Homofobia, amor y Dios en Puerto Rico: apuntes cotidianos

Cinco cosas que aprendí en los tres minutos y medio que pasé en Clamor a Dios:

La derecha cristiana no cuenta con los mejores planificadores de eventos: Las mesitas de comer quedaban justo al frente de las letrinas.

(No vacilen).

Para mi sorpresa, la derecha cristiana no tiene problema con:

-el reggaetón (siempre y cuando quien lo escuche o lo cante odie a los gays)

-los tatuajes (siempre y cuando quien los haga o se los haga lo haga en nombre de jesús y odie a los gays)

-el cigarrillo (siempre y cuando el cáncer no sea el “cáncer de los gays”)

-el lujo (siempre y cuando nadie choque/raye/guaye la SUV de la pastora y en caso de que alguien llegara a chocar/rayar/guayar la SUV de la pastora más vale que el responsable no sea gay)

-el pecado (siempre y cuando el mismo no consista en amar a los gays, que según dijeron allí es casi tan malo como ser gay, lo cual aparentemente es bien malo. De que ¡uy!).

La mejor parte de las manifestaciones de la derecha en este País es la contramanifestación de un grupito de opositores con pancartas bajo el sol. Amor (y activismo) del bueno.

La derecha cristiana canta pésimo.

La confección y venta de faldas de mahón en Puerto Rico dejarían muchisísimo dinero.

(9/2/13)

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Trucos para no quedarse dormido en el teatro

Pensar en Wanda Rolón.Detalles biográficos básicos: Natural del Bronx, vecina de Toa Alta. Cerca de 30 mil seguidores en Facebook. Pastora en el Tabernáculo de Alabanza y Restauración de la Senda Antigua. En un aparte: confieso que no sé qué significa la palabra tabernáculo. Mi único referente es Don Magic Juan, notorio proxeneta afro-americano, que hacía las veces de consejero espiritual para el rapero Snoop Dogg, ahora Snoop Lion. Y que a menudo hacía featuring en sus canciones y vídeos exclamando “tabernacle”.

Imaginar a Wanda Rolón sentada en la sala René Marqués del Centro de Bellas Artes en Santurce en ocasión de la puesta en escena de La Cage aux Folles, orando por el alma de Braulio Castillo hijo, que en este preciso momento se encuentra rodeado de dragas con plumas y lentejuelas. Decirle al oído que sí, que todas las mujeres en tarima son machos. Verla llorar.

Hacer brainstorming de titulares esperanzadores acerca de Wanda Rolón

El FBI Sube y Baja por la Senda Antigua

Tambalea el Tabernáculo

Fraude al Altísimo

¡Alabanza! en la balanza de Justicia

Un Pescao llamado Wanda

Comparar odio de Wanda Rolón por gente gay y lesbiana con odio de Hitler, George Wallace, Mussolini, El Guasón, Trujillo, Sinestro, Strom Thurmond, etc. Luego hacer ranking de figuras más nefastas en el Puerto Rico de hoy. Llenar todos los espacios con su nombre aunque te duela dejar a tanto villano afuera. Redactar carta en tu cabeza notificándole su elección como La Nefastitud Hecha Verbo y Carne —no importa que la palabra nefastitud no exista, pichea. Visualizar la entrega de premios en el Choliseo, su entrada majestuosa, su discurso de aceptación, las felicitaciones de nuestros gobernantes. Visualízate allí, y espera hasta escuchar la mismísima voz de dios, para echar todo a pérdidas y poder despedirte del mundo tranquilo, seguro de que nunca hubo nada para ti en la Tierra.

Imaginar a Wanda Rolón quemando todos sus pósters de Braulio Castillo, hijo, excepto uno.  Lo último que se pierde es la fe.

(9/1/13)

El Rapto

EL FIN YA VIENE en una Toyota Tacoma SRS. El FIN está dando vueltas por Villa Nevares. Aparenta no tener dirección. El conductor baja la velocidad, luego su ventana, me pregunta dónde coge la autopista hacia Caguas. Odio a los Criollos, pero no es para tanto. Digo que no sé, que no soy del área. Me disculpo y sigo caminando, luciendo desorientado para convencer. Postergo lo inevitable, no más. Pronto encontrará la ruta y el Fin llegará a su destino. ¿Por qué Caguas? Criollos malditos. Me pregunto qué vendrá después. ¡Cangrejeros campeones!

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EL FIN YA VIENE en una Toyota Tacoma SRS. El FIN está dando vueltas por Villa Nevares. Aparenta no tener dirección. En sus bocinas, el sonido de The Noise I. “Un día con Carlitos” es el nombre de la canción. El conductor baja la velocidad, la ventana, el volumen de la radio, me pregunta dónde coge la autopista hacia Caguas. El Fin es un concepto caco-cristiano, pienso. Digo que no sé, que no soy del área. Me disculpo y sigo caminando, con la canción en mi cabeza. Es terrible. Pura lírica de odio. Me toma unos segundos darme cuenta que me la sé de memoria (“Desespera'o estaba yo/ Le bajé el pantalón/ Le pregunto su nombre y me dice "Ramón." / Oh, shit/ La noche se jodió/.../Del carro lo amarré/ Pa' Villa lo llevé/ Él no se imaginaba lo que yo le iba hacer/ Del carro lo solté/ Corriendo él se fue/ Saqué mi .9mm y pa'l de tiros le pegué”).

Mas no recuerdo haber tenido nunca la intención de aprendérmela. Siento repulsión  hacia la canción, cómo no, pero sobretodo hacia el dejo de goce que percibo en mi memoria. Letra odiosa, violenta cuya repetición en mi voz hace años sirvió de contraseña para la pertenencia en corillos de pasillo en el colegio. Mientras más pienso en esos años, más me convenzo de que el Fin ya vino y nos dejó una larga tradición de odio, la cual sin falta reconoceremos como nuestra, no importa cual haya sido nuestro camino.

EL FIN YA VIENE en una Toyota Tacoma SRS. El FIN está dando vueltas por Villa Nevares. Aparenta no tener dirección. Lo veo venir y aligero el paso. El conductor baja la velocidad, su ventana, me pregunta dónde coge la autopista hacia Caguas. Odio a los cristianos. Digo que no sé, que no soy del área. Resisto las ganas de rezar. Sigo mi camino, mirando el piso.

(8/24/13)

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sonosucesos

i.

Un bumpersticker lee: “Es fácil vivir apegado a tus valores”. La parte de es fácil vivir está en letras grandes, blancas con un fondo verde. La parte de los valores está en letras mucho más pequeñas y verdes con un fondo blanco. Tengo issues con esto. En primer lugar: No es fácil vivir. Segundo, ¿qué valores? Tercero, junto a ese bumpersticker hay otro de una ecuación matemática: “Matrimonio= (insertar hombre de palito) + (insertar mujer de palito)”. Primero, odio la matemática. Segundo, encuentro a los muñequitos de palito híper-tiernos y me molesta que los utilicen para propaganda mierda de derecha. Tercero, si vamos a jugar a la matemática con el matrimonio, hay tantas otras ecuaciones mucho más representativas que esa, por ejemplo: “Matrimonio= (insertar lápida) + (insertar llamas) + (insertar diablo con cuernitos y tridente y cola)”.

Me gusta la palabra tridente. Usémosla en una oración: “Lo que no daría por un tridente ahora para pincharle una goma al don fascista que tranquilo espera a que cambie la luz sentado en al carro frente a mí, silbando—¿está silbando?-- parecería que el don está silbando, ventanas abajo, feliz de la vida, regocijándose en el hecho de que su vehículo cumple la doble función de método de transporte y cruzada de odio”. Definitivamente, no es fácil vivir sin matar. La vida, de paso, es un valor. El respeto por la vida ajena también. Pero al momento se me hace extremadamente difícil vivir apegado a esos valores. Como se nos hace casi imposible a muchos y muchas de nosotras aquí continuar viviendo en una comunidad que reduce la multiplicidad de relaciones afectivas posibles entre las personas a estúpidas ecuaciones matemáticas de nivel kinder. En fin. Muchas veces deseo vernos como muñequitos de palito—felices de exhibir las infinitas variedades del trazo. Poder borrar, tirar la línea de nuevo. Hacer. Rehacer. Vivir aferrados a eso.

ii.

Me siento como Pedro Julio Serrano, adorado por cristianos random que me paran en la calle para abrazarme y brindarme palabras de aliento: “Guillo, tranquilo, mi dios está contigo”. Que alguien me diga: ¿Quién no se siente queer y querido entre tanta heteronormatividad rampante y despiadada? No me malinterpreten, no es tiraera contra el reconocido activista pro los derechos de la comunidad LGBTTQ. Ni mucho menos a las causas que impulsa. Como tampoco supone ser esta nota una apología a la religión cristiana. Para estar claros: el cristianismo mata. Bueno, al menos así comenzó todo. Me lavo las manos. ¿Por dónde iba? Yo, como muchos, sigo a Pedro Julio en Facebook. Yo, como muchas, creo en la igualdad de derechos para todos y todas. Y yo —¿como muchos/pocos/casi nadie fuera de la derecha cristiana?— me desespero al leer tanta anécdota de viejita, de don, de reverendo que cotidianamente le declara amor y admiración al activista, según documentado en su perfil a diario. Por supuesto, entiendo la razón de las publicaciones: estas anécdotas dan fe de la gran cantidad de aliados y aliadas de la comunidad lgbttq en Puerto Rico y más allá.

O bueno, al menos dan fe de la multiplicidad de fans del activista político, fanatismo que uno supone interpretar como apoyo por la causa de la comunidad en general. Y es quizás esa equivalencia la que me desconcierta. A menudo presiento que el activista se traga la causa o que bien define los contornos de la causa para todos y todas. No sé. El caso es que en ocasiones leo los statuses y un poco me frustro y me pongo bitter y digo así entre dientes: “Oye, qué tal si enmarcamos la crítica a la homofobia dentro de una crítica mayor a las diversas fuerzas de opresión según operan dentro de la comunidad LGBTTQ” o “Por qué hay que exigir una disculpa como única pena imaginable para cualquier afrenta verbal en contra de la comunidad” o “Idol Puerto Rico no es ni tan importante, ponte algo de Siria o de Breaking Bad, al menos” o “Qué tal si como resolución de año nuevo, optamos por menos protagonismo y más praxis política”. Cositas así. Boberías.

Por otro lado, una buena anécdota le arregla el día a cualquiera. Hoy cuando me bajé en la estación de Cupey, una viejita me apretó los cachetes porque le ayudé a recoger unos aguacates que se le habían caído.

(9/18/13-9/20/13)

*Todas las imágenes son de David LaChapelle.