El 10 de enero de 2016 a la 1:58 de la mañana leí por Twitter que David Bowie había muerto. Pasé las próximas dos horas buscando evidencia que desmintiera la noticia, pero solo logré confirmarla. Me sentía como si me hubiesen dado un puño en el estómago y, por más paradójico que parezca, a pesar de que no me lo esperaba, tampoco me sorprendió. Hace mucho tiempo un amigo me había dicho que David Bowie tenía cancer y aunque es probable que en aquel momento no fuera cierto, yo me lo creí. David Bowie tenía cancer. También creía que David Bowie no era humano. Era algo más. Era Ziggy Stardust. Por lo tanto, viviría para siempre, de alguna manera u otra.
Esa noche me acosté llorando. Todavía lloro, 14 días más tarde, porque aún no entiendo la muerte.
En 18 días se cumple 1 año desde que murió mi papá. Mi papá murió cerca de la medianoche en la unidad de cuidados intensivos del Hospital San Francisco en Río Piedras. Había llegado a sala de emergencias dos días antes, a una hora que a estas alturas sigue siendo difusa para mí.
El 10 de febrero de 2015 recibí una llamada de mi tía. A las 8:43 de la noche recibí un mensaje por Facebook. Más o menos a esa misma hora mi mamá recibió una llamada y salimos para el hospital. Llegamos a eso de las 10 de la noche y tuvimos que pelear para que nos dejaran entrar, puesto que las horas de visita habían terminado. Luego de que el doctor nos informara sobre el estado de mi papá (sin mirarnos a los ojos una sola vez), pasamos a verlo. No hablaba con mi papá desde el 8 de febrero y no lo veía desde el 6 de enero. El 12 de febrero me despertaron con la noticia. Pronto se cumple el año.
Casualmente, el 12 de febrero de 2016 mi mamá estará cumpliendo 57 años de edad. Mi papá murió el día del cumpleaños de mi mamá. Interpreten eso como quieran.
David Bowie murió 2 días después de cumplir 69 años. 2 días después de publicar su último álbum, Blackstar. Su último video, “Lazarus”, fue publicado 1 día antes. Las palabras de Bowie en este último sencillo cobran un nuevo significado después de su muerte. Blackstar es el auto-epitafio de Bowie.
Cuando muere una estrella, primero se expande, y luego se recoge, convirtiéndose primero en una enana blanca, y luego una enana negra. O sea, una estrella negra. Blackstar. Se dice que el universo es muy joven para albergar una de estas estrellas, por lo que es un astro hipotético que no emite luz, pero sí tiene un campo gravitatorio.
“Lazarus, por supuesto”, nos hace pensar en el Lázaro de la Biblia, aquel que fue resucitado 4 días después de morir. Por esta razón yo estaba segura que el 14 de enero, David Bowie regresaría a la vida. Por supuesto, no fue así.
“Ay, Lara! No he parado de llorar,” me escribió una amiga fanática de Bowie. “Ve el video. Te va a destrozar”, me dijo, refiriéndose a “Lazarus”. Luego de verlo leí un artículo escrito por Jason Evangelho que describía el video como una advertencia. Hablaba específicamente de una escena en donde Bowie está sentado en un escritorio tratando de escribir, pero parece no poder encontrar las palabras correctas. Finalmente sonríe y comienza a escribir frenéticamente. Lo que escribe se desborda de su escritorio. Para Evangelho, este es Bowie dejándonos saber que todavía tiene mucho que decir, pero se le ha acabado el tiempo. Es una advertencia para que no perdamos más tiempo no expresándonos. Nos está pidiendo que dejemos de consumir y comencemos a crear, antes de que nos consuma la nada.
Cuando entré a la UCI a ver a mi papá, estaba entubado. Un hombre a quien nunca le faltaban las palabras (todo lo contrario, todo aquel que lo conocía puede dar fe de que le sobraban), había perdido la capacidad para hablar y estaba desesperado. Nunca pude escuchar sus últimas palabras. No recuerdo lo que se dijo en aquella conversación del 8 de febrero. Recuerdo que era domingo y me estaba preparando para una audición, a la que iba tarde (yo siempre voy tarde a las cosas), por lo que no le presté mucha atención a lo que me estaba diciendo. Él se estaba mudando de Cayey a Río Piedras y acordamos que lo iría a visitar a la casa nueva la semana próxima. No sé cómo nos despedimos.
Me gusta pensar que al final, todo quedó claro entre mi papá y yo, pero la verdad es que hay muchas cosas que nos quedamos sin decir. Yo pude hablarle y dije lo más que pude, pero a él se le había acabado el tiempo. Al día de hoy, lo que más me duele de haber perdido a mi papá es no haberlo conocido como lo conocían sus amigos. Mi papá siempre trató de presentarse ante mí como el papá perfecto, cosa que no existe. Yo también intenté ser la hija perfecta, pero me di cuenta muy tarde de que la persona que yo conocía no era la misma que conocían los demás y que todo hubiese sido más fácil si nos hubiésemos hablado como dos amigos que se veían los fines de semana. Al ver a mi papá con tubos saliendo de su nariz y su boca, caí en cuenta de que nunca tendría esa oportunidad.
Todavía no estoy segura por qué me afectó tanto la muerte de David Bowie. Traté de racionalizar mi dolor, pero nunca encontré la respuesta. Me gustaba su música, pero no la conocía tan bien como los verdaderos fanáticos. Apenas descubrí quién era Ziggy Stardust cuando llegué a la escuela superior. Sólo conozco sus grandes éxitos. “Space Oddity”, “Heroes”, “Let’s Dance ”, y algunas otras. Admito, con un poco de vergüenza, que aun no he visto Labyrinth. Pero a pesar de esto, me sentía atraída a él, como si tuviera su propio centro de gravedad. Desde hace más de 2 años, me describo en Instagram de la siguiente manera: “A veces pienso que soy un gato. A veces quiero ser David Bowie. Y a veces pienso que soy un gato que quiere ser David Bowie”. Me pongo botas rojas casi todos los días y siempre he querido pintarme un rayo rojo y azul en la cara.[1]
Me fascinaba que David Bowie podía ser cualquier persona, la que él quisiera. Se construía y reconstruía a su gusto, constantemente. “Please remember that he lived ten lifetimes in 69 years”, dijo el comediante John Mulaney por Twitter. Pude encontrar consuelo en mensajitos como este. Tuits que le rendían tributo al “maestro de camaleón de los ojos impares”, como dijo Jorge Drexler. Todo el mundo estaba de acuerdo: David Bowie era algo más que humano, por lo que su muerte no era una muerte cualquiera. “It’s like 6 different heroes passed away today”, dijo Lin-Manuel Miranda. David Bowie se presentó ante nosotros como distintas personas y nosotros le creímos. Qué bueno que lo hicimos.
El 11 de enero de 2016, todo el mundo repetía la letra de aquel éxito del 1969, “Space Oddity”: “The stars look very different today.” David Bowie, Starman, estaba entre las estrellas, era una de ellas. Una enana negra. A pesar de nuestro dolor, sabíamos que no había muerto, sólo había regresado al lugar de donde vino. David Bowie nunca fue nuestro, de los humanos. Lo tomamos prestado por 69 años y llegó el momento de devolverlo a casa. Saber eso nos hizo sentir un poquito mejor.
El 11 de febrero de 2015 lloraba desconsoladamente mientras regresaba a mi casa del hospital porque sentía que nunca conocí a mi papá lo suficiente y que nunca lo iba a poder hacer porque se me había acabado el tiempo. Mi papá no vino del mismo sitio que Bowie y yo siempre estuve muy consciente de su mortalidad. Aun así no estaba preparada. Una nunca está preparada del todo.
David Bowie murió 332 días después que mi papá muriera. Cuando leí la noticia quise llamar a mi papá para contarle. 332 días no son suficiente para acostumbrarse a vivir sin una persona que estuvo ahí por 19 años.
Sé que ya va casi 1 año que no escribo de otra cosa. Algún día encontraré otro tema sobre el cual reflexionar, pero aún no he agotado este. Mi papá murió hace 346 días, y llevo todo ese tiempo sumergida en mi propio dolor. Pasó casi 1 año sin que yo me diera cuenta. Ahora poco a poco salgo a la superficie y recuerdo quién soy, o quién era hace 1 año. Nunca seré la misma, pero está bien. Tengo mis botas rojas. Estoy reconstruyéndome.
Notas:
[1] Una vez traté de hacerlo con lipstick, porque no encontraba otra cosa. No funcionó.
Lista de imágenes:
1. David Bowie en la carátula de su álbum Aladdin Sane (RCA Records), 1973.
2. Mick Rock, David Bowie como Ziggy Stardust.
3. Helen Green, Bowies, 2015.