Gracias a todas y todos por venir esta noche y acompañarnos a la presentación del libro de Guillermo Rebollo Gil, a quien elijo llamar mi hermano del coraje.
Como soy de esa legión que piensa que las presentaciones de libros suelen ser ocasiones fáciles para despistar el interés, mi intervención de esta noche será breve.
Hay un refrán Yoruba que quiero compartir a modo de epígrafe, a propósito de Decirla en Pedacitos: estrategias de cercanía.
Dice así: Atando cabos se hace una soga.
Contar es atomizar para hacer equivaler.
La desenvoltura de condensar con el vocabulario preciso y de lograr fijar pormenores hiperreales en la narración documentalista son sólo algunas de las virtudes de esta publicación.
Los textos cortos de Decirla en Pedacitos, en la compleja y sintetizada naturaleza del género de la crónica no suelen ser tan breves como aparentan. De hecho, no lo son. Cada una de las 35 historias advierte abundantes referencias que trascienden los retazos gráficos y la periódica concatenación que plasma el autor.
Desde hace años he pensado y elaborado, a través de discursos informales, que las emociones fuertes son a menudo subestimadas: la rabia, el coraje, la confrontación, los celos, la angustia y otras situaciones o estados pulsionales no son bien vistos. Las razones no me quedan claras, pero evocar autocontrol, paz mental y blandenguería pareciera ganar puntos en la corrección politizada.
A mí estos disuasivos emocionales me parecen indecorosos ¡y hasta escandalosos si de literatura se trata…!
Si no es del hígado y huele fuerte como el pate, no cuenten conmigo como audiencia.
Por eso es un privilegio dirigirme a ustedes en torno al séptimo libro publicado de mi hermano del coraje.
Crónicas que destapan el flujo de conciencia de alguien rabioso a la par de amoroso, como suelen ser las escritoras y escritores que prefiero.
Al acercarme a las historias, daba cuenta de cuán vigorosa, siniestra, preciosa y determinada es la literatura contemporánea que hoy nos ocupa.
Conocí a Guillermo poeta, y me encanta decir que nos acerca algo más que la generación y la amistad. De hecho, nos vincula y acerca sobre todo el arrojo. Tuvimos desavenencias críticas hace unos cuantos años, y por la forma en que hemos conciliado ¡y tripiado el asunto a estas alturas! me atrevo a decir que fueron precisamente esas emociones fuertes las que naturalmente nos enlazaron.
Rebollo Gil es demasiado poeta para dejar pasar la ocasión de escribir un libro de crónicas. Me parece que la sangre se le fue entibiando y un par de locos aferrados a su cacumen lo convencieron de que potenciara la mala leche y compilara esta estrategia.
Pienso que hay que tener mala leche para escribir, porque para reverberar son necesarios esos sentimientos impetuosos a los que aludo. La gente ordinaria subestima la animosidad y a menudo las personas reniegan en señal de cansancio o de hipocresía. No sé bien.
Guillermo se vuelca en lo que a mí entender es un conjunto inamovible de compromisos civiles de integridad, solidaridad y amor… sin traspasar lindes moralistas.
Las primeras letras tienden a aproximarnos a una justificación de procedencia. Más allá de que Rebollo Gil imprima modelos que dan razón y cuenta a su Mirada, la Mirada del lector percibe nítida y agradecidamente cómo toda su energía antagoniza atropellos.
Las dimensiones de Guillermo como persona que se aproxima a la madurez o a la medianía de su vida las conozco poco. Lo que conozco y reconozco ---porque sus rants del blog y de este libro son también mis propios rants--- es el lenguaje honesto de este ágil y viril autor;
pero además, la latencia pueril
y
de rabietas que lo dicen todo de una buena y puñetera vez.
Tentada a describir su ejecución literaria, afirmo que es deslumbrante como centella: cáustico y veloz en lo que dice y en cómo lo dice.
Como sucedeen el relato de Paul O’neill (¡a quien tuve que googlear!) en el que hace evidente cuan visceral es fragmentar una masacre, una violación de derechos civiles, el béisbol y la privatización.
Algo que deseo destacar particularmente, porque me agrada mucho de este libro, es la genial contingencia de su humor. Ideas profundas revestidas de chistes dejan cráteres en nuestra memoria. Las intenciones (cualesquiera que sean) abren ventanas que permiten airear lo que desde el inconsciente reclama mayor atención; como asociaciones complejas que permiten acercarnos a la cosmovisión del autor.
Desde la perspectiva psicoanalítica, tanto los chistes como los resbalones del lenguaje hablado, poseen caudal de significantes. Aquí sucede algo muy similar a dicho proceso, porque el flujo de conciencia que bien maneja Guillermo, y la maestría declamadora que recordamos de sus poemarios anteriores, nos permiten llegar a ese íntimo sistema de libres asociaciones; por donde pasa cada lector y en donde tal vez el mismo autor, en una conversación cualquiera, no desearía llegar.
Tal y como dicen los más versados en materia psicoanalítica, podemos desentendernos de los sucesos físicos y adpotar hipótesis de que las brechas están cubiertas por suceso anímicos inconcientes, pero también podemos desentendernos de los sucesos anímicos concientes y construir una cadena puramente física, sin solución de continuidad, que abarcaría todos los hechos de la observación.
Una observación que va en dos sentidos y que me permito metaforizar de la siguiente manera:
Al agarrar la soga que Guillermo nos tiende como estrategia de cercanía, percibimos al narrador vulnerable que lo interviene la áspera realidad…
Nos vinculamos mejor al cronista citadino, pretensioso y valiente que creció con libros y se hizo hombre entre libros y no entre hombres.
Y también nos hacemos cómplices de la faceta académica del autor, que desdeña estulticias y también cursilerías y nos recuerda que la minucia histórica y la teoría son como un dique para fronterizar fragilidades.
Aunque no por tiempo indefinido hay que decirlo, pues con frecuencia habrá réplicas en la cotidianidad boricua de personajes que figuran en este libro, como son:
Edison Burgos, José Enrique y Benito. A quienes el profe de ciencias sociales gravitará irremediablemente para expiar corajes y perpetuar ternuras.
En la radio hoy se echa suspicaz burla de credos religiosos, sin embargo deja ver que en el fondo, lo que los demás puedan "creer" es lo que permite que él mismo (como autor) exista, aunque sea en el plano del universo lector y escritor. Donde sólo existe ese tempo.
El temponauta que leemos en estas páginas yuxtapone fragmentos y elabora pensamientos a partir de un lenguaje que parodia las convenciones sociales y su malestar.
Por ejemplo en Funny People:
Cito su escritura: “La isla es un nido de anti-intelectualismo, no se valora el pensar, escribió un amigo en Facebook. Los y las intelectuales somos pájaros raros, alguien le comentó. Ni que pensar fuera pajarear, ofreció un amigo en común.
Pajearse, más bien, un troll.”
Uno de mis micro y re-cuentos preferidos lleva por título 2012.
A partir de la mención de efemérides en un año eleccionario, Guillermo resume con contundencia en este texto que el estado criminal de la nación es infinito y que llorarlo o parodiarlo son simplemente formas de vislumbrarlo.
Leo un extracto del mismo:
“Acho, yo me tatuaría “Pedro Juan Soto” en el antebrazo.
Y yo, las lágrimas que derramó por su hijo.
Y yo, lucha sí.
Y yo, un verso de Corretjer chiquitito en el cuello.
Y yo, las iniciales de todos los despedidos por la Ley 7.
Y yo, la cifra millonaria devengada por Lucé en la notaría.
Y yo, los índices mundiales de pobreza.
Y yo, las de no acabar en la frente.”
Por último, antes de adeudar la brevedad que promulgué: el poeta es en este ejemplar un cronista del tiempo detenido. Saca a ratos el lado filosófico que todo buen profesor tiene, y desde la generosa sabiduría que aporta el cuestionamiento, lanza versos como los que siguen:
"La razón de su muerte duele, asusta aburre".
“Amo a un cadáver. Odio a la persona que lo creó. ¿A la persona o a su creación? Es una pregunta puñeterísima.”
“Aquí otra pregunta puñeterísima: ¿merece el monstruo llamarse así?”
“Depende de la carretilla roja laqueada con agua de lluvia junto a las gallinas blancas. Eso no es una contestación real. Quizá porque no existen monstruos en la vida real. Existen personas en el peor sentido de la palabra. La palabra en este caso es matar.”
Gracias Guillermo por decirla en pedacitos y porque lo bueno si breve dos veces nos acercará.
Gracias y buenas noches.
Lista de imágenes:
1. Julie Nord Collage por Menikao, 2012-2013.
2. El humo de la chimenea, por Julie Nord.
3. Homecoming Queen, Julie Nord, 2009.
4. Hermanos, Julie Nord, 2012.
5. Reina, Julie Nord, 2010.
6. Tarde en el margen, Julie Nord, 2002-2004.
7. La casa en la colina, Julie Nord, 2009.
8. Escenario de otoño, Julie Nord, 2008.
9. Pariente desconocido (Wilbur), Julie Nord, 2012.
10. La cazadora, Julie Nord, 2008.