Cruce y Cruz: entrevista en tres partes al Arq. Cruz García (parte 3)

* A continuación sigue la tercera parte y última parte de la entrevista realizada por Luis Ponce Ruiz al arquitecto Cruz García. Puedes leer la primera parte aquí y la segunda acá.

Tercera parte: La importancia de llamarse extranjero

LPR: Hablar de los pros y contras de irse de Puerto Rico y de las actitudes que los emigrés tienen hacia Puerto Rico y hacia los países que los acogen se ha vuelto un leit motif en varias páginas de la blogósfera boricua y ha desencadenado debates en las redes sociales. Por un lado está el emigré que solo canta las virtudes de su "nuevo país" y lo superior que es a la Isla y, por el otro, el boricua que se hincha de orgullo por el “heroísmo” que supone quedarse en la isla, algo equivalente a “sudar la patria” o buscar el éxito “contra viento y marea” bajo condiciones muy adversas. Esta narrativa concluye que el que no lo hace y sale, claudica. Luego de estar fuera de PR por cuatro años, ¿cómo ves esta discusión?

CG: Vivimos en el siglo XXI, en un mundo de economías globales y de una cultura intelectual cada vez más internacional. Tenemos computadoras portátiles, Kindles y conexiones 4G, lo que implica la posibilidad de poder aprender, comunicarnos y contribuir en muchos lugares y proyectos a la vez.

Solo basta con ver esta entrevista que me has enviado a China desde Perú para una revista en Puerto Rico. La decisión que tenemos que tomar no es si irnos o quedarnos en la isla, sino cómo seguir aportando donde quiera que estemos.

Hay maneras de contribuir tanto a tu lugar de origen como al lugar donde estés e, inclusive, a otros lugares en donde no has estado pero donde la gente sigue y lee tu trabajo.

El país debería desarrollar la infraestructura necesaria para beneficiarse del potencial que no está en su país, pero que desea contribuir a él. Veo que esta es la única forma de actualizar a Puerto Rico en una economía global y competitiva, evitando que la fuga de cerebros tenga repercusiones negativas y así hacer a la isla un lugar más grande y el mundo un lugar más pequeño.

LPR: Me parece contraproducente que en Puerto Rico veamos la fuga de cerebros como algo fundamentalmente negativo. ¿Acaso no le da más prestigio a las instituciones educativas que sus graduados sean exitosos fuera del entorno isleño? ¿De eso no se trata la competitividad global? ¿Crees que es un tótem que no hemos resuelto por nuestra condición colonial? ¿Acaso la China y la India y los demás países emergentes no han visto el progreso de sus nacionales fuera de sus respectivos países como una manera de mejorar su posición en el tablero internacional?

CG: Definitivamente, no solo China e India, sino los Estados Unidos, Holanda, Francia, España y un sinnúmero de países utilizan a sus profesionales exitosos como herramientas de propaganda. En disciplinas como la arquitectura se espera que para tener una carrera brillante, tengas un perfil internacional.

A su vez, no creo que en Puerto Rico todos vean la salida de las personas con potencial como algo malo. Cuando estuve en la  escuela de arquitectura de la UPR en enero para dar una conferencia y exhibir nuestro trabajo, recibí una cascada de buenas vibras y de comentarios positivos.

También he visto cómo los estudiantes jóvenes siguen nuestro trabajo y de una manera u otra nos utilizan como modelo, así que espero que en el futuro los profesionales no se dejen limitar por las trabas de la burocracia que hemos heredado de los Estados Unidos y veamos pequeños estudios que sirvan de paradigma y reten al sistema.

Para tener un futuro próspero, es inminente dejar de copiar todo lo que se hace en Estados Unidos y estar dispuestos a aprender del resto del mundo. Esto incluye buscar herramientas que nos abran las puertas a otras economías en otras geografías. Tenemos que ser competitivos en un mundo en el que Estados Unidos no es la única potencia.

LPR: Tanto tú como yo pertenecemos a esos boricuas que han decidido buscar oportunidades no tan solo fuera de Puerto Rico, sino de la metrópoli. ¿Es certero hablar en gradaciones de mejor o peor por el hecho de reconocer que el mundo es más grande que Puerto Rico y EE.UU. y, por ende, más complicado (y emocionante)? ¿Cuáles fueron las primeras reacciones que recibiste de profesores, compañeros y familia cuando decidiste buscar el sueño global? ¿Cómo las pudiste vencer?

 CG: Cada caso es diferente, al igual que cada persona y sus circunstancias son diferentes. La arquitectura es una profesión que afortunadamente trasciende barreras geográficas, lo que implica que la educación del arquitecto, como diseñador, lo prepara para poder contribuir en distintos lugares y culturas (aún cuando existan barreras lingüísticas ya que el arquitecto se comunica mayormente a través de imágenes). Otros profesionales como por ejemplo abogados, médicos y maestros quizás no tengan la misma flexibilidad territorial que tiene la arquitectura.

Durante mis estudios, las personas cercanas a mí entendieron que mis metas iban más allá de conseguir un trabajo y moldearme al status quo de la profesión, así que cuando decidí comenzar mi práctica en Europa todos me ayudaron con lo que pudieron.

He tenido la dicha de estar rodeado de personas que creen en mis ideales y que siempre buscan maneras de contribuir en mi formación personal y profesional. Siempre he recibido ayuda incondicional de mi familia, amigos y profesores y no creo que sea solo por ir a Europa o a China.

Para contarte una anécdota, cuando hacía mi tesis de maestría necesitaba ir al MoMA en Nueva York, así que Félix Trinidad padre me llevó con el equipo de trabajo para la última pelea de “Tito” en Manhattan para que pudiera continuar mi investigación sobre las arquitecturas narrativas.

De la misma manera puedo hacer una lista interminable de personas que me han dado la mano cuando la he necesitado, mientras estudiaba y ahora que soy profesional, así que puedo afirmar que lo que hago no es una gesta solitaria, sino la suma de la buena voluntad de la gente que me rodea.

Lo único que espero es que en el futuro podamos ser nosotros quienes damos la mano.

LPR: En tus años en China, ¿ves a los chinos felices? ¿Cómo viste a los boricuas en tu viaje más reciente a Puerto Rico en enero de 2012?

CG: China es un país gigantesco con más de un billón de habitantes. Por lo que veo en Beijing hay de todo. Hay quien está feliz y quien no lo está. No me considero un experto en cultura china, y no creo que este en el camino de convertirme en uno.

En Puerto Rico me sorprendió ver a la gente feliz. No porque antes no fuera así, sino porque la impresión que me da la prensa es que el fin del mundo había llegado a Puerto Rico.

LPR: Bueno, realmente fue una mala pregunta mía, ya que sabemos el puesto que ocupa Puerto Rico en esos estudios de felicidad mundial…

¿Dónde te has sentido más asediado o discriminado por tu raza y orígenes en el plano profesional: en Puerto Rico, Europa o China?

CG: Si alguien ha tenido algún prejuicio antes de conocerme, con mi trabajo se ha ido desvaneciendo. Lo curioso del asunto es que no conozco a nadie que con nuestra edad esté haciendo lo que nosotros hacemos, así que no podría decir si a alguien le incomoda la tonalidad de mi piel o mi forma de vestir o la música que escucho. Tengo la suerte de vivir en la generación de Barack Obama y no en los sesenta o cincuenta, de lo contrario estaría luchando por poder asistir a la universidad o poder votar, no en mejorar al mundo a través de la arquitectura.

LPR: El extranjero en China es identificado con suma facilidad, a mí me pasó cuando estuve en 2008 por un mes. Aún en las grandes ciudades, las hordas de chinos se te quedan mirando y te gritan el muy famoso “hello!”, que es su forma de decir, “¡mira, tú no eres de aquí! ¡Ja, ja!” Tú, evidentemente, resaltas más. ¿Cómo se trata la problemática de la raza en China?

CG: Aquí me gritan: “Obama!” Debemos recordar que China, contrario a la visión simplista que se tiene, es un lugar multicultural. Hay un sinnúmero de etnias y grupos minoritarios (de varios millones, pero minoritarios), además de distintos idiomas y trasfondos culturales. 

En cuanto a mi experiencia, creo que los chinos me ven como un extranjero en general, les da lo mismo si vengo de Puerto Rico, de Estados Unidos, de Cuba, de Francia o donde sea.

LPR: ¿Dónde queda el concepto de nación en estos tiempos? Nacido, criado y formado en Puerto Rico, una escapada a Europa Central, Francia y, finalmente, el salto a lo largo hasta la China. ¿Cómo trabajas el sentimiento de pertenencia? ¿Con qué referentes tratan a Puerto Rico los pocos chinos que lo conocen? Pero voy más allá: ¿sigue siendo necesario ese sentimiento?

CG: George Orwell escribió sobre la diferencia entre patriotismo y nacionalismo. Patriotismo es el sentimiento de orgullo y de referencia a un lugar. Este sentimiento es saludable para sentir afección por un lugar o una cultura.

Por otro lado, nacionalismo es cuando este aprecio es sustituido por sentimientos de desprecio a aquello que no pertenece a ese “lugar” o a ese grupo de personas.

Hago esta distinción para esclarecer de qué estamos hablando cuando hablamos de “nación” y del sentido de pertenencia. Por una parte estoy de acuerdo con sentir orgullo por tu país y buscar maneras de contribuir con su desarrollo aún estando lejos de él. Yo me siento puertorriqueño y siempre buscaré maneras de contribuir a mi país.

Sin embargo, estoy en desacuerdo con los sentimientos nacionalistas que han ido creciendo alrededor del mundo durante la crisis económica y que son alimentados por los políticos populistas de turno. Éstos han erosionado la capa de tolerancia que se había pintado con el boom económico y ya vemos cómo florecen las retóricas venenosas de los ultranacionalistas en Europa y Estados Unidos.

Creo que podemos pensar y buscar maneras de ayudar a nuestro país sin entrar en retóricas dañinas y venenosas, siempre recordando que el mundo es un lugar diverso y heterogéneo, y que la inmigración es parte de la historia de la humanidad.

LPR: ¿Todavía es justificable referirse al cliché “ciudadano del mundo”? ¿Te consideras uno?

CG: No creo que sea un cliché, sino un ideal al que no debemos renunciar.

Nuestro futuro y nuestras posibilidades no deberían estar limitados por el lugar en el que nacemos. Nuestras vidas deben ser resultado de nuestros méritos y esfuerzos. Debería ser un derecho universal que las personas puedan mejorar sus vidas, siempre y cuando esto no afecte la vida de los otros.

Me considero producto de mis experiencias y de las cosas que he aprendido en los lugares donde he ido. Sin embargo, mientras quisiera que todos fuéramos ciudadanos del mundo, sé que estamos muy lejos de lograrlo. 

Pero sin duda, eso debe ser una de nuestras metas, por el bien de todos.

* Todas las imagenes utilizadas fueron tomadas del portfolio de WAI.

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Video Wall Stalker:
http://vimeo.com/13919911

Artículo sobre Wall Stalker:
http://dprbcn.wordpress.com/2010/11/06/wall-stalker/ 

Artículo en Domus Magazine (Milán) que habla de WAI en el contexto internacional:
http://www.domusweb.it/en/architecture/from-line-to-hyperreality/