Hace unos meses, en pleno contexto de SOPA, ACTA y PIPA, descubrí un artículo con el siguiente titular: File-Sharing Recognized as Official Religion in Sweden. El pichón de dickhead que soy, la febril lectura que hice de Rudolph Otto hace unos años, y las religiones ficticias de Vonnegut (Bokonism, The Church of God The Utterly Indifferent, entre otras), se encontraron en un crossroad neural; ello producto del consumo wikipédico. A raíz de este tríptico, digno de un fanboy de Sci-Fi de la posguerra, escribo este texto sobre un interesante fenómeno sociocultural –quizás la primera religión del nuevo milenio. Dudo mucho que sea la última: y es que si se agita un árbol amazónico lo suficientemente fuerte, caen al suelo cientos de especies de artrópodos; de la misma forma, si se agitan las placas tectónicas lo suficientemente fuerte, cientos –posiblemente miles– de oraciones, de diferentes credos e idiomas, suben a los cielos.
La relación contemporánea que tenemos con el lenguaje, y el contexto tecnológico en el cual está enmarcada, ha engendrado una religión que bien pudiera haber sido pre-figurada por la sátira lirica de Vonnegut: "Live by the foma that make you brave and kind and healthy and happy."[1] De hecho, es casi imposible no entender el origen de esta religión como una suerte de chiste; una ficción para engatusar prosélitos, para [re]ligar humanos con dioses… Wait…
El escritor estadounidense de Sci-Fi, Phillip K. Dick, tuvo también mucho qué decir sobre las religiones -especialmente sobre la tecno-mística; pues usó metáforas tecnológicas para abordar problemas metafísicos– como indica la siguiente cita de Erik Davis:
“The eternal forms sit on a circular drum and stamp themselves onto a moving strip of time, literally “informing” the linear form that we misrecognize as a single fusion of novelty and repetition, change and return. Essentially, Dick is describing a Platonic typewriter – one thinks in particular of the IBM Selectric model popular in the 1970s, an electric typewriter whose type elements, rather than being attached to separate bars, rest on a single “golfball” that rotates and pivots before striking the ribbon and impressing ink on the page.”
El autor tenía como referente la maquinilla eléctrica, por lo tanto, su gnosis (o su delirio) se nutrió de lo que había. Me hubiese encantado leer la opinión de Phillip K. Dick sobre cómo se disemina la información hoy día. Es posible que en sus siete novelas, ciento cuarenta y pico de cuentos, y más de 8,000 páginas de anotaciones auto-exegéticas, esté predicho mucho de lo que acontece hoy en cuanto a información se refiere. Sin embargo, no puedo evitar imaginar qué hubiese dicho Dick sobre el Kopimism (Missionerande Kopimistsamfundet) – fundada por Isak Gerson, un estudiante de filosofía de 19 años.
También me hubiese disfrutado muchísimo de leer lo que Vonnegut diría sobre el asunto –quien obtuvo su maestría en antropología por Cat’s Cradle –; pues su interés académico por las culturas pudo haber encontrado en los kopimi (“copy-me”) un interesante punto de engranaje. En el Kopimism, el Internet es sagrado: “The Internet is Holy; Code is Law.” Y los shortcuts para Copy y Paste también son símbolos numinosos[2].
Ha habido muchos evangelistas, muchos portadores de las buenas nuevas. El pasar del tiempo no los elimina; algunos permutan, se ajustan; otros se ven influenciados por los vaivenes culturales (globales y regionales); determinados, en gran medida, por avances científico-técnicos. Dicho esto, la plural cultura cibernética, a pesar de su dinamismo, parece no escapar uno de los aspectos culturales más importantes, pues ya existe una religión endémica del Internet.
Cada periodo histórico ha tenido tanto apologistas como detractores de las tecnologías emergentes. Quizá el ludista más querido, Sócrates, pueda caer dentro de estos detractores; el feo filósofo le tenía repelillo a la palabra escrita: un hito tecnológico que damos por sentado en la actualidad, y que sin embargo era relativamente reciente en la Grecia de Pericles. Pero además de este extremo del espectro que da cuenta de la relación que tenemos con la tecnología, también están los apologistas, el otro extremo representado por aquellos que defienden su uso –hasta el punto de pedir, con brazos abiertos, la llegada de la singularidad tecnológica: The Rapture of the Nerds.
El caso de Gerson y sus prosélitos me parece particularmente interesante, pues lo que se considera sagrado es la información y el acto de compartirla (el acto de compartir información consiste de un ritual llamado kopyacting). Estos apologistas del Internet se han organizado como respuesta a los intereses corporativos de entidades como la MPAA. Ésta y otras grandes entidades y corporaciones, han usado la legislación, el cabildeo y el dinero como potentes armas a favor de la censura y el copyright. De hecho, uno de los preceptos fundamentales en la doctrina kopimi es que no existen derechos de autor; su filosofía es anti-copyright.
El gobierno sueco provee las oportunidades para fundar religiones fácilmente. La ley sueca establece que para que una organización sea reconocida como una religión, ésta tiene que practicar ritos sagrados. Como mencioné anteriormente, en el Kopimism copiar y compartir información es, precisamente, el acto sagrado fundamental de la religión. Isak Gerson, sin escatimar en habilidad y artimañas, logró evadir el distópico entramado corporativo; usando el sistema legal de su propio país:
"There’s still a legal stigma around copying for many. A lot of people still worry about going to jail when copying and remixing. I hope in the name of Kopimi that this will change.”
Otros ritos sagrados que responden a esta exigencia de la ley, son las bodas Kopimi. Ya hubo una hace unos meses. La sagrada ceremonia fue llevada a cabo con un hombre que llevaba puesta una máscara de Guy Fawkes, cuya voz fue distorsionada con un modulador:
“Hopefully, they will copy and remix some DNA-cells and create a new human being. That is the spirit of Kopimism. Feel the love and share that information. Copy all of its holiness.”
El Kopimism parece sacado de las páginas de la ciencia ficción estadounidense del siglo XX. Bien pudiera ser un elaborado troleo a instituciones como la religión católica; [3] o a lo mejor es una interesante manifestación antropológica, que pone a pensar de forma alternativa sobre lo que se entiende por derechos de autor y religiosidad (un binomio que tiene sentido solamente si se tiene alguna noción de lo que es el Kopimism).
Aun cuando me inclino a pensar que no hacen falta más religiones en el planeta, sí pienso que el Kopimism –con todo y su evangelismo, y sus raras idiosincrasias– es un valiente y creativo gesto. Sólo espero que, en algún futuro no muy lejano, no se desarrolle una campaña jihad kopimi; pues si algo es cierto de muchas religiones, es que son el perfecto agar-agar para los fundamentalismos. No obstante, el fenómeno de los kopimi me hace pensar en un pasaje del cibermanifesto We The Web Kids, por el autor polaco Piotr Czerski:
“Brought up on the Web we think differently. The ability to find information is to us something as basic, as the ability to find a railway station or a post office in an unknown city is to you. When we want to know something - the first symptoms of chickenpox, the reasons behind the sinking of ‘Estonia’, or whether the water bill is not suspiciously high - we take measures with the certainty of a driver in a SatNav-equipped car. We know that we are going to find the information we need in a lot of places, we know how to get to those places, we know how to assess their credibility. We have learned to accept that instead of one answer we find many different ones, and out of these we can abstract the most likely version, disregarding the ones which do not seem credible. We select, we filter, we remember, and we are ready to swap the learned information for a new, better one, when it comes along.”
Notas:
[1] Uno de los preceptos del Bokonism, religión inventada por Kurt Vonnegut, JR. en su novela Cat’s Cradle(1963). Foma se refiere a mentiras piadosas (“harmless truths”) que pueden ser beneficiosas si se usan apropiadamente.
[2] Véase Numen.
[3] “There should be some measuring stick against what you call religion,” he said. “In my mind, if religion has nothing to do with God — or what people perceive to be God — then it’s a sham. It looks like it’s just a way of getting around the law of piracy and copyright. How could a religion promote illegal activity? In the case of this religion, the preachers are defined as the ones facilitating holy copying (and remixing). Translated to nerdspeak, that means the communications between operators of trackers/hubs and the people who partake in the sacrament of copying now carries confessional status, by and large making it illegal and impossible to collect as evidence in a trial” –Bishop Peter Ingham, líder de la diócesis de Wollongong, Australia.
Lista de referencias:
The Exegesis of Phillip K. Dick, Phillip K. Dick, Pamela Jackson, Jonathan Lethem, Houghton Mifflin Harcourt, 2011.