El aeroplano

avión de papel

Odio a los poetas. No pueden leer el periódico, se contaminan. Según ellos, los asuntos del mundo ejercerían una presión indebida sobre sus procesos escriturales. Sus procesos escriturales consisten en hacer una marca en el papel, significando que es suyo el papel de poeta desentendido. Ellos no escriben, “ejercen el oficio de la palabra”, whatever the fuck that means. Ellos no leen, a menos que revisen las palabras plasmadas sobre el papel marcado como suyo, desentendidamente. Ellos no hablan fuera de los contornos discursivos de sus esfuerzos de auto-promoción. “La mejor promoción de un poeta es su palabra ejercida con oficio. Las palabras que utilizo me promueven y yo a su vez promuevo su uso en mi nuevo libro”, me escribe un colega en ocasión de interrumpir sus ejercicios escriturales para compartir una nota de periódico.

En la nota, un pedacito de mundo en palabras escritas con la urgencia que trasciende los contornos de cualquier discurso oficialista, promocional sobre el quehacer poético. Muchas veces el mundo, reducido con urgencia a un puñado de palabras cualesquiera, provoca odio y uno no sabe qué hacer con esa sensación de contaminación que te invade. “Parte de ser poeta es invadir al mundo con la belleza de un discurso practicado en reclusión, apartado de los asuntos exteriores al universo poético de uno, que es pura promoción en forma de libro, cuyo contenido conforma lo que es el mundo para mí, más allá de cualquier otra consideración”, me explica el colega en ocasión de no tener casco para comentar “lo que sea que esté pasando con el aeropuerto”.

plano

Pasa que lo venden como un simple objeto de promoción, conforme al libreto de los grandes intereses. Yo intereso revertir el proceso, por eso sumo mi nombre a los nombres de las personas que firman bajo la consigna “No a la venta” en total complicidad y contaminación. Por otro lado, mi interés por la palabra es grande, mas no existe en un mundo aparte, libre de conflictos. Al contrario, yo todo lo que leo lo relaciono a y contamino con, cualquiera que sea el conflicto de hoy. Hoy leí, de Huidobro, El Aeroplano:

La linterna que alguien agitaba
era una bandera
Alumbra tanto como el sol
Pero los gritos que atraviesan los techos
no son de rebeldía
A pesar de los muros que sepultan
LA CRUZ DEL SUR
Es el único avión
que subsiste.

Lo leo en voz alta, con fuerza, en busca de la fuerza para oponerme, aunque un fragmento de poema, al fin y al cabo, no guarda relación alguna con la venta de un aeropuerto, más allá de las ganas mías, como lector, de a la fuerza atraerlo al centro de mi disputa con el gobierno. Pero lo cierto es que la relación de la literatura con la oposición política es una de fuerza precisamente. Y de ganas. Y de astucia. Y de hacer lo que se pueda con lo que se tiene. Y de no acabar.

No a la venta” no servirá como poema pero ayudaría escuchar la consigna de boca de más poetas para saber que existen fuera de su mundo de oficios. La poesía, al fin de cuentas, es como todo: nos pertenece a todxs, menos a aquellos que la quieren sólo para venderla.

 

Lista de imágenes:

1. Know The Ledge, M.I.A. discusses Paper Planes, 2008.
2. Kevin Box, Paper Planes, 2012.

 

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