Vivo en vivo

 

 

El cuerpo. En una presentación en vivo el cuerpo siempre está presente, es el que procesa la música. Al estar ahí sentados o parados en el teatro, en la barra, en el estadio o al aire libre, habitando ese espacio, sentimos la materialidad de la música encontrándose de tú a tú con nuestro cuerpo: el bajo hace vibrar la carne, la percusión retumba contra la piel, los vientos parecen traspasarnos de un lado a otro y, cuando no, entran en la cavidad del oído y permanecen como ecos por segundos, en esa permutación de la imagen acústica, hasta desaparecer. Las notas acarician la piel, los cambios de acordes hacen que el cuerpo se mueva. Esta sensación es una posible conexión con lo atávico, con el origen, con el latir del universo. El ritmo es la ley universal y aquí está en su estado más puro. Lo que estamos presenciando es el pasar inclemente del tiempo, la secuencia sincopada entre el sonido y el silencio, la vida y la muerte.

El camino, la ruta. Tan pronto arranca la primera nota, acompañamos al músico en su travesía. Compartimos los altos y los bajos, lo alzamos cuando se tropieza y celebramos sus victorias como nuestras. Es un trabajo en equipo, el músico no puede llegar solo a la meta, necesita que lo ayudemos, que le proveamos la energía para sobrepasar incluso sus propios límites. Él sabe lo que tiene que hacer, pero muchas veces no sabe necesariamente cómo hacerlo; puede tener un plan de ruta, mas en la presentación todo puede salir mal, ahí yace el peligro mayor. Sin embargo, va bien, está entrando en calor, se comienza a vislumbrar un posible camino entre muchos. Ya no hay vuelta atrás.

banda

El espacio, la ambientación. Los hay de todos los tamaños y colores, pulcros como los teatros o de mala muerte como el chinchorro. El espacio tiene una relación directa con el sonido, sobre cómo se proyecta y se percibe, pero a veces la ambientación es tan importante como la música en la experiencia del espectáculo musical. Algunos preparan elaboradas puestas en escena que combinan todas las artes: iluminación (la más básica de las adiciones), proyecciones, bailes grupales, figuras inflables desproporcionadas. La puesta en escena puede ser un plus, al igual que puede estar de más. Los ejemplos abundan. Caetano Veloso tocando al aire libre para 50,000 personas en medio de un silencio total sólo necesita su voz y una guitarra.

 

Solo o acompañado. En un recital multitudinario existe la posibilidad de perderse y formar parte de la masa. Un cuerpo se une con otro cuerpo, que se une con muchos y se convierte en uno solo. La idea de la masa siempre dialoga con lo singular, lo individual siempre está en tensión con la multiplicidad. Esta dinámica funciona a la inversa cuando estamos en un show pequeño, privado. En ese caso se sostiene la individualidad y más: intimamos con los artistas, se crea la ilusión de que nos relacionamos directamente con ellos y que tocan para uno.

La memoria. El cuerpo entra en contacto con algo que le es conocido, activa su memoria acústica; escucha las canciones que ha escuchado una y otra vez, las que asocia con momentos felices y momentos tristes; reacciona acordemente. Re-cordar es volver a pasar por el corazón. ¿Qué es más fuerte, la memoria visual o la memoria acústica? En este momento climático de la presentación en vivo para de importar, ya que estamos aquí, sincronizando lo que vemos con lo que oímos. Creamos un nuevo momento de referencia, lleno de otro bagaje de emociones totalmente diferente.

El final. La llegada del Apocalipsis: suena la última nota que pareció quedar resonando en el aire por un instante adicional. El silencio lentamente lo cubre todo. El público, incrédulo, se resiste a aceptar que todo tiene su final. Algunos permanecen atados a sus sillas, tensos en la espera, mientras otros comienzan a circular hacia las salidas. Los que quedan gradualmente van perdiendo la esperanza y el éxtasis de corta duración llega a su fin. Los pies que tan lejos estuvieron de la tierra vuelven a tocar el piso. Ahora llega el momento más difícil: volver a la realidad del día a día, a la cotidianidad, a la violencia, a la tristeza que sigue un punto tan alto. Pero, esa experiencia seguirá siendo un paréntesis, un momento de luz y alegría tan fuerte y fuera de lo ordinario, que aliviará de alguna manera el pasar de las próximas horas, los próximos días, las próximas semanas, hasta que llegue el próximo concierto.

Lista de imágenes:

1. Orquesta El Macabeo en vivo. (Foto tomada del blog de D.J. Nalgón)
2. Pink Floyd, Live at Pompeii, 1972.
3. Woodstock, 1969

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