De Digitalia a la Motora

*De Digitalia a la Motora: la experiencia documental como metonimia de la amenaza, el boricuismo y el faranduleo 2.0

Sara Goldfarb: I'm somebody now, Harry. Everybody likes me. Soon, millions of people will see me and they'll all like me.

Requiem for a Dream (2000), Dir. Darren Aronofsky

arte

Meterse en su traje rojo y salir en televisión engancharon a Sara en el frenesí de pertenecer a un circuito de la existencia que evita asumir la soledad y el vacío a toda costa. Una negación demasiado familiar, cercana a los que de una forma u otra transitamos por el mundo del arte en Puerto Rico. Infantiles y condescendientes, somos la audiencia deseada por cualquier celebritycircunstancial. Un tono facebukiano, hijo del imaginario de la web 2.0, permite que ese protagonismo anhelado recree el lugar común de nuestra cotidianidad. Warhol atinaba cuando predecía en 1968 que todos tendríamos nuestros 15 minutos de fama. Nos repetimos con los mismos tics silentes y ay de aquel que se atreva a decir eso es una mierda o que pregunte dos veces por un “artista local” de moda porque no tiene la más mínima idea de quién es.

Complacidos en la cheveritud y sumergidos en un enorme Tupperware vacío y ensordecedor repetimos idiotizados el punto número uno de un decálogo nacional anti-intelectual que insiste en que calladito te ves más bonito. Todo lo discutía, analizaba y pensaba desde un lugar un poco más safe, el académico. Pero no fue hasta filmar la Motora roja tiene que aparecer cuando me percaté del alcance de esta tendencia anti-intelectual y a todas luces alérgica a cualquier tipo de crítica en los círculos de la producción cultural puertorriqueña.

Acepté la invitación del productor ejecutivo de Zona Franca justo cuando terminaba una publicación para la revista Artnodes en el 2007.

arte

En principio, no me había planteado llevar dicha propuesta de investigación a un documental. Así surgió Motora roja tiene que aparecer y, con ella, una metonimia interesante de cómo las amenazas a todo aquello que vaya en contra del orden machito-pichonesco-ay benditeño-boricua hace de la condescendencia la norma.

Lo que antecede al documental es un trabajo sistemático con los modos en que la información es estetizada, con el que problematizaba cómo el graffiti habita los medios digitales de una manera inconsciente, agónica. Es una especie de proceso invertido: el graffiti organiza el espacio y convierte los datos y la estructura de las paredes callejeras en una experiencia del flâneur-usuario. La pantalla en la calle fue un intenso recorrido por las teorías de Lev Manovich acerca de los new media objects en donde el graffiti correspondía inequívocamente con estos objetos transmediáticos. Observaba cómo en las paredes de muchísimas ciudades se están creando objetos culturales que responden a los principios de estos objetos discutidos por Manovich.

Con el ensayo trabajé las nociones de lo agónico, desarrollando el concepto Digitalia, y su agilidad para representar estas prácticas en y fuera de la red. Los stencils, murales y algunas de las formas artísticas desplegadas en soportes urbanos pertenecen más que nunca a una estética de la cultura de la información. Por ejemplo, el tag del graffiti, predecesor del tag de la web, es el hermano mayor del signo indexical de los meta tags del HTML. Y así seguí hilvanando el documental, no la apología a los graffiteros que muchos esperaban, la que incluso yo, a veces en mi disimulada condescendencia, asomé aquí y allá.

arte

Nada superó el trabajo de Gerardo Cloquell (miembro del Coro, diseñador y animador del documental) y la respuesta de David Sepúlveda a mi pregunta de cómo había escogido su tag: “cuatro letras que no significaran ná, más que yo” o “si tú andas por la calle eslembao pues no sabes qué es lo que hay en la calle, pero si tú la trabajas…”  Por otro lado con Néstor Barreto, Miguel Rodríguez-Casellas y Lilliana Ramos Collado me aseguré la tripleta del sabor.

Fue justo en ese otro proceso, en la filmación de las entrevistas, y en especial durante las largas horas de la realización del mural del Coro, que tuve acceso al calor y la cadencia que necesitaba el documental. Sin soltar de la mano a Benjamin y a Bourdieu, contemplé cómo la imagen del hip hopestridente e improvisado se deshacía ante el silencio coreográfico y disciplinado en el que se realizó el mural. Marchas con lata de spray en mano hacia adelante y hacia atrás como enfocando lentes gigantescos hasta pulsar y disparar.

Las más de 37 entrevistas realizadas resultaron en un desbordamiento en la sala de edición. No había guión, escaleta o ensayo teórico que me salvara. Sólo prevalecería lo que mi arbitrariedad agarrase con los dientes. Paradójicamente es ahí cuando la condescendencia comienza a carcomerte el alma. Se asoma un ay bendito jodón, que insiste, “¿para qué hice tantas entrevistas si no me interesaba ni la mitad? Pónlos a todos aunque sea a bailar lambada”. Pero nada me haría prescindir de un funcionario morón, ni eliminarme el placer de hacer un chistecito incómodo. 

Apareció la motora como respuesta a la amenaza de ese mensaje en un punto. Un “tiene” inquisidor, que nos acerca a la condescendencia sin querer mirarla a la cara. Una foto, testigo de la historia de una pared, de un pueblo adentro de otro pueblo lleno de amigotes, donde el más ignorante emite un mensaje y amedrenta. Acto seguido es obedecido.

arte

Un mensaje escrito en rojo agarra el hilo del documental y hace aparecer la motorita roja posada al lado de ese bum que se multiplica y tintinea en nuestras calles. Mi protagonista, la motora, amenaza a la que obedezco observando con más interés el afuera, una calle Cerra que sin quererlo todavía se contonea, mirando esa ansiedad, la forma y colorido de ese encierro que  parece de cemento, que conozco, que sigo contemplando. ¡Claro que no todos iban a acompañar a la motora!  Pero no será ni la primera ni la última vez que no todos pueden salir en el libro de oro del Tío Nobel.

*Todas las piezas de arte que ilustran este artículo, son de la autoría de Gerardo Cloquell, para el documental "La motora roja tiene que aparecer".

*¿Estás esperando la motora roja? Encuéntrala aquí.

Categoría