Una mirada crítica a la renacionalización de YPF Escrito por

El pasado 16 de abril, la presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (CFK), hizo formal el anuncio con el que se venía especulando desde hacía varios días. Se procedió a declarar como bien público de interés nacional de la república el autoabastecimiento de hidrocarburos, así como su explotación, industrialización, transporte y comercialización. Para ello se promulgó como bien de utilidad pública el 51 por ciento del patrimonio de los Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF) que estaban en control de Repsol YPF, S.A.[1]

Ante esta renacionalización, la postura del gobierno español se tiñó de un neoliberalismo y neocolonialismo rancio. Como mencioné hace un momento, ya se preveía que dicha renacionalización se efectuaría. Por esta razón, vale recordar que apenas 4 días antes, el Ministro de Industria de España, José Manuel Soria, se hizo grabar desde Polonia, a donde asistía en calidad de miembro del gobierno, declarando que: “El Gobierno de España defiende los intereses de todas las empresas españolas, dentro y fuera. Si en alguna parte del mundo hay gestos de hostilidad hacia esos intereses, el Gobierno los interpreta como gestos de hostilidad hacia España y hacia el Gobierno de España. El Gobierno lo que sí dice es que si hay gestos de hostilidad, estos traerán consecuencias”.[2]

 

Si bien es cierto que la respuesta del gobierno español en defensa de Repsol —no siendo ésta una empresa pública, sino una empresa multinacional de capital mixto con sede en España— es una muestra del patriotismo depredador de los recursos del sur global y de la instrumentalización de los estados por parte del capital privado, la acción de CFK no está exenta de un análisis crítico.

Antes de pasar a señalar críticamente algunos aspectos, entre otros, del impacto socio-ambiental de las nuevas explotaciones que se prevén en Vaca Muerta en la provincia de Neuquén, cabe hacer una evaluación desde la retórica-política. En el mundo de las ideas y la política, dos factores que siempre deben ser evaluados son la acción y los resultados. Dicho de otra forma, cómo transformamos las ideas, las palabras, si queremos, en acciones lo más parecidas a ellas.

Por eso, antes de todo, cabe destacar que a pesar de las ambigüedades ideológicas de la pareja presidencial Kirchner (Néstor y Cristina) y del peronismo como movimiento aglutinador[3], incluso favoreciendo privatizaciones de recursos públicos en el pasado, la acción de renacionalizar los recursos hidrocarburos puede ser considerada dentro del marco de acciones de la izquierda latinoamericana. Como bien menciona el profesor de ciencia política de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, en su programa semanal La Tuerka, el gobierno argentino ha demostrado con hechos lo que otros políticos dejan sólo en palabras. Habiendo realizado esta aclaración, pasemos pues a presentar algunos aspectos del control de YPF después de Repsol.

Primero, uno de los factores claves que utiliza el gobierno argentino como explicación de la acción de renacionalización es la especulación financiera con los mega-yacimientos no convencionales de hidrocarburos en Vaca Muerta. Repsol utilizó estos descubrimientos desde finales de 2011 para especular con el precio de sus acciones en las bolsas del mercado internacional, donde cotizan sus acciones sin que esto resultara en el avance del desarrollo e inversión. Lo mismo sucedió con el llamado Plan Exploratorio Nacional 2010-2014, con el que Repsol-YPF buscaría el aumento de reservas. Todo terminó en célebres anuncios que no han resultado más que en la profundización de la crisis energética del país, el cual se ha visto necesitado de aumentar sus importaciones de combustibles.[4]

Ahora bien, el gobierno se ha hecho de los oídos sordos ante las advertencias de diversos grupos ecologistas que señalan las graves consecuencias del método que se tendrá que utilizar para extraer petróleo en Vaca Muerta: la fractura hidráulica (en inglés, hydraulic fracking). Esta técnica de extracción es una sumamente agresiva, la cual además de contaminar la tierra y los acuíferos, supone graves riesgos de contaminación del aire, aumenta los gases del efecto invernadero, es susceptible a los escapes de gas, puede ser causante de movimientos telúricos y utiliza masivamente químicos.[5]

En segundo lugar, a pesar de que el gobierno argentino (aquí volvemos al análisis retórico) hable de que los hidrocarburos son un recurso estratégico y no una mercancía o commodity, no se avanza en ese sentido en acciones que reviertan la lógica mercantil. Y es que se siguen dejando las vías libres para que Petrobras —también compañía de capital mixto— o la china Sinopec sean los encargados de realizar la fractura hidráulica en los nuevos yacimientos de Vaca Muerta, ahora bajo control estatal.

 

Es aquí cuando surgen algunas interrogantes ante la posibilidad del anhelado autoabastecimiento y el saldo exportable; con una mínima inversión y más que eso, con un alto costo socio-ambiental. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar —argentinos, españoles, latinoamericanos, humanos en general— para mantener el ficticio crecimiento infinito del capitalismo y entender que uno de los aspectos más graves de la crisis actual es su vertiente ecológica en los países del sur? ¿Para qué? ¿Para aumentar el supuesto estado de bienestar, en el norte o en el sur, y que actualmente ha demostrado su inviabilidad ante las intervenciones del llamado mercado en los asuntos públicos?

En último lugar, cabe esperar que la ciudadanía argentina y su gobierno se solidaricen con los pueblos originarios que viven en el sur de la república. El pueblo mapuche, en las comunidades de Paynemil y Kaxipayiñ, ha sido víctima del acorralamiento entre cientos de pozos petrolíferos, los cuales provocan males a su salud y a sus prácticas culturales relacionadas con el apego a la tierra. En sus tejidos se acumulan entre 17 y 30 metales pesados diferentes, fruto de la concentración de gasolina. También, los habitantes de Añelo, han visto como sus aguas se contaminan con la presencia de hidrocarburos. Así podríamos seguir, largo y tendido, haciendo una lista de los daños irreparables que las petroleras, y sobre todo la fractura hidráulica, hacen a la vida humana.

 

En fin, a pesar de que podamos estar de acuerdo o no con la recuperación y control de un recurso natural que era expoliado para beneficio de capitalistas, es necesario tomar posturas críticas con las formas en que se piensa utilizar ese recurso recuperado. Los hidrocarburos no convencionales (los cuales se extraen a través de la fractura hidráulica) se han convertido en una especie de apuesta energética, de muy baja calidad, similar a los llamados “activos tóxicos” en el argot del mundo financiero.

Es una apuesta que, similar a la burbuja inmobiliaria de la crisis de 2008, puede acabar siendo una burbuja energética y ambiental. Y es que no hay diferencia en quién posea los medios de producción —público o privado—, si en el proceso de producción mismo se eliminan las bases para su continuidad y no se toma conciencia de la profundización de la crisis ecológica del capitalismo, se mitiga ante los graves daños previstos para el presente y futuro y se prepara una transición eficiente, simple y voluntaria (no producto del colapso) hacia una sociedad post-fosilista.

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Notas:

[1] Para ver el proyecto de ley presentado por el gobierno argentino para expropiar las acciones de Repsol, puede hacer clic aquí. Del total de las acciones expropiadas un 51 por ciento estarán bajo control del gobierno federal y un 49 por ciento serán controladas por las provincias productoras de hidrocarburos.

[2] Para ver el vídeo con las declaraciones de José Manuel Soria y leer la nota que lo acompañó en el diario El País, puede dirigirse aquí.

[3] Hay que destacar que los Kirchner y los llamados kirchneristas son parte de una facción dentro del Partido Justicialista (PJ) que se autodenomina y es percibido por otros, en términos generales, como “peronismo de izquierda”.

[4] En 2011 se superaron los 9 mil millones de dólares en importación de combustibles dejando la balanza comercial con pérdidas de 3 mil millones.

[5] Para ver algunas de estas consecuencias, se recomienda ver otros avances del documental estadounidense Gasland (2010) aquí.

Lista de imágenes:

1. Natacha Pisarenko, "Son nuestras", 2012 (AP).
2. Fotógrafx desconocidx, "Cristina Fernández de Kirchner anuncia la nacionalización de YPF", 2012 (La Mula de Perú).
3. Fotógrafx desconocidx, "Yacimiento Vaca Muerta", 2012 (Comunicación Popular de Argentina). 
4. Foto de Confederación Mapuche, "Denuncian que el juez respondió un pedido de la empresa petrolera YPF en la misma hoja extendida por la firma multinacional", 2011 (Prensa Libre Pueblos Originarios).