Tenía una idea para una novela sobre poetas y fiscales tomando el sol.
¿Existe una ‘gran novela puertorriqueña’?
La idea surge de una foto. En otra foto, aparece una mujer sentada con su guitarra frente a una máquina de escribir.
¿Acaso Sol de medianoche?
Me topé con ella en las redes sociales.
¿La guaracha?
La foto de la mujer vino con el disco de Courtney Barnett, Sometimes I sit and think, other times I just sit.
¿Qué tal La sílaba en la piel?
El poeta y el fiscal sonríen, tirados sobre la arena un sábado de sol.
La sílaba en la piel es un poemario.
Junto a la máquina de escribir hay una taza de café.
A veces, a las novelas les llaman “poéticas”.
En mi novela, el poeta y el fiscal un poco recordarían a los personajes de Nocturno de Chile de Bolaño.
La guaracha es “poética”.
Mi verso favorito de Bolaño es “ser uno, débil y moverse”.
En Nocturno de Chile la escena literaria local cobra forma de espaldas a —apoyada en— un régimen del terror.
¿En Puerto Rico hay terror?
Pegué la foto de la mujer en mi libreta.
El verso de Bolaño un poco me acuerda este de Berrigan: “feminine, marvelous and tough”.
Es sabido que en Puerto Rico es muy difícil moverse.
Es sabido que en Puerto Rico es muy difícil ser uno.
Es sabido que en Puerto Rico hace mucho sol.
Una buena pregunta para atender en una novela es: ¿Qué significa ser débil?
Además de femenino
Además de maravilloso.
Además de fuerte.
La mujer en la foto tiene las piernas cruzadas.
Frente a su mesa de escribir, una ventana.
Del otro lado de la ventana imagino un sol de medianoche.
¿Acaso poetas y fiscales son la misma cosa?
A veces me siento y pienso, otras veces miro fotos de gente sentada que aparenta estar pensando.
No todo el mundo se sienta igual.
Yo, por ejemplo, no cruzo las piernas.
Yo, por ejemplo, no tengo una ventana.
Yo, por ejemplo, no soy fuerte.
O sea, yo sé que no son la misma cosa en términos de su quehacer. A lo que me refiero es a un problema político: que si bien en Puerto rico no hay terror, algo anda mal cuando los poetas y fiscales se llevan bien.
¿En Puerto Rico hay poesía?
La pregunta surge de una foto. En otra foto, aparece una mujer con su guitarra sentada frente a una máquina de escribir.
Junto a la máquina de escribir hay una taza de café.
Pegué la foto en mi libreta.
Junto a la foto anoté “dejar de escribir”.
Eso es más una promesa que una pregunta.
Eso es más una apuesta que una promesa.
Eso es más una amenaza que una puesta de sol.
¿Qué significa ser débil si eso es ser uno?
Tenía una idea para una novela sobre Puerto Rico.
Los personajes serían poetas y fiscales, amigos todos.
La idea surge de un problema poético: el sol está quemando la última sílaba en nuestra piel.
Es sabido que en Puerto Rico hace mucho sol.
Es sabido que en Puerto Rico se hace muy poca poesía sin ayuda/auspicio del gobierno.
Es sabido que en Puerto Rico la poesía, más que una amenaza o una apuesta o una promesa o una pregunta, es una puesta de sol.
Ni femenina.
Ni maravillosa.
Ni fuerte.
La única manera de moverse es dejar de escribir para ser uno y débil.
¿Acaso un sol de medianoche?
¿O una guaracha?
¿O un silbido que cruza a través de la piel?
Yo, por ejemplo, tengo una foto.
Yo, por ejemplo, tengo una idea: en Puerto Rico no existe nada grande.
Excepto sentarse y pensar.
O nada más sentarse.
Lista de imágenes:
1. “Caracola (sesentaicuatro)”, en La sílaba en la piel, de José María Lima, 1982.
2. Portada de la edición en japonés de Nocturno de Chile, de Roberto Bolaño.
3. “Sin título”, en La sílaba en la piel, de José María Lima, 1982