tierra”. De manera que nosotros hacemos relaciones en y con la tierra. Si nosotros seguimos malutilizando el recurso “tierra”, eventualmente vamos a tener problemas.
Según Conde Pacheco (2004), “nuestras historias no contadas son necesarias para la organización de procesos, para la recuperación de nuestra identidad y para cambiar las visiones que se tienen sobre la participación de las mujeres en los espacios de transformación social, política y económica de la sociedad” (p. 6). Este compromiso de las mujeres luchadoras con su comunidad, que vemos a través de la historia contada y la historia no contada, es lo que Conde Pacheco afirma al señalar que como mujeres puertorriqueñas “nuestra inteligencia, creatividad y valentía han contribuido a la formación y el bienestar de nuestra comunidad. Desde el hogar hasta la vida política, todas hemos contribuido a forjar la nueva generación de mujeres que Vieques necesita para seguir adelante” (p. 72).
Notas:
1. Paráfrasis de un postulado ecofeminsita. En estudios realizados a los residentes de Vieques y otros municipios de la Isla que apuntan a que la contaminación medioambiental afecta más a las mujeres. Algunos investigadores sostienen que las mujeres se ven mayormente afectadas por la contaminación al tener una mayor proporción de tejido graso en su organismo donde sustancias químicas tienden a fijarse.
Lista de referencias:
Conde Pacheco, J. (2004). Diario con nombre de mujer… Rostros y voces para una cultura de paz (Tesis de maestría). Departamento de Educación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Conde Pacheco, J. (2005, 20 de noviembre). Entrevista por R. Domenech. La líder comunitaria y cofundadora de la Alianza de Mujeres Viequenses, nominada para el Premio Nobel de la Paz en el 2005.
Conde Pacheco, J. (2009, 10 de marzo). Mujeres de Verde: convergencias entre el género, el desarrollo sustentable y el medio ambiente. En J. Vélez, W. Miranda Marín y R. Domenech Cruz, Conferencia de feministas verdes. Presentada por la Oficina de las Mujeres y el Municipio Autónomo de Caguas, en el Jardín Botánico y Centro Cultural de Caguas, Puerto Rico.
Flores Bedregal, T. (2003). Género y desarrollo sustentable: desarrollo social, 1(1).
Lagarde, M. (1999). Claves identitarias de las latinoamericanas en el umbral del milenio. En A. M. Portugal y C. Torres (Ed.), El siglo de las mujeres (Ediciones de las mujeres, 8 ed., pp. 13-28). Santiago, Chile: Isis Internacional.
Puleo, A. (2008). Las mujeres y el deterioro medioambiental. Revista Crítica, 951(Año LVIII). Tomado de
Rabin, R. (2010, 23 de abril). Re: Reseña del Simposio de Vieques. [Correo electrónico]. Tomado de robert.rabin@cprdv.org.
Rosa Serrano, N. (1996, diciembre). Impacto ambiental del bombardeo de la Marina en el área de la Isla de Vieques. Investigación presentada en la Facultad de Naturales, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Santana Cova, N. (2008). El ecofeminismo latinoamericano: las mujeres y la naturaleza como símbolos. Tomado de http://oai.saber.ula/ve/cui.winlbe.
Lista de imágenes:
1) Judith Conde Pacheco.
2) Dennis Rivera, María Josefina Gutiérrez, ama de casa, La Esperanza. Esposa de un sobreviviente de cáncer, estuvo en demostraciones como parte de la Alianza de Mujeres Viequenses.
3) Dennis Rivera, Corporina Sanes Rodríguez, ama de casa, del barrio Florida. Hermana de David Sanes Rodríguez.
4) Dennis Rivera, Asunción Rivera, enfermera escolar, Monte Santo. Miembro de la Alianza de Mujeres Viequenses y de grupos que laboran contra el cáncer, tras la muerte de su padre y su hermana.
5) Dennis Rivera, Iris Raquel Cintrón, maestra retirada. Miembro de la Alianza de Mujeres Viequenses y madre de un desobediente civil.
6) Dennis Rivera, Saidi Torres, enfermera retirada, Pozo Prieto. Fue parte de la Alianza de Mujeres Viequenses y de Relevo por la vida. Su madre y su hija murieron víctimas de cáncer.
7) Dennis Rivera, Mercedes Pérez Castro, maestra y comerciante. Ofreció acompañamiento musical junto con su esposo, frente a los portones del Campamento García.Miembro de la Alianza de Mujeres Viequenses.