Un país sin hombres jóvenes

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Ser varón y joven hoy, en Puerto Rico, significa que nuestra expectativa de vida es menor. Según la demógrafa Judith Rodríguez, la proporción entre hombres y mujeres ha llegado al nivel más bajo de las últimas seis décadas, registrando 91.9 varones por cada 100 mujeres en el último censo (2010). Esto se debe a distintos factores, pero los dos factores principales son la emigración y las muertes violentas. Dichos factores, por lo general, cobran más vidas de varones que de mujeres. Otro factor que juega un rol vital en la desproporción entre los hombres y las mujeres es el “machismo”, una noción de mundo que puede llevar a un hombre a cometer terribles actos, con la finalidad reiterar la idea de una hombría que casi siempre se percibe asediada. Cabe preguntarnos por qué razón estos factores afectan más a los varones y cómo esto, a su vez, afecta al país.

Las muertes violentas en Puerto Rico son, indudablemente, un problema grave y los varones son las principales víctimas y/o protagonistas de ellas. La población carcelaria del país está compuesta en su mayoría por hombres, y para nadie es un secreto que la mayor parte de los delitos son cometidos por ellos. Inclusive, los accidentes de tránsito son ocasionados —en su mayoría— por hombres. Es perturbador observar que, en esta actividad cotidiana también se espresa la violencia asociada con una hombría erguida por padres que inculcan la noción de que conducir a alta velocidad e imprudentemente hace a sus hijos ser más “machos” o más hombres, que los demás. Al igual que conducir de ese modo, la idea de “hombre” en nuestro país, lo único que hace es poner en peligro la vida de las demás personas, incluyendo la de los mismos hombres jóvenes.

Asimismo, los homicidios —posiblemente, el factor que más ha contribuido al déficit de hombres en Puerto Rico— ha afectado especialmente a la población masculina joven. Desafortunadamente, la violencia asociada a la hombría los lleva a que se maten entre ellos mismos, sea por el narcotráfico o por su propia falta de tolerancia.

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El suicidio es también un factor de importancia. Los estudios muestran que los hombres se suicidan cuatro veces más que las mujeres. Se podría inferir que las presiones económicas y la depresión son dos de los elementos principales por la cual los hombres se suicidan. Sin embargo, el psiquiatra y psicoterapeuta Enrique De Rosa, considera lo siguiente: “El suicidio es una patología de género”. Además, añade que: “Los hombres presentan una tendencia al comportamiento motor más que a la respuesta emocional; entonces la descarga motora frente a la frustración se produce como violencia a otro o a sí mismo”. De Rosa también observa lo siguiente: “A diferencia del varón, la mujer tiende a canalizar las frustraciones introspectivamente. Las modalidades depresivas en el hombre son diferentes de las de la mujer. Una mujer depresiva puede tener una parálisis de todo tipo -cognitiva y comportamental- y estar tirada en su cama; y el hombre, una tendencia posiblemente más a sentirse desesperado”.

Por otro lado, la emigración a Estados Unidos cada año incrementa y los estudios presentan que la mayoría de quienes emigran son varones, en particular de 15 a 34 años. En un país con altísimos niveles de desempleo, perenne crisis económica, y criminalidad las opciones son pocas. Si bien estas razones para emigrar son válidas, es necesario subrayar que el éxodo de jóvenes puertorriqueños ha acrecentado la carencia de hombres en Puerto Rico. Así, nuestro país parece expulsar a personas brillantes que pueden hacer mucho por Puerto Rico o personas que de alguna manera u otra pueden ayudar a levantar a nuestro país o a llevarlo en una mejor dirección.

El último factor, el “machismo”, que como ya se mencionó anteriormente influye en la forma en que un hombre reacciona ante ciertas situaciones o problemas, es quizás es más insidioso. Las comillas que he usado hasta el momento buscan establecer que ese machismo es uno falso; con esto no quiero decir que no exista, sino que que persigo poner en entredicho la legitimidad de sus ideas. Es decir, que conducir a una alta velocidad o ser una persona intolerante que resuelve los problemas con violencia, no hacen a nadie ni más hombre ni mejor. Pero nuestro país se ha resistido a repensar lo que es un hombre por demasiado tiempo. Un verdadero hombre es uno que está tan seguro de sí mismo, que expresa sus emociones con facilidad y no permite que le afecte lo que piensan los demás de él.

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En mi caso, en cuanto al tema de la violencia, recuerdo que cuando era pequeño tuve que enfrentarme muy temprano al absurdo de las peleas entre niños. Muy pronto me percaté de que la mejor manera de solucionar los problemas es dialogando, pero esta no es una reflexión que se propicie en nuestro entorno. Recuerdo que lo que me indujo a envolverme en dichas peleas fue la imposibilidad de solucionar el problema que me aquejaba de otro modo. El niño que me estaba molestando me respetaría luego de pelear con él y me dejaría en paz: estaba claro que esa era mi realidad social. Ahora me percato de que es muy posible que la razón por la cual ese niño no me molestó más luego de la pelea fue por miedo y no por respeto. Como muy bien indica uno de mis profesores, el Lcdo. Jaime Vázquez: “El respeto y el miedo son dos cosas muy diferentes”. Sin embargo, en los medios de comunicación, en nuestros entornos familiares y hasta nuestros propios padres nos enseñan que en ciertos casos hay que acudir a la violencia. En ocasiones, la angustia de ser hombre en este país proviene de percatarse de que la única manera de existir y ser respetado es a través del uso de la violencia. En otras palabras, cada día miles de niños en el país aprenden lo contrario a lo que realmente es cierto. Y de este modo hemos terminado por coexistir con hombres y mujeres atemorizados de la masculinidad boricua.

En fin, las muertes violentas, la emigración y el “machismo” son factores que además de causar una desproporción entre los hombres y las mujeres en Puerto Rico, han afectado a nuestro país y al hombre en múltiples maneras. De allí que entienda que es nuestro deber encontrar la manera de evitar que esto siga ocurriendo. Mitigar los efectos adversos de estos factores —tanto de la violencia machista, como de nuestra noción de la masculinidad y de la agresión sistematizada contra los hombres jóvenes del país— garantizará nuestro bienestar social y económico.

 


Lista de imágenes:

1. Surachai Puthikulangkura, para Harvey Nichols Dubai, 2015.
2. Spillmann, Felser y Leo Burnett, "Suvarisk Pneumatic", 2011.
3. JWT, "Suraya", 2010.