Imágenes del África…

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Una llegada al África. Repentina. Desde el avión disfrutar la inmensidad del Sahara era sentirme pequeña, nada. En mi maleta de mano, custodiaba con placer los dátiles que los beduinos comen para mantenerse en ese desierto de temperaturas extremas. Una parada previa en Francia me hizo apropiarme de ellos.

Cuando toqué tierra, sentí una necesidad extrema de besarla. El solo hecho de pensar que mis ancestros vienen de este suelo, me había causado grande emoción, hasta las lágrimas. El Papa besa los lugares que visita, los artistas besan el piso del escenario en el lugar que les generará mucho dinero, porque no podía besar el espacio donde comenzó a esculpirse lo que soy, transmitido de generación en generación. Que linaje maravilloso me tocó tener. No me atreví tirarme al piso por aquello del decoro, pero de manera discreta, puse dos de mis dedos en la boca y como quien se le cae un naira bajé, toqué y trasmití mi agradecida fortuna.

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Hace unos días antes de visitar Nigeria, leí en un periódico del país una reseña del recorrido de una mujer que había visitado Kenya. Emocionada escribió que era maravilloso estar cerca de los elefantes y hasta besar una jirafa. Claro, debió mencionar, para eliminar ese mito de la miseria del país, que se quedó en una casa de campaña en un parque nacional, que era como si estuviese en un hotel de cinco estrellas. Observé bien la foto y, efectivamente, camas suntuosas, lámparas, sábanas blancas y todo lo que una persona que gasta dinero para ir a África, que no es nada de barato, esperaría: buena cama, comida y los negros a su servicio. 

Porque es que son negros los que sirven, todo es negro. Cuando alguien de tez blanca está cerca, lo turistean, un verbo que utilizan para describir como le caen encima a los blancos turistas que ostentan su dinero americano o euros. Y lo que no saben muchos es que Nigeria es uno de los países más ricos del mundo y que por lamentable que es, el mal manejo de los recursos atenta contra sus habitantes. Es como si se repitiera el saqueo previo originado por la vieja Europa, un círculo de carencia que todavía se ve en una mala infraestructura. Cuánto quitaron antes y cuánto siguen quitando. ¿Quién reparará todo eso? Paradójico es ver en esas vías rotas, algunas de tierra, carros europeos costosos de marcas y modelos que ni siquiera un trabajador asalariado de clase media puede tener. Es así, carros de todo lujo.

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Sin embargo, a pesar de la imagen clichosa de los niños muertos de hambre, con las barrigas infladas y las moscas persiguiéndolos, realidad que no se escapa de lo cierto, hay una resistencia silenciosa al genocidio que viene de la colonización y el neocolonialismo, algo similar a la esclavitud. Las gentes en el Viejo Continente, defienden su cultura. El yoruba se habla en Nigeria y el Gobierno no emplea a nadie que no sepa hablarlo, por lo que los estudiantes se ven obligados a mantener su vernáculo y también gozan de la posibilidad de hablar inglés, portugués y otros idiomas, para poder ejercer su profesión.

Erguidas las mujeres con sus ropas de diseños africanos, no folklóricas como pensamos en el occidente,  me recordaron cuando me han dicho en voz baja y que escucho: “Esa es una negra pará, orgullosa”. Y es que no saben muchos, que ese caminar de las negras, además de un elemento de orgullo étnico, es también porque traen en sus cabezas el peso equilibrado de la canasta o bandeja con los víveres u materiales que venden. Hay que tener la cabeza bien derecha y erguida para caminar largos tramos y procurar vender el producto que le dará comida a su familia. 

Ese relato de la viajera a Kenya, lo recordé cuando vi el hotel donde me quedaría la primera noche en Lagos. Las calles para llegar al hotel eran de tierra, pero a la entrada gozaba con dos guardias de seguridad que fungían como empleados. Te buscaban la maleta, te la cargaban hasta la recepción, que solo contaba con una butaca y una mesa, que a su vez estaba ubicada justo al lado de la planta generadora de electricidad. Pero debe quedar claro, que la habitación de mobiliario modesto, tenía acondicionador de aire modelo Mini split

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Me hizo recordar a mi vecina que tiene uno y que lo compró para sustituir el de caja cuadrada y ruidoso que no la dejaba dormir. Sin embargo, el nuevo que tiene, moderno, silencioso no le permite opacar los ruidos de la calle. Es decir, que el moderno aparato, deja entrar el sonido de los carros al llegar al estacionamiento del edificio, las puertas que tiran, las bocinas, los ladridos de perros y hasta los gemidos de pasión del matrimonio que vive a sus altos. Pues el acondicionador de aire en el hotel de Lagos, permitía también escuchar el ruido de la calle, los altos y bajos que provoca el movimiento del sustituidor de la electricidad, que se alimenta de diésel y su olor permeaba el ambiente. Como mi vecina, que no puede dormir, esa noche también fue imposible para mí, a pesar del frío.

En Ile Ife fue diferente, la Universidad Obafemi Awolowo posee un Centro de Convenciones modesto que alojó a todos los académicos que participamos en el Congreso Internacional de Afro-identidades en las Encrucijadas: El Genio Creativo Africano y Afro-Diaspórico más allá de la Globalización y del Siglo XXI. A partir del alojamiento en ese espacio académico e intelectual, el contraste de imágenes no dejó de sorprenderme. Investigadores y estudiosos del tema de la diáspora africana, de la identidad y la afrodescendencia compartieron el día a día del africano promedio. No escribiré más, por ahora, las imágenes escribirán por mí la historia vivida y que aún queda por contar…

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* Todas las imágenes fueron tomadas por la autora, Yvonne Denis.

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