Nicaragua en dos


A finales de enero pasado se celebraba en Costa Rica la Tercera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El CELAC fue gestado hace unos cinco años atrás por Hugo Chávez con el objetivo de convertirse en una alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA) influenciada por Washington, y que por primera vez reúne de forma permanente a los treinta y tres países de América Latina y el Caribe. 

En esta ocasión Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, llegó a San José acompañado de una comitiva que incluía a gran parte de su familia. Para el evento, el Comandante en Jefe de Nicaragua había nombrado a su esposa, Rosario Murillo —promotora de una doctrina propia que mezcla lo revolucionario con lo religioso y lo místico— como “canciller en funciones de Nicaragua”, y a dos de sus hijas, Camila y Luciana, como asesoras presidenciales, mientras que el mayor de la casa de los Ortega, Rafael, asistía con rango de ministro. La presencia de “la compañera Rosario” y los hijos de la pareja, junto al resto de jefes de Estado y de Gobierno, dejaba en evidencia a nivel internacional una de sus prácticas comunes desde que regresó al poder en 2007: el nepotismo como política de Estado. 

Desde que asumió la presidencia —y después de sustituir el negro y el caqui por el blanco impoluto, las gafas por las lentillas y el ateísmo por la fe católica— Ortega  nombró a su esposa, con quien contrajo nupcias en el año 2005, en una ceremonia católica ofrecida por su otrora acérrimo enemigo, el Cardenal Miguel Obando. Como la ministra más poderosa del gobierno nicaragüense, Murillo está a cargo del Consejo de Comunicación y Ciudadanía. Sus funciones van desde la administración del día a día del Estado (Murillo pone y quita ministros y nombra y cesa altos cargos del Gobierno), y la gestión de todos los medios de comunicación del gobierno. Más aún, Murillo administra la agenda del Presidente y la ejecución de la misma, organiza las conferencias de prensa de la Presidencia de la República… y hasta maneja las campañas electorales del Frente Sandinista (el partido gobernante). Con su nuevo nombramiento, Ortega pone también en manos de su esposa la política exterior de Nicaragua en detrimento del Canciller Oficial, el sandinista Samuel Santos —ministro en el Gobierno de Reconstrucción Nacional entre 1979 y 1985— quien dirige la cartera desde el 2007. 

Daniel Ortega cuenta con una lista de 25 asesores presidenciales, entre los que destaca —además de Luciana, Camila y Rafael— su hijo Laureano Ortega Murillo, asesor en Asuntos de Inversiones de la Agencia Oficial de Promoción de Inversiones y Exportaciones del Gobierno de Nicaragua (Pro Nicaragua) y quien estuvo a cargo de contactar al empresario chino Wang Jing para negociar la concesión para la construcción del Canal Interoceánico con el que Managua quiere hacer la competencia al Canal de Panamá. Este proyecto de proporciones gigantescas, ha sido valorado por el Gobierno en 50.000 millones de dólares y ha dividido a Nicaragua en dos: por un lado hay quienes consideran el proyecto como una oportunidad para sacar al país de la miseria, mientras que por otro lado, hay quienes creen que se ha entregado la soberanía nacional al gran dragón asiático. 

La decisión de Ortega de nombrar a su esposa e hijos para cargos públicos se enmarca en una larga tradición de nepotismo heredada de la época colonial, en la que la privanza formaba parte del sistema. Este sistema alcanzo su máxima expresión durante el somocismo —la dictadura familiar fundada por Anastasio Somoza—, en donde los altos puestos militares y políticos estuvieron reservados, durante casi cinco décadas, para miembros, parientes y allegados de la Familia Somoza. Por ello resulta curioso queesta dictadura de derechas fuera derrocada precisamente por Daniel Ortega, frente de una revolución que introdujo grandes reformas socio-económicas y políticas y que convirtió en mito a Nicaragua, pero que ha acabado cayendo de vuelta en los horrores de autoritarismo y el desprecio por las legalidades democráticas. 

Con el nombramiento de sus hijos como asesores y de su esposa como vocera del Gobierno y como canciller, Ortega viola varios artículos de la Constitución de Nicaragua: el 130, que establece que los funcionarios públicos, incluido el presidente, no pueden nombrar en cargos del Estado a sus familiares; el 138, que determina que el nombramiento de un ministro debe ser ratificado por la Asamblea Nacional (lo que en el caso de Rosario Murillo no ocurrió); y la Ley de Probidad de Funcionarios Públicos, que establece expresamente la prohibición de que familiares de funcionarios ocupen cargos públicos. 

El Frente Sandinista, la organización que puso fin a la dinastía que durante 42 años, 6 meses y 16 días había machacado a su antojo al pequeño país, tiene una aplastante mayoría parlamentaria. Una superioridad que Ortega —repitiendo los viejos vicios de la cultura política de Nicaragua— aprovechó el año pasado para confeccionar una Constitución a su medida y que hace difícil que la oposición —que sigue sin representar ninguna alternativa real para el país— pueda exigir una explicación por una política que deja todo el poder en manos de la familia, o por la imagen negativa que Ortega deja de Nicaragua.

En la pasada cumbre de la CELAC el independentista puertorriqueño Rubén Berríos fue nombrado por Ortega como su representante en una reunión privada que mantendrían los presidentes, lo que hizo que el anfitrión, Luis Guillermo Solís, diera por terminada la cumbre antes de lo previsto. La “encerrona” de Ortega, que molestó también a otras delegaciones como la de Colombia, Argentina o Ecuador, que apoyan la causa de independencia de Puerto Rico en la línea anti-Washington. Otra demostración mas de la forma de hacer de Daniel Ortega, pero sobre todo de Rosario Murillo, a la que según coincide la mayoría le encanta ejercer el poder de forma total, en el sentido político, pero también en los detalles del día a día —mucho más que al Comandante en Jefe de Nicaragua. 

 


Lista de imágenes:

1) Alberto Font, 21 cabezas de estado del hemisferio occidental se reúnen en la celebración del CELAC en Costa Rica, 2015.
2) Franklin Reyes, Rosario Murillo y Daniel Ortega en su llegada al aeropuerto internacional José Martí en La Habana, Cuba, 2014. 
3) EFE, El empresario chino, Wang Jing, es recibido por Laureano Ortega Murillo, hijo del mandatario, Daniel Ortega, 2014.
4) Jairo Cajina, Encuentro de Daniel Ortega y Rubén Berríos en Nicaragua, 2015.