Sabía poco, pero, al menos sabía eso,
que nadie habla por los demás,
que aunque queramos contar historias ajenas
terminamos siempre contando la historia propia.
—Formas de volver a casa, Alejandro Zambra
Recién jugaba con algunas expresiones que hizo el Juez Fusté cuando sentenció al reggaetonero “Pacho” por posesión ilegal de un arma de fuego. Compartí ésta en Facebook: “la violencia en Puerto Rico es como [el control de acceso] y [los fines de semana en Marina Puerto del Rey], algo de la vida normal”. Fusté había comparado la violencia en la isla con las alcapurrias y el pitorro. Yo quería hacerlo responder al caso de agresión contra los hijos de los dueños de Bora Bora, porque se me ocurre que el juez jamás respondería así al caso de los hijos de los dueños de otra cosa que no sea un punto. No sé quiénes son los padres de Pacho. No sé qué edad tienen los hijos de los dueños de Bora Bora. Sé que no importa su edad nunca dejarán de ser hijos de sus Padres. Y no en el sentido de Zambra en Formas de volver a casa. Aquí, los hijos de sus Padres nunca se van de sus casas. O, al menos, no se van muy lejos: adquieren residencias en los mismos vecindarios donde se criaron, envían a sus hijos a su alma mater, ocupan las mismas oficinas de médico o de abogado donde años atrás hacían sus asignaciones de la elemental, heredan los clientes de sus viejos. Hasta que un día asumen la representación legal de otro hijo de su Padre contra quien pesan cargos de agresión, asesinato, violencia doméstica, corrupción. Y así. No se trata tanto pues de formas de volver, sino de un sinsalida asumido y celebrado en círculos cada vez más cerrados.
La violencia en Puerto Rico es como [el hijo] y [el padre], algo de la vida normal, [pero desfigurado].
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Hay un libreto. No se trata de repartir boletines, sino de tener un diálogo con “la gente de la comunidad”. Es el mismo libreto para La Perla hoy que usamos para Capetillo ayer. Un diálogo sobre el hambre, en sus diversas manifestaciones. Sólo que no debes empezar la conversación así como así. Decir “hambre” no invita al diálogo. Hoy nos encontramos en las mesitas de la Calle Tanca, bajamos la escaleras, cruzamos por la cancha de básquet. El punto de reunión ayer fue la esquina frente al huerto comunitario. “Hola, estamos por aquí repartiendo información acerca de la deuda y pues, pensamos que la gente debe venir antes que la deuda…” Las consignas no son las mejores invitaciones al diálogo. Eso, o yo no sé hablar. Como tampoco sé del hambre, no importa su manifestación. “Y por eso pensamos que es importante salir, encontrarnos y hablar públicamente acerca de nuestro día a día —de la falta de trabajo o del costo de las medicinas o la falta de techo o del hecho, mano, de que nos sentimos inseguros. Porque esa es la verdadera crisis, ¿no? ¿Cómo usted la está bregando?”
A mí “bregando” me hace pensar en un libro académico que tiene a Víctor Pellot en la portada. ¿De dónde era Víctor Pellot? Hace unos días el grupo hizo un recorrido por Barrio Obrero. La semana próxima toca Cayey, la Barriada Morales en Caguas. “La actividad se llama Relatos del Hambre. Tendremos unos micrófonos en la Plaza de Armas en San Juan, para que la gente vaya y cuente su historia. Estaremos allí para escucharlas. Es el domingo 6 de septiembre a las diez de la mañana.” No he tenido mucha suerte entablando diálogos. Me presento, hablo bien rápido sin saber de qué diablos estoy hablando y entrego el afiche de la actividad al final. "Buenas tardes y gracias por escucharme".
Hoy también salieron publicados los nombres de las y los autores del plan de reestructuración fiscal del gobierno. Me pregunto cómo definirían “bregando”. ¿Cuántos sabrán quién era Víctor Pellot? Nació en Arecibo. Luego vivió en Caguas. Se graduó de la Gautier Benítez. Y se ganó la vida jugando béisbol. ¡Oye! Esa quizás es una buena consigna: “la deuda no le puede ganar a la vida”. Hace falta sacar más flyers.
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Uno de los autores del plan de ajuste fiscal es primo mío.
Los hijos de mis dos hermanos mayores se llaman como mi papá.
De Formas de volver a casa: “Me gusta mucho que mis personajes no tengan apellidos. Es un alivio”.
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En las hojas de fichaje de los acusados aparece una “W” bajo la categoría “Race”. Eso quiere decir que son blancos. En Puerto Rico el color de piel —la raza— de una persona no supone tener muchísisima importancia.
Recuerdo cómo en mis grupos de amigos en la elemental, en la high, había siempre un muchacho negro. Le decíamos “el negro”, a todos. Intento recordar sus nombres.
Creí acordarme de uno, pero no.
¿Esto importa?
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Escribí Rebollo en Google.
Resulta que es una municipalidad en España.
Añado López.
Cito de su biografía oficial:
“Ocupó el cargo de Juez Presidente Interino de este Tribunal. Está casado con la Sra. Elena Cancio Bello y tiene tres hijos”.[1]
Somos cuatro: tres varones y una mujer.
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Decir “hambre” no invita al diálogo. Durante las últimas tres semanas nos hemos dado a la tarea de hablar con desconocidos y desconocidas acerca de su “hambre”. La palabra, en ocasiones, provocó silencios incómodos, interrumpidos únicamente por gestos improvisados de “y qué rayos digo yo ahora”.
Lo cierto es que la convocatoria de hoy le ha dado la bienvenida a un problema: ¿Cómo conversar acerca de aquello que solo suponen conocer —y guardar como un terrible y doloroso tesoro— los y las que lo sufren?
Una posible contestación a la pregunta —la más inmediata— es que a veces las preguntas no hacen falta. Hace falta salir a la calle, aprender a escuchar y conversar. Confiar ciega, estúpidamente, en que en efecto nuestras vidas privadas transcurren por las mismas coordenadas de urgencia, precariedad, rabia y resistencia. A esas coordenadas le sumamos hoy la de la solidaridad inherente a la palabra compartida en esta plaza tomada.
Todos nuestros días deberían comenzar o terminar así, haciendo público aquello que nos fuerzan a resistir en privado y en silencio, para así organizar y planear un mañana distinto con ellos —los bonistas y los políticos— fuera de aquí. Que se vayan ellos. Que recojan sus maletas vacías y arranquen. Porque nada de lo nuestro les pertenece. Nada de nuestra rabia ni de nuestra urgencia ni de nuestra belleza compartida cuando salimos a la calle entre desconocidos y desconocidas a reclamar que el rumbo del país sea decidido por aquellos y aquellas quienes el gobierno busca sacar del camino o de sus casas o de sus escuelas o de sus tierras.
Esto se llama Acción de Pueblo porque nos hacía falta un nombre para llamar a esa sensación compartida de que ya no tenemos de otra más que hacer de nosotros y nosotras la única prioridad al comienzo y al final de cada día. Es un asunto de sobrevivencia y de dignidad. Por eso la única contestación válida a toda pregunta relacionada a la vida en Puerto Rico hoy es “Tú y yo antes que la deuda”. Tu salud y la mía antes que la deuda. Tu educación y la mía antes que la deuda. Tu empleo y el mío antes que la deuda. Tu seguridad y la mía antes que la deuda. Tu familia y la mía antes que la deuda. Tu felicidad y la mía antes que la deuda. Que se vayan ellos. Y que se lleven lo mismo que trajeron cuando llegaron al Capitolio, cuando llegaron a Fortaleza: una maleta vacía.
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Según el Juez Fusté, el residencial Juana Matos es “considerado tierra de nadie”. Antes de sentenciarlo, citó de la canción Como grita el palo para demostrar el carácter peligroso de Pacho. Dice la canción: “Aquí nunca le bajamos y siempre andamos despiertos / y le rompemos la tarima a todo el que monte un concierto / Te vaciamos la guitarra y se te acaba el teatro / Aquí no venga a frontiar con un sucio 4-4”.
Del poema De last call tu Cataño de José Raúl González: “Juana / Matos / te / mato”. ¿Acaso este poema fomenta la violencia? Una vez escuché a su autor decir, a modo de explicación, que a su primo lo mataron en Juana Matos; que con el poema quería matar ese dolor.
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Habíamos interrumpido una huelga de hambre. No pasó de seis horas, más o menos el tiempo promedio entre comidas si no cuentas que nuestro amigo había pasado la noche sin dormir, hambriento. Estábamos frente al Capitolio, bajo el sol, un viernes en la tarde. Nuestro amigo tenía una pancarta que decía algo acerca de su voluntad a hacer público aquello que se sufre en privado. Había estacionado su carro, con el marbete vencido, a orillas de la Plaza de la Democracia. Debía meses de renta además. Estaba sin estufa en la casa. Y sin empleo. Esto es parte de lo que él había decidido traer a luz frente al lugar de trabajo de nuestros representantes electos.
¿Cómo se mata este dolor?
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Hay tiendas Bora Bora en:
Plaza las Américas
Plaza Centro
Plaza del Sol
Belz Factory Outlets
Mayagüez Mall
Las Catalinas
Plaza del Norte
Plaza Carolina
Plaza Caribe
La violencia en Puerto Rico es como el mall, algo.
¿El plan de ajuste fiscal es un dolor?
Te mato.
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Escribí Pacho en Google.
Es una municipalidad en Colombia.
Añado juez + cárcel + federal.
Cito de su biografía oficial:
“No cabe duda de que Pacho & Cirilo son la nueva sensación del genero (sic) urbano”.[2]
Así aprendí que una sentencia no es como una duda.
Notas:
[1] http://www.ramajudicial.pr/sistema/supremo/evaluacion/bio-Hon-Francisco-Rebollo.htm.
[2] http://www.buenamusica.com/pacho-y-cirilo/biografia.
Lista de imágenes:
1. Pete Sharp, "Come Home", 2013.
2. Pete Sharp, "Shame", 2012.
3. Pete Sharp, "Demon Hunger", 2013.
4. Pete Sharp, "02", 2013.