1
Regresabas a casa tomando prestada la orilla de un río
antes de atravesarlo.
No sospechabas así la crueldad
de los puentes,
la maldad de aquellos que los atraviesan
y que,
si concertaran su andar,
tendrían la fuerza de quebrantarlos.
2
Tus ojos miran dos lejanías diferentes.
No las sueltan,
se bizcan,
algo pasa.
Pierdes el tiempo
en lo que pasa,
enfocando
el lugar del que te ausentas.
Y te ausentas ahí
donde pierdes el tiempo:
una mirada muda.
3
Una habitación resuena en la otra.
—Los quiero mucho. El tiempo apremia. —Escribes
en una página de tu cuaderno.
Sacas el paquete de la bolsa, lo abres.
Observas la etiqueta en la que se dibujan
tres iniciales al trazo vertical,
listas para eclosionar
por encima del torzal
de letras verdes
100% algodón.
—Los quiero mucho —subrayas
junto a un par de nombres propios
y algunas tachaduras.
El tiempo apremia.
4
Soy…
la sombra que se dobla con el sol
como la espada en el agua.
Soy los pasos por lo más aire[1].
La cuerda temblaba aún.
¿Ves algo aquí abajo?
5
Lo que retiene a un cuerpo en su lugar
más que su peso es
la inutilidad
que encontramos en dudar de
su vida y de su muerte;
el empeño en sacudir al ser en él
que todavía podría prescindir de eso,
como si del sacudir de
una caja de tesoros
tratara…
y el tintineo del algunas monedas,
escuchar
durante la sacudida.
6
—
Me arranco a la noche
para hacerme piel nueva.
No tener más miedo del mundo.
El tiempo apremia.
Notas:
[1] Ruiz Cumba, Israel. “El ahorcado”. En Encuentros de memoria, 90. San Juan: Isla Negra Editores, 1996.
Lista de imágenes:
1-3. Deprise Brescia, "I Shed My Skin".