Si nos atenemos a la definición clásica, cortometraje sería todo esfuerzo fílmico cuya duración no exceda de los 30 minutos. La definición clásica sirve también para delimitar el campo de ese conjunto enorme de películas que anualmente se ruedan en nuestro planeta, ya que permite diferenciar los esfuerzos de corta duración de aquellos intermedios y de los largometrajes. Son estos últimos los que de continuo la gente asocia como “cine” y cuya aparición se repite en todas las salas dedicadas a su exhibición, semana tras semana, a lo largo del año. Sin embargo, esta definición olvida que para los cineastas, que constituyen legiones en el mundo, el cortometraje es la puerta por la que se introducen en el quehacer fílmico. Resulta así por su costo menor y por su carácter tan propicio a la experimentación y la novedad, dos aspectos de los que se nutre de continuo el cine.
Por lo mismo, que es la vía de inicio más aceptada y aceptable para los nuevos cineastas, el cortometraje resulta de importancia suma porque permite ejercitar a esos futuros “grandes” del cine que, al modo de los caballeros andantes, rompen lanzas dedicándose a su realización. Grandes figuras del medio, consagradas por los críticos y cuyos nombres recogen las historias de cine, fueron primero cortometrajistas, y, tanto en la primera etapa del medio —la época silente— como en la posterior —la parlante o hablada—, abundan los ejemplos de grandes directores cuyas filmografías no pueden establecerse debidamente si no se incluyen sus aportes al cortometraje. En algunos casos, a más de convertirse en esfuerzos iniciales, estuvieron al servicio de la difusión de importantes movimientos artísticos y/o políticos a los que se sumó el cine, adquiriendo por esa vía un mayor y más amplio reconocimiento.
Piénsese en la escuela soviética puesta al servicio del conocimiento del marxismo en la ex Unión Soviética. Fundaba sus creaciones breves en el realce en lo formal de la edición en tiempos más recientes y más cercanos a nosotros, los aportes por vía de sus cortos de los personeros de la Nueva Ola Francesa. El cortometraje, pues, fue instrumental para esa asociación que tanto benefició al cine con movimientos trascendentales de nuestro tiempo o con el surgimiento e inicio de carrera de nuevos realizadores. Tan importante es el cortometraje para el cine que los conocidísimos premios que anualmente concede la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas dedican dos de sus reconocimientos a los logros en ese campo. Europa y otras partes del mundo como Puerto Rico también han reconocido su trascendencia y por ello han establecido festivales dedicados exclusivamente a esta modalidad cinematográfica.
Por su antigüedad, su carácter de vía introductoria y su reconocimiento mundial, el cortometraje ha supuesto todas las equivocadas percepciones que lo identificaban como un arte menor para mostrarse esplendoroso y triunfante alrededor del mundo.
