Canción nocturna: el grillo

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A mi infancia, 
A mis abuelos muertos.


 

El grillo huella la noche.
Es Señor del inframundo.

Silba, canta;
ajeno al sol, deviene.

Silba, canta;
dado a luz, deshoja.

Silba, canta;
hecho sombra, florece

en la noche, el grillo,
el Señor del inframundo.

 

Permanece aquí animal,
fiera aclaradora de lo oscuro;
Señor que vienes del otro lado

a dar tu canto para los sin morada.

Tu canto con el que deshojas.
Tu canto con el que obsequias.
Esa es tu virtud.

Con él, los difuntos han despertado.
Ellos, que viven en las flores,
quieren oírte desde la tierra

dar tu canto en esta tierna, tierna noche.

Dadles, tú, ese sagrado caracol
con el que se humedece
el triste alimento de la vida.

 

Iniciado a lumbre
abro con mi voz a la tierra.

Oculto el amparo
venero de brisa al sentido.

De ahí que silbe y atenebre
y que haga la noche con mi canto.

De ahí que hable y que conjure,
que adorne al osario con mi silbido.

De ahí que mine y que serene:

Piedad de sol
Huesos que se apagan.
Piedad de mí.

De mí que entrego y que soy
la luminosa majestad de lo perdido.

 

Advierte, grillo,
se deshoja la noche.
Hila en tu regreso
a la flor que adormece.

Toma de su reposo
en la clara luz del día.

Ve al descenso.
La oscuridad descansa.
Tu féretro se propone.

 

Pronto el sol es muralla.
Del cantor a la cueva
vendrá a la piedra deslumbrado. 

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Lista de imágenes:

1-2. Penelope Kupfer, Detalle de "Cricket", 2014.


 

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