La necesidad es la madre de la invención. De ahí que nuestra originalidad sea proporcional a la particularidad de nuestra necesidad. El documental La aguja/The Needle, de los directorxs Carmen Oquendo-Villar y José Correa Vigier, es un ejemplo de cómo se re-inventan los individuos para satisfacer necesidades esenciales.
El protagonista del documental es un hombre que ha convertido su casa en un centro de transformación física, y también emocional. José ayuda a la gente a embellecerse, hacerse más fuerte, más firme, más flacx. Con su conocimiento técnico ayuda a aquellxs que buscan cambiar su físico sin cirugías, a base de polímeros, anabólicos, encimas y otros productos que no se introducen al cuerpo más allá de la epidermis.
Además de sus servicios técnicos, José presta su corazón. Le da ánimo a la gente, escucha sus problemas, les da consejo. Los alimenta física y espiritualmente, ya que su cocina está tan accesible a sus visitantes como su persona. La relación que tienen estas personas con José es simbiótica; ellxs absorben de él lo que necesitan para sentirse quienes quieren ser y él llena una necesidad esencial en su vida: afecto.
Este documental presenta la vida de un paria de la sociedad. El largometraje narra unos días en la vida de José antes, durante y después de la navidad. Es en la época navideña en Puerto Rico donde la familia se une y comparte en diversas fiestas y actividades. Pero éste no es el caso con el protagonista. En esta estampa de su vida se nos deja saber que José siempre fue un transgresor del género y que por esto tuvo que exilarse del campo, San Sebastián, y de su familia.
José fue rechazado en el seno de su familia por primera vez por sus propios hermanos. Lo reconocían diferente, lo llamaban pato, maricón, le negaban hasta transportación a la escuela. Su madre lo sobre protegió pues lo entendía vulnerable por ser un “enfermo”. Es este rechazo la tragedia primordial de José que se enuncia varias veces durante el documental: la soledad. Si bien se reconcilia con algunos miembros familiares luego de la muerte de su madre (anterior a la película), esta aceptación es parcial
El documental nos muestra entonces la familia putativa de José; todos sus allegados lo buscan precisamente porque él puede ayudarlos a transgredir las limitaciones de su cuerpo. Quienes lo visitan no pertenecen a una sola demografía: van gays, van straights, mujeres, hombres, transexuales, jóvenes, viejxs, casadxs, solterxs. Y es evidente en estas visitas que parte de la transformación que buscan sólo es adquirida gracias a la aceptación de José. Éste nunca juzga, ni cuestiona, si bien aconseja y a veces regaña.
El arco narrativo del documental sutilmente nos lleva a darnos cuenta que toda ayuda que da José aplaca malamente su propia necesidad: la de ser aceptado por su familia. José se siente mujer, desde siempre, y por eso desde siempre se encontró huérfano dentro de esa familia. Además de sus muchos hermanxs putativxs que lo visitan por necesidad, se ve un núcleo familiar que establece José con varias chicas transgénero.
Una, Camil, sólo sale en una escena corta en el largometraje, pero es la protagonista de su propio cortometraje, donde se muestra su ida y vuelta entre Puerto Rico y Ecuador en el proceso de un implante de senos. Es a casa de José a donde primero va después de esta de cirugía. Su relación con las transgénero es filial. Una de ellas le dice madre. Sin embargo, el mismo José narra cómo sabe que éstas son otras aves de paso en su vida, así como lo han sido muchos más. Es la figura solitaria de José la que cierra el documental, fumando, mirando hacia fuera de la casa, así, como en el bolero, esperando.
Este documental es sorpresivamente tierno y el ojo de la cámara muestra mucha solidaridad con sus sujetos fílmicos. Si bien se presentan sin ningún reparo las intervenciones cosméticas en la casa de José, ni las rondas nocturnas de las chicas, Kelly y Maybeline, para prostituirse por las noches, no se hace de manera sórdida. Esto no es un “freak show” ni somos voyeuristas de un momento en las vidas de esta gente “rara”. Más bien somos otros invitados a la casa de José y se nos muestra como él remienda su vida y las de los demás.
En un momento dado en el documental, José se compara con su madre, quien era costurera. Ella con su aguja creaba contornos en la tela para embellecer a la gente. De la misma forma, dice José, él crea contornos en la carne con agujas hipodérmicas. El remienda la necesidad suya y de los demás con agujas. Y es en aquí en que este documental se sale de la norma. La propuesta del cuerpo no como una cárcel, que es el caso de la opresión que imponemos a los transgéneros, sino del mismo como un telar, como una arcilla moldeable para llevarnos a expresar-nos en esa carne.
La aguja es, entonces, una metáfora doble: la necesidad y la satisfacción de esa necesidad. Si la aguja de la costurera une, la aguja de José rellena, borra, deshace y rehace. Y él y su familia adquirida están muy conscientes de esta doble función de crear y destruir. Uno de ellxs le regla una figura de la diosa Shiva, la destructora creadora. Estos detalles en el documental apuntan a que esta narrativa sobre José es algo en el que él participa activamente y no dónde es un sujeto pasivo. La consciencia de lo que se es y se hace está muy clara y es parte de la transgresión. José desafía su ostracismo al igual que la imposición de su género al ser tan abierto, tan honesto, tan expresivo acerca de lo que es y lo que hace.
Y, es necesario entonces hablar de la dificultad de hablar de José. Los pronombres no dan para referirse a él, y eso es otro acierto del documental. José también es transgénero pero no de la forma ‘tradicional’ (contradicción aparente que no lo es) en que lo son Maybelline y Kelly. Sí, siempre se ha sentido mujer, pero vive como hombre la mayor parte del tiempo. Sí, está en un proceso de transformación, o más bien, de evolución constante, pero no de la forma en que es esperada, no de la forma estereotipada.
José es un sastre de la carne y el corazón que se moldea así y a los demás y vive su vida inventada por sí mismo transgrediendo cotidianamente las normas genéricas y sociales. Y lo hace con amor, con respeto y con compasión, de la misma forma que el documental nos deja conocer a José en sus propios términos. Sin caer en el sensacionalismo, ni en la mirada clínica, el documental La aguja/The Needle permite a su audiencia entender la necesidad que lleva a tanta creatividad.
*La aguja/The Needle se exhibirá esta semana en la 4ta edición del Festival Internacional de Cine Queer de Puerto Rico en el cine Metro en Santurce, el domingo 18 de noviembre a las 9 pm, y Camil, corto de 6 mins, estará en la sección de cortometrajes el sábado 16 a las 4:30 en el mismo festival. Estarán presentes en la proyección de La aguja/The Needle los directores Carmen Oquendo - Villar y José Correa Vigier , así como José Quiñones, Felipe Tewes y Sophia Marrero.