La ilegítima: borrador de auto-ayuda queer (5ta parte)

Conocemos por propia experiencia que los derechos humanos son un instrumento político de opresión y un muro de contención frente a reivindicaciones de base mucho más radicales. 
-Paco Vidarte

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Cuando la muerte nos separe…

A finales de febrero de 2013, y en preparación al V Coloquio ¿Del otro la’o? que se celebrará en la UPR-Mayagüez en marzo de 2014, asistí a una conferencia de los licenciados Osvaldo Burgos y Gerardo Bosque. La misma tenía como tema central el derecho de sucesiones en las relaciones queer. La preocupación sobre qué ocurriría cuando una de las partes en una pareja del mismo sexo, o de cualquier sexualidad queer, muera es legítima y nos debe ocupar a todxs sin importar la edad que tengamos.

Son innumerables y desgarradoras las historias de parejas que estuvieron juntas por décadas y, ante la muerte de una de las partes, la otra queda totalmente desprotegida y al margen del espacio y de los objetos que en su día fueron parte del patrimonio material y simbólico de ambxs. La casa, la habitación, la cocina, los libros, la mesa de noche, un cuadro o, sencillamente, cualquier signo de esa relación, por más sencillo que sea, son secuestrados demasiadas veces por integrantes de la familia que nada o poco tuvieron que ver con esas personas en vida. Peor aún, muchos de esxs familiares que aparecen de hasta debajo de las piedras en el velatorio o en el servicio fúnebre fueron ávidos en discriminar, rechazar e insultar las prácticas y los amores queer de quien ahora muertx parece interesar y ser persona cercana.

¿Qué hacer en vida para garantizar un suspiro de justicia para esa persona a quien hemos amado y con quien hemos compartido buena parte de la vida? ¿Cómo asegurarnos que esas historias de horror tan frecuentes empiezan a ser cosa del pasado? ¿Cuándo es propicio pensar en ese momento en el que la muerte nos separará?

Las respuestas a dichas preguntas no son sencillas, pero es preciso orientarnos y tomar acciones urgentes para acercar a nuestros deseos el modo en que se distribuirá nuestro legado. No solo me refiero a bienes materiales de valor de cambio, aunque éstos son los que provocan mayor zozobra ante la muerte y los intereses creados. Pienso, por ejemplo, en las notas en servilletas, en los diarios, en las fotos, en el cúmulo de mementos que algunxs acumulamos de por vida y que son invaluables en más de un sentido.

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La legítima ilegítima o el derecho de sucesión vigente en Puerto Rico

De acuerdo con el derecho de sucesiones actual, y a tenor con un código civil con ineludibles visos coloniales, aquellas personas que jurídicamente somos consideradas solteras estamos obligadas, por virtud de “la legítima,” a legar nuestros bienes a nuestrxs ascendentes (padre o madre legal) o descendientes (en aquellos casos en donde haya hijxs legalmente reconocidxs). Para los ascendentes tenemos que disponer el 50% de nuestros valores. A los descendientes, por su parte, les corresponderían según “la legítima” dos terceras partes. Dicho de otro modo, solo tenemos verdadera decisión sobre la mitad o sobre una tercera parte de lo que poseemos. Sin embargo, es preciso que hayamos hecho testamento a favor de nuestra pareja para que ésta pueda disfrutar de la mitad o de una tercera parte de nuestro legado. Obviamente, la ley solo implica los bienes materiales, pero si el hogar (en caso de existir) queda en manos de la familia extendida, todo lo que contenga estará sujeto al arbitrio y a la buena o mala voluntad del/de la beneficiaria en cuestión.

Si usted no ha tenido hijxs y su relación con su madre o padre ha sido desastrosa, precisamente por su orientación sexual o por las razones que sea, eso no impide que ellxs tengan el derecho legítimo a la mitad de sus posesiones. Así de irónico, así de increíble, así de ilegítimo.

El derecho de sucesiones ha sido pensado para una sociedad heteronormativa y para un sistema capitalista. De eso no hay duda. “La legítima” pudo o puede tener sentido para ciertos casos de hijxs de relaciones heterosexuales, pero para las parejas del mismo sexo no tiene razón de ser. Incluso a partir de la más reciente y repudiable opinión de nuestro Tribunal Supremo respecto al derecho de adopción de una mujer de su hija legítima a la luz de su experiencia y relación de pareja de años, es una atroz injusticia.

Es preciso que nuestro sistema de derecho y, en particular, nuestro código civil tome en consideración justa a todas las personas de este país. Es imperativo que se amparen nuestras relaciones, llámensele como se les llame. Es urgente que cada una de nosotras como ciudadanas exijamos equidad, denunciemos la institucionalización de la homofobia en nuestro sistema judicial y demandemos al estado para que tome cartas en el asunto y se haga responsable del derecho de todxs.

Pero, en sintonía con Paco Vidarte, merecemos más, mucho más que eso. Tenemos que reclamar condiciones mucho más radicales. Seamos inconformes y rebeldes incluso con los derechos humanos que históricamente han salvaguardado solo a algunxs y han excluido a las sexualidades queer. Los derechos humanos si bien han servido y siguen sirviendo como asidero para múltiples luchas, están lejos de ser el horizonte último. Nos toca mucho más que eso a todxs.

Algunas soluciones mientras tanto…

Mientras logramos tener una ciudadanía plena y cambiamos radicalmente el mundo en que vivimos, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Recojo a continuación algunas sugerencias que recuerdo de la presentación de Osvaldo y Gerardo:

    • 1. Si tenemos hogar, es preciso ponerlo a nombre de ambas partes;

    • 2. Es fundamental hacer testamento a favor de nuestra pareja;

    • 3. Debemos asegurarnos que si tenemos seguros de vida, estos están a nombre de nuestra pareja o de la persona que realmente deseamos reciba ese beneficio;

    • 4. Debemos restringir cualquier legado discrecional de nuestra parte para que se cumplan los amparos que deseamos, tanto para nuestras parejas como para nuestras mascotas, nuestros objetos…

    • 5. Es preciso hacer un poder no restrictivo para que nuestras parejas puedan tomar decisiones en caso de enfermedad grave o inconciencia;

    • 6. Debemos establecer por escrito y con claridad qué tipo de asistencia médica deseamos o rechazamos y quién deseamos tome decisiones en caso de inconciencia…

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La muerte es una realidad ineludible en nuestra vida. Es parte de ella. Abracemos su inevitabilidad. Declaremos ilegítima “la legítima” que nos obliga a legar nuestros bienes de cierto modo. Retemos la veta homofóbica del derecho vigente y luchemos por otro, seguramente imperfecto, pero infinitamente mejor que nos cobije a todxs y no excluya a nadie.

~A Osvaldo Burgos y a Gerardo Bosque, por la labor que hacen en beneficio de nuestras poblaciones queer en Puerto Rico~

*Primera y última imágenes de PR-Indymedia CMI.