Georg H. Fromm y el rigor de la filosofía

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Me complace muchísimo poder compartir hoy con el amigo Georg Fromm en la primera presentación de su libro recién publicado, Lecturas de filosofía: ensayos críticos. Este es un libro imprescindible para todos aquellos interesados en la filosofía y la teoría política moderna, y también para aquellos que, de forma más particular, se interesan por lograr una comprensión de mayor rigor del pensamiento de Carlos Marx.

Además, me complace muchísimo porque a nivel personal he estado presente durante distintas etapas del proceso en que este libro se iba gestando, y saber que llegó a buen término me da tremenda satisfacción. Y por ello también quiero dar el crédito merecido a Mariana Editores que supo reconocer el mérito y la calidad de la obra.

A pesar de correr el riesgo de que perciban un claro prejuicio positivo hacia la obra de mi parte (algo que por lo demás ya percibirían por mi mera presencia en la presentación), les quiero compartir que, al igual que el amigo Rector de la Universidad del Turabo, Dr. Dennis Alicea, fui discípulo de Georg en mis años de bachillerato. A diferencia del amigo Rector, nunca fui estudiante formal de filosofía, ni a nivel de bachillerato ni a nivel doctoral. Era uno de esos estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales que, buscando mayor profundidad teórica, terminaba tomando cuantos cursos pudiera en lo que era aún en ese momento un gran departamento de filosofía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

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¿Qué sabía yo de Fromm antes de conocerlo? De Georg Fromm sabía lo que se decía por los pasillos: que era un profesor bien exigente, un feroz polemista, un feroz materialista, que suscribía el marxismo, pero que el suyo (su marxismo) estaba sostenido sobre un profundo conocimiento de la obra de Marx. Y pues… por ahí comencé.

Primero tomé su curso de filosofía del Siglo XIX, curso que tenía como subtítulo ‘El desarrollo del pensamiento de Marx’. En efecto, era un curso en el cual se trataban planteamientos filosóficos fundamentales de Kant, Hegel y Feuerbach, encaminando la discusión hacia los planteamientos filosóficos y más que filosóficos del Marx de los Manuscritos de filosofía y economía y de La ideología alemana, principalmente. Uno de los méritos de ese curso, como así de la segunda parte del libro que estamos aquí celebrando y presentando, es que vemos una profundidad propiamente filosófica en la obra de Marx, tantas veces descuidada por comentaristas y estudiosos más enfocados en sus planteamientos específicamente políticos o sociológicos.

Veíamos en el curso, como también notarán en uno de los ensayos del libro, cómo Marx escudriña críticamente elementos del idealismo, así como del materialismo, para plantear una tercera opción, un materialismo historizado, o para decir con la convención, un materialismo histórico. En fin, era un Marx de una enjundia, de una profundidad tal, que difícilmente podía ser despachado como un “muñeco de trapo” o un cane morto, un perro muerto, por sus enemigos políticos. Era un Marx que, sin desmerecer su filo crítico y políticamente revolucionario, era también, por sí mismo, un gran pensador.

Ese curso lo sobreviví –¡saque A!– y opté por tomar otro con Georg, esta vez el curso de Filosofía Política Moderna I, que giraba fundamentalmente sobre tres autores: Descartes, Hobbes y Spinoza. Los primeros dos, Descartes y Hobbes, pensadores protagónicos de la primera parte de su nuevo libro. 

Descubría en esa clase no sólo los planteamientos fundamentales de los autores, y que hicieran escuela en la modernidad, sino el complejo drama de cómo sus perspectivas y planteamientos filosóficos fundamentales se veían terriblemente marcados por determinaciones histórico-sociales: la auto-censura por la hegemonía de las autoridades eclesiásticas, el peso de la figura divina a la Cristiana, las limitaciones producto de la equivalencia entre materialismo y mecanicismo gracias a la influencia de la física galileana, el matiz del prejuicio de clase social, etcétera, etcétera.

Esa increíble riqueza de perspectiva, de poder hilvanar explicaciones rigurosas de complejos planteamientos filosóficos a la vez que se articulan con las realidades histórico-sociales de los autores todos ahora tendrán la oportunidad de apreciar a través de las páginas de este excelente libro de Georg Fromm.

En ese curso… ¡también saqué A! Eso me llevó finalmente a pedirle a Georg que lleváramos a cabo un estudio independiente sobre La ideología alemana de Marx, del cual desafortunadamente solamente tuvimos dos reuniones, creo yo que más por mi culpa que la de él, porque en ese entonces estaba yo en el proceso de transición hacia escuela graduada en ciencia política fuera del país, y no tenía la mayor concentración. Afortunadamente los temas que íbamos a tratar en ese estudio independiente, Georg los recoge en uno de los mejores ensayos del volumen.

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Me refiero al texto que lleva por nombre ‘Empirismo, ciencia y filosofía en La ideología alemana’. En este ensayo se argumenta nuevamente, con un rigor y un manejo envidiable de los temas en cuestión y a contrapelo de tantas interpretaciones aún de doctos y reconocidos marxólogos y marxistas, cómo Marx ya en este texto temprano logra articular otra tercera opción teórica que evita los males tanto del empirismo y positivismo estrecho como de los excesos racionalistas y espiritualistas del idealismo.

Así, lo que Marx estaría planteando en materia de un conocimiento adecuado de la realidad es la necesidad de una perspectiva que parta de los hechos y observaciones que se buscan explicar, pero sin rendirse dócilmente, pasivamente, a ellos, sino que la interpretación de estos hechos “tiene que ser construida desarrollada creativamente por un proceso controlado de conjeturas e inferencias respecto a factores, entidades, relaciones y procesos que yacen más allá […] de los fenómenos “dados”, pero que suministran una explicación racional para los mismos” (282). Y todo esto Marx lo hace, como lo demuestra Fromm de forma magistral, en parte a través de un complejo ejercicio dialéctico de apropiación crítica y superación de la herencia filosófica hegeliana.

También debo decir que de alguna forma Georg me acompañó a escuela graduada, porque el rigor en la interpretación de los textos, el saber articular la apreciación de los textos en sí mismos sin por eso descuidar los contextos histórico-sociales, el cuidado con el detalle más minúsculo, fue lo que en escuela graduada cuando estudiaba teoría política siempre me dio una ventaja, un edge, frente a mis colegas que venían de hacer sus estudios estrictamente en ciencia política. No miento. Además del caché o capital simbólico ante mis profesores radicales de poder decir que mi mentor en bachillerato había sido discípulo directo de Herbert Marcuse…

 

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Quiero añadir, finalmente, que la clave interpretativa que adelanta Georg Fromm en su libro de filosofía –no descuidar los argumentos inmanentes a la obra en cuestión sin por eso olvidar los condicionamientos histórico-sociales sobre sus autores– aunque parecería en sí misma más que razonable (Gramsci decía que el pensamiento no se desarrolla por ‘partenogénesis’, pensamiento naciendo de puro pensamiento), no es aún al día de hoy tan prevalente como uno pensaría. 

En esto, el libro de Fromm se encuadra dentro del gesto interpretativo novedoso de importantes estudiosos del pensamiento político, como lo fue el gran C.B. Macpherson, cuyo The Political Theory of Possesive Individualism sigue estando tan vigente y pertinente casi cincuenta años después de que se publicara originalmente, y como la teórica política Ellen Meiksins Wood quien está elaborando una historia comprensiva del pensamiento político occidental desde una óptica que tome muy en serio los condicionamientos histórico-sociales de los grandes pensadores y autores.

Tenemos en este excelente libro de Fromm, pues, no sólo ensayos de temas específicos de autores modernos, sino un planteamiento fundamental de cómo leer los grandes textos de filosofía y teoría en general. De forma tal que podemos seguir aprendiendo de su rigor y seriedad intelectual, aún fuera del salón de clase. Y por eso felicito a mi maestro y amigo, Georg Fromm.

Este texto formó parte de la presentación del libro de Georg H. Fromm, Lecturas de filosofía: ensayos críticos, celebrada en el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Josefina Camacho de la Nuez, Universidad del Turabo el 27 de octubre, 2011.

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