—M
era, Chago, traime 4 pali...
—¡Diablo, hijueputa, ¿te quieres sentir Super Man?!
—Jajá... Me quiero ir bien loco hoy.
—Sí ya veo, papi. Esto está bueno, bueno.
—Ah, y me dijeron que el sello de El Ché está pa’ que vaciles de verdad… ¡Ah! Y pide en
la guagüita una hoja de Green Apple, sabe cabrona.
—¡Ah no!, habla claro. ¿Me lo quieres metel, que me quieres endrogal cabrón?
Diablo que nota cabrona, me pilla aquí el enemigo dormío y me borra la cara fácil… Hasta desarmau ando… Que se joda, si qué puñetas... Aquí, al fin y al cabo, me van a meter; eso yo lo sé. ¿Y qué carajos van a decir?: “Mataron a Cabo, mataron a Cabo”. Tu nombre va a sonar por 2 o 3 semanas en el caserío y después no te mencionan más na'. Así como ha pasau con Keko, Gandu y con el Visco: los lloraron 2 días, les hicieron camisetas, pintaron un mural, resolvieron to' los revoluces que dejaron antes de que les metieran y ya murieron definitivamente. Diablo, estoy bien loco, déjame llamar al cabrón este pa' que se quede aquí trabajando.
—¡Mera, Chago!
—¿Qué pasa, mostro?
—Quédate aquí espoteao un rato. Te voy a dar algo como siempre, pero si te descuadras otra vez no te la voy a dejar pasar, huelebicho.
—Dale, bebo, no vuelve a pasar.
—Pues, dale, vengo ya mismo que voy también a comprarle algo de monchar a la doña; tú sabes pa’ tenerla de buenas. Pero dame dos percos antes de irme pa’ vacilarme el camino.
—Diablo, cabrón, estás pata bajo...
—Diablo, papi, pero tú siempre tienes algo que aportar. Dame las cabronas percos antes que me encojone. ¡Que cojones! Ahora viene este cabrón a decirme lo que yo tengo que hacer con mi mercancía, huelebicho.
—Mera, Cabo, ¿qué pasa, qué pasa? Vete pal apartamento a dormir que estás bien a lo loco.
—A lo loco no, bebo. Es que este cabrón siempre está abogando.
—Dale, arranca. Hablamos horita que tú lo que estás es bien empalitroqueao.
Diablo, puñeta, por poco le meto a ese cabrón ahí mismo. En verdad no me puedo dejar caer el nombre; uno se tiene que dar a respetar, sino no sería Cabo… el gran Cabo. Ta cabrón, me gané el nombre desde el día aquel en que le sopletié par de tiros a los guardias y los saqué del caserío. To' el mundo dijo que yo metía mano, que yo era bravo y desde ahí me gané el respeto de to’ el mundo aquí.
Pa’ mí que quienes se debieron haber ganao el respeto fueron las 4 palis que tenía en el sistema ese día, si después casi ni me acordaba de lo que había hecho; solo sé que estuve par de días escondío de los puercos. Que mucho pensé esos días que estuve encerrao en el apartamento. Pensé en mi nene, en mi mai, en mi hermano y en to' el mundo que esperaba algo más de mí.
A veces pienso que nací pa’ esto, que este es mi destino, que cuando más chamaquito pensé en que podía estudiar cualquier mierda, ir pa' la universidad, hacer una carrera y a lo mejor no tenía ni que olvidarme de mi gente, pero ya qué carajos. Yo no soy tan pendejo tampoco y sé cómo está el país. Yo sé que las cosas están bien jodías y que muchos de lo que han estudiao están sin trabajo; y no, mano, en verdad yo no vuelvo a ver la nevera vacía, yo no quiero que mi nene vaya con los tennis rotos pa’ la escuela como yo… Na’ en verdad que no. Prefiero tener todo hasta que me dure, a nunca tener na'. Bastante tengo con acordarme de la vieja Ía que vendía la tarjeta de los cupones a la vieja de la tiendita pa' meterse tapas de crack.
—¡Mera, Cabo!
—¿Quién carajos me estará llamando ahí?
—¿Quién es?
—Es Chago. Baja pa' darte aquello.
—Dale, dame un brei; bajo ahora.
Diablo, a mí se me había olvidau que este tenía los paquetes y los chavos del cuadre. Tenía una nota cabrona ayer, puñeta.
—¡Dímelo, pa!
—Na', te estaba llamando pa’ darte tus chavos y eso. Tú sabes que no me gusta quedarme con na' de nadie.
—Dale, papi, gracias. Y mala mía por lo de ayer. Tú sabes que cuando me empalitroqueo me pongo loco.
—Dale, pa', tranquilo que usté sabe que es mi hermano.
—Seguro, bebo, tú sabes que el que jode contigo jode conmigo. Habla claro, ¿vamo a prendel?
—Ay, papi, no me lo digas dos veces que llevo to' el día sin na'.
—Vamos pa' donde los muchachos, entonces, que llegó un baby cripy que está duro duro.
Cuando me siento en el caserío y veo toa esta gente, me pongo a pensar si ellos piensan como yo. Yo no sé si maquinean eso de quitarse y tener una vida tranquila, echar palante, o si no les importa y pues piensan que nacieron pa' esto y que no es necesario hacerlo. La verdad es que yo no me visualizo en otro lau, si toa la vida he estao aquí. Llevo metío en esto más de la mitad de mi vida, ¿cómo carajos me voy a ver haciendo otra cosa? Nosotros nacimos en el caserío, vivimos en el caserío y morimos en el caserío. Este es nuestro mundo, aunque estoy consciente que el país estaría mejor sin nosotros, sin que nos estuviéramos matando. Pero esto es parte de, lo llevamos todo a los extremos. En verdad así es en tos laus, to' el mundo quiere más; y mientras más tienes, más quieres seguir expandiéndote. Ahí es que nos empezamos a matar, como lo hace to' el mundo. Como to' el mundo tiene guerra, los países guerrean, pero como ellos lo hacen por la legal, pues nadie dice na'. Es por la misma mierda… guerra de poder.
—Mera, Cabo… ¡Cabo!
—¡Ah! Dímelo, pa.
—No te lo mames, cabrón. Habla claro, ¿tás arrebatau?
—Me imagino, cabrón. Si siempre estoy igual.
—Que hijueputa este cabrón... ¡jajajaja!
Esta es mi vida. Sentarme aquí de vez en cuando a ver cómo están corriendo los paquetes y seguir fumando. A veces me voy en el viaje, viendo películas de esas que dan en el Once, que to' el mundo está engabanao, son ejecutivos y tienen una familia perfecta. Tos son trentones, con una mujer que está bien buena, 2 hijos más o menos de la misma edad... ¡ah!, y obligau que siempre son una nena y un nene.
Me pongo a pensar en mí: hoy día tengo 24 años, tuve mi primer hijo a los 16, desde los 13 llevo en la calle, mi nene no vive conmigo, vivo persiao de que me vayan a matar to' los días porque estoy caliente y lo más cabrón de to' es que cuando me muera seré otro titular en El Nuevo Día. La gente no se va a acordar de mi nombre, los de mi caserío al tiempito me van a pichal, otro va a criar mis nenes, mi mujer se va a buscar otro títere que la mantenga y van a mandar a mudar a mi mai.
—Pásame el phillie, cabrón.
—Diablo, este cabrón ta asfixiao.
—¡Jaja! No jodas, huelebicho, que me tengo que ir.
—¡Jaja! dale; toma, bebo.
—Dame 4 percos también.
—Toma, pa.
Veo la pistola ahí tirá y me dan ganas de volarme el melón yo mismo; si al fin y al cabo, como dije, nadie se va a acordar de mí. Bueno, si me suicido sí, porque lo más probable sea el único pendejo del caserío que haga eso. Lo más probable ahora mismo hay un cabrón de este mismo caserío planeando darme un palo y yo no lo sé. Qué carajos, que lo haga, si ya yo no siento ni padezco; pero que no me entere, porque voy a estrenar la plástica virgencita que tengo ahí guardá hace rato con él.
Aquí tos nos matamos por el material, porque el material son los chavos, son la comida de mis nenes y yo estoy atrapao en esta mierda. ¿Vale la pena estar to los días esperando morir pa vivirse la vida? ¿Qué me queda fuera del notón que tengo siempre? Un carajo… A veces quiero empezar de cero, pero el cero me da miedo; me da miedo no tener na’ de nuevo cuando ahora relativamente lo tengo todo. Pero hay algo que me queda claro: la paz no tiene precio. Y yo me he encargao de ponerla inalcanzable y regalar la vida hace rato. Soy hombre muerto desde que gané poder y respeto. Aquí es así: otro te tiene que metel pa quedarse con lo tuyo. Yo sé que tampoco he sio un santo.
—¡Cabo!... ¡Cabo!
—¿Qué pasó ma?
—Son las 10, pa' que te levantes.
Diablo… que viaje cabrón el de ayer. Que mucha mierda yo pienso cuando me voy en esos viajes, en verdad.
—Dale, voy. Traime las Jordan’s azules pa' donde los muchachos.
Lista de imágenes:
1. Ramón Boixader.
2. Web.
3. EFE/Archivo.
4. Web.
5. Web.
6. Romeo Aroma.