Tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Berlín durante el pasado mes de junio como parte de un viaje de investigación colaborativo entre el grupo CIUDADLAB[1] y estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico[2]. De primera instancia, queríamos averiguar qué era lo que hacía que esta ciudad alemana se le reconociera como un paraíso idóneo para los sectores creativos y artísticos que la residen —en gran medida también, la opinión popular para muchos de los integrantes del “corillo” de la escena puertorriqueña y su obsesión por las prácticas temporeras del espacio.
En esta ocasión, 16 investigadores se trasladaron a esta ciudad para evaluar un lugar donde las crisis de las permanencias se hacen sentir por todos lados: crisis con la memoria construida, con el manejo del vacío (físico, demográfico y económico) como estrategia de ciudad y con la carga ideológica y política que, aunque común en todos lados, se agravan aquí por las situaciones históricas que embrujan constantemente a esta capital europea. Las lecciones fueron muchas –y la carga del pasado pesa–, pero a nuestro entender en Berlín se formulan paradigmas urbanos de futuro.
Ante la supuesta imposibilidad del plan maestro atender ciudades que han quedado vacías y con economías frágiles, parece ser que las impermanencias, lo espontáneo y la intervención a pequeña escala se han convertido en los nuevos arquetipos para el urbanismo dentro de esta capital alemana. En el manejo de sus distintas crisis, y el vacío que ha permanecido y se ha elaborado, se han desarrollado ejemplos concretos de este nuevo esquema emergente de ciudad. La pregunta es: ante tanta medida de austeridad y con la creciente aparición de la especulación de las bienes raíces en Berlín, ¿podrá este tipo de práctica sobrevivir?
BMW Guggenheim Lab - Berlín
El proyecto temporero del BMW Guggenheim Lab es una estructura temporera diseñada por la firma japonesa: Atelier Bow-Wow. El proyecto tiene cualidades de un teatro escenográfico más que de un edificio, y empezó su gira en Nueva York en donde se situó por varios meses en una parcela vacía en el East Village. En este tiempo se realizaron conferencias, talleres y exhibiciones, entre muchas otras actividades y eventos. Su acogida en la ciudad de Nueva York fue increíble, pero la historia de cuándo se trasladó a Berlín fue muy distinta.
Berlín, una ciudad en en el que se mira con gran escepticismo y escrutinio cualquier tipo de herrada corporativa, confrontó críticamente a este proyecto desde que se anunció su llegada a la capital alemana. A partir de una serie de protestas en contra de la aparición cada vez más firme en contra del aburguesamiento o la “gentrificación”, se dejo entender que este proyecto iba a propiciar que las prácticas de desplazamiento de ciertos sectores, hasta hace muy poco muy ajenas a Berlín, se trasladaran a este barrio de residentes de escasos recursos y de artistas jóvenes. Después de varios intentos de reubicaciones fallidas, al fin se decidió por trasladar el proyecto al distrito de Prenzlaur Berg, y allí fue que nos dimos cita para entender las particularidades y los retos que enfrentaba este proyecto.
Al primero llegar, con lo que nos topamos fue con un espacio en donde se preparan exhibiciones y talleres dentro de un edificio restaurado para estos fines. Allí conocimos a la urbanista australiana, Rachel Smith. El recibimiento no fue tan cálido, y es que aunque habíamos coordinado la entrevista con meses de anticipación, Smith nunca supo que el grupo era tan grande; desde el inicio la cosa empezó mal, y Smith siempre estuvo muy a la defensiva y se mantuvo escueta al contestar cualquier pregunta que le hacíamos. Pregunta tras pregunta, nos seguía reiterando que ella había preparado un documento en Excel que incorporaba las necesidades y angustias de los residentes locales a partir de una serie de entrevistas a la comunidad que ella había realizado. Éste se convirtió en su documento de absolución, y cada vez que le hacíamos una pregunta de índole inquisidora aludía al mismo. Al cuestionarle por cuánto tiempo había trabajado con este documento, nos contestó que tan solo dos semanas. El documento nunca lo vimos.
Badeschiff (piscinas)
Otra de las visitas que realizamos fue a Badeschiff, unas piscinas artificiales sobre el río Spree. Después de un largo día de verano corriendo bicicleta, sonaba perfecto ir a visitar y tirarnos al agua. Ubicado en una antigua área industrial, este lugar nos permitió entender mejor cómo funcionan estos proyectos creativos de naturaleza pública. Lo que muchos solo interpretan como unas prácticas temporeras de ocupar espacios abandonados se llevan una sorpresa al ver lo altamente planificado y organizado que operan estos proyectos. Se nos cobró la entrada, y de ahí pasamos a un área de baños y duchas que muy cerca tenía un restaurante tipo café. Así las cosas, poco a poco íbamos realizando que este supuesto lugar de ocio, liberación y deleite del cuerpo realmente es un espacio altamente reglamentado. La ducha, obligatoria antes de adentrarte al agua, causó controversia cuando a dos o tres estudiantes los viraron al asomársele su calzoncillos encima de su traje de baño; práctica común en Puerto Rico al ir a la playa que acá en Berlín no se tolera. Difícil era hasta ponerse a flotar y relajarse en el agua, dos o tres miradas malas nos llevamos de los nadadores alemanes que con increíble sintonía realizaban sus brazadas de natación por varios carriles improvisados.
Aquí fue uno de esos espacios en el que nos topamos con esa gran contradicción del sujeto Berlinés; que del mismo modo es relajado y liberal, a la vez que estricto e intolerante a ciertas prácticas del cuerpo. En Berlín podemos ver dos maneras muy distintas de visualizar el espacio ocurriendo simultáneamente. El modo en que el sujeto participa del espacio a partir de unos parámetros que lo regulan está constantemente negociado y enfrentado a una espontaneidad y un entendimiento muy liberal del cuerpo. En el encuentro entre estos dos extremos yacen las pistas para entender la naturaleza compleja del ciudadano berlinés y el modo en que habita y se representa en la ciudad.
Museos y memoriales
En parte el cuerpo en Berlín es a su vez constituido y representado por los museos de titularidad estatal o cultural, es decir, entidades como la Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano y la Fundación del Museo Judío de Berlín. La Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano fue fundada en el 1957. Es propietaria de los museos estatales de Berlín y es una de las principales organizaciones culturales del mundo que encarna la responsabilidad compartida con el gobierno de manejar la cultura en Alemania.
Los Estados Alemanes Federales y el Gobierno Federal alemán brindan el apoyo económico a la Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano; la mitad al norte de lo que hoy conocemos como Alemania fue en realidad un territorio que Prusia abolió en 1932. Esta particularidad se refleja en los valores presentes al día de hoy en el Berlinés: el militarismo, la profesionalidad, el orden y lo parsimonioso. Berlín fue la capital del antiguo reino de Prusia y esto da lugar a la preservación fuerte de su legado cultural, especialmente durante el régimen Nazi, donde se intentó realizar una reconstrucción conceptual del carácter alemán por parte del Estado.
El cuerpo y la naturaleza de las piezas expuestas de una manera compensa en los alemanes la historia perdida durante el Tercer Reich y la falta de una historia colonial antes de eso. Esta carencia, en parte, se llenó en vez con artefactos arqueológicos extranjeros que ahora se exhiben en el Museo de Pérgamo y el Museo Altes.
La Segunda Guerra Mundial dejó una marca física sobre Berlín y la ciudad luego de haber sido dividida intentó generar y recrear los símbolos para proyectar la añorada unificación del país alemán. En este caso, la herencia de Prusia se vuelve a convertir en el imaginario y artificio de la unificación: una representación espacial de un intento de equiparar la identidad nacional alemana con Prusia. Ambos museos exhiben tesoros análogos a su origen y estas historias recreadas no se limitan a los museos o monumentos de Berlín, además se narran constantemente a través del espacio social y físico del exterior.
El Memorial del Holocausto y el Museo Jüdisches ayudan a simular en sus visitantes el sentido de angustia y pérdida causado por el Holocausto, tomando al espectador a través de espacios que tocan sus emociones. Los museos y monumentos en Berlín encarnan un lenguaje formal que permite al visitante participar y tener que atravesar por el espacio para poder realizar una experiencia que no es del todo simulada y mucho menos del todo real. Aparte de las referencias visuales presentadas, hay un fuerte interés por proyectar estas historias a través de la experimentación con el propio espacio, teniendo en cuenta el entorno físico y los sentidos.
Por otro lado, Berlín se vio profundamente afectado por el culto a la bandera enfrentado durante el régimen Nazi, y más tarde con la ciudad dividida, donde se evitaba cualquier tipo de símbolo de patriotismo nacionalista. Sin embargo, en el museo Deutshes Technik, algunos de estos logros y avances tecnológicos alemanes se celebran. Se exhibe en retrospectiva la historia cultural de las innovaciones tecnológicas, militares y científicas tales como los aviones, maquinarias y herramientas utilizadas durante el Tercer Reich. El cuerpo Nazi y cómo se representaba aludía también a estos “avances”, y aquí se presenta paralelamente sin ningún problema; aunque esto pudiera recordar al pasado cruel de este régimen.
Este fue otro momento que se hizo sentir el modo complejo en que se maneja la historia y el espacio en Berlín; en el que el exterior queda despojado de cualquier referencia literal de una ideología pasada en contraposición a un interior que visibiliza estos contenidos. Según descubríamos, es detrás de las paredes de los museos y las instituciones oficiales que se dejaban ver estos particulares (a veces horrendos) que ahora quedaban esterilizados y estetizados. Nos percatábamos que mucho cuidado hay que tener, ya que el orden y la categorización que provee la curaduría visual disimula en muchas ocasiones estos actos violentos.
Como nos relataba Benjamin Foerster —del reconocido grupo de artistas y arquitectos alemán Raumlabor— en una entrevista que le realizábamos en el antiguo aeropuerto Nazi de Tempelhof (ahora transformado en parque): “en el uso del espacio público se deben reconocer e implantar nuevas memorias, en estrecha coexistencia con las del pasado; sean éstas traumáticas o no”.
El Palacio del Reichstag
We feel free because we lack the very language to articulate our unfreedom.[3]
-Slavoj Žižek
En un día lluvioso fue que nos tocó visitar el palacio restaurado del Reichstag. Ya habíamos intentado entrar unos días antes, pero debido a la seguridad intensa que existe en este edificio uno tiene que realizar la reservación con varios días de anticipación. No obstante, la tradicional organización alemana nos falló, y al llegar una confusión en los correos electrónicos nos había cambiado la visita para las 1:00pm, y no para las 8:00am como habías inicialmente planificado. Tuvimos suerte en esta ocasión, y nuestro encanto caribeño nos funcionó para que nos dieran la oportunidad de entrar.
La intervención del arquitecto Norman Foster no deja de ser un proyecto impresionante y de gran resolución arquitectónica. Sin embargo, es la participación del usuario lo que más me interesa discutir para efectos de este escrito. El proyecto argumenta que la nueva cúpula en cristal comunica la transparencia de un nuevo Estado unificado, en el que la inclusión espacial del usuario adentro de la misma muestra quién vigilará a ese cuerpo en poder. Sin embargo, es precisamente la rampa en espiral en los límites interiores de la cúpula la que hace eco de la interpretación de la libertad y democracia contemporánea que argumenta Žižek. El sujeto que habita la cúpula se encuentra en continuo movimiento, sin la capacidad de detenerse, de participar, de protestar, de articular. La libertad, en este caso, se otorga al cuerpo desprendido y reprimido por el mismo movimiento que lo hace participar de este supuesto espacio democrático. Una pieza más sincronizada y en constante desplazamiento dentro de la maquinaria que ejerce el poder —a veces dentro del antiguo palacio, pero en la mayoría de las ocasiones invisibilizado en el territorio fuera de él.
En fin, lo que se comprueba es que las máquinas predeterminadas para la representación de la libertad son imposible de poner en marcha; por lo contrario, cualquier intento por realizarlas termina sirviendo en contra de este fin. Es por eso que urge un lenguaje para una participación ciudadana más auténtica. Sin ello, seguiremos siendo cuerpos partícipes de una impermanencia de la democracia que perdura.
* La exhibición titulada: Berlin - Enduring Impermanence abrirá este próximo jueves, 13 de diciembre de 2012 a las 7:00pm en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan.
Notas:
[1] CIUDADLAB es un colectivo sin fines de lucro de investigación, diseño y acción sobre la ciudad. Desde el 2005 se ha dado a la tarea de investigar diversos contextos de ciudades, tales como Orlando en la Florida, Moscú en Rusia y Río de Janeiro, Sao Paulo y Brasilia en Brasil, también Santiago, Valparaíso y San Pedro de Atacama en Chile, para así elaborar investigaciones y análisis de sus dinámicas cotidianas y realidades contemporáneas. Esto para servirnos como punto de comparación crítico y reflexivo de nuestro contexto local puertorriqueño. A través de sus 8 años de existencia, CIUDADLAB ha colaborado con la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico.
[2] Para esta investigación y este ensayo sobre la ciudad de Berlín en Alemania colaboraron quince estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico: Tyrene Calvesbert, Victoria A. Eckhardt, Lorena Matos Cardona, Raúl Martinez Santos, Nora B. Marrero, Jan Millán Domenech, Frank Morales, Alexandra Rodríguez Fuentes, Ricardo Orfila Roldán, Armando Pérez, Mariana Dolores Rivera, Radamés Soto, Amanda Torres, Ana Paola Vázquez y Luis Villanueva.
[3] Slavoj Žižek, Welcome to the Desert of the Real: Five Essays on September 11 and Related Dates. New York: Verso. 2002.
* Todas las fotografías fueron tomadas por CIUDADLAB y sus miembros durante el viaje de visita a Berlín.