Del debate público bi-polar o cómo contribuimos a ponerlo todo en Blanco y Negro

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Como activista Queer en NYC he observado que uno de los mayores retos que enfrentan los grupos LGBT con los que he colaborado, es el de establecer una identidad que nos describa de forma justa. El trabajo es cuesta arriba pues las grandes organizaciones con los grandes presupuestos tienden a monopolizar los medios de comunicación y de paso, homogeneizar una comunidad tan diversa que ni siquiera puede ponerse de acuerdo en su acrónimo (LGBT; LGBTTQIA; LGBTTQQITSA; LGBTTQIA POC, y algunas variaciones.)[1] Esto es importante porque a la hora de priorizar cuáles son nuestros objetivos, nuestras prioridades desaparecen, se esfuman y/o se transforman en las de las grandes organizaciones LGBT –dirigidas mayoritariamente por hombres blancos gay. 

Por ejemplo, el Sylvia Rivera Law Project, el Audre Law ProjectQueers for Economic Justice y F.I.E.R.C.E son organizaciones cuyo trabajo está dirigido a organizar comunidades Queer de color[2] en la Ciudad de Nueva York. Los problemas que interesan a estas organizaciones tienen que ver con justicia económica, racismo, exceso de presencia policiaca en sitios donde se reúnen las comunidades Queer de color, pobreza económica, problemas relacionados con inmigración, problemas de jóvenes o adolescentes de nuestras comunidades, falta de representación legal digna, apoyo a personas LGBT encarcelad@s, representación y apoyo durante vistas administrativas, acceso a programas de beneficiencia, liberación sexual, etc. Es difícil describir cuán invisibles nos sentimos cuando se reporta en los medios noticiosos corporativos: “Gays contentos con Obama”, “Comunidad Gay dá un paso adelante en su lucha por ser admitidos en el ejército de EEUU”, “Comunidad Gay logra que se reconozcan los crímenes de odio” o “Comunidad Gay unida en celebración de Matrimonio gay en NY”. Todos estos titulares, sentimos en muchas ocasiones, presentan una visión distorsionada de quienes muchos y muchas de nosotras somos. Ninguna de estas noticias están en nuestra lista de prioridades. 

Aquell@s que atendemos a los derechos de inmigrantes estamos decepcionados con Barack Obama, quien el año pasado estableció un record de deportaciones de 400,000 personas. Tampoco pienso que personas LGBT desempleadas, o que hayan perdido sus casas durante la crisis hipotecaria fabricada por el mercado, tengan razón para estar alegres con la falta de soluciones y de liderato que el Presidente Obama ha demostrado. Personas LGBT pacifistas no tenemos interés alguno en adelantar la “causa” de entrar al ejército de EEUU. Constantemente hemos tenido que preguntarnos cómo impactar las noticias sobre nuestras comunidades con nuestras propias visiones. El actual formato bi-polar que nos brinda un reportaje “balanceado” nos invisibiliza constantemente, además de que empobrece y embrutece el debate público.

En Puerto Rico, por ejemplo, recientemente hubo que lidiar con el atropello verbal, virulento y homofóbico que se dirigía a nuestras comunidades desde el programa SuperXclusivo de WAPA TV. A pesar de las numerosas expresiones de líderes de la comunidad en Puerto Rico en cómo contrarrestar este ataque, los medios sólo cubrieron al sector que defendió la censura (que mayormente vino de EEUU), y al director presidente de WAPA TV. El debate, que fue muy pobre, se quedó entre: si las expresiones de Kobbo Santarosa eran homofóbicas o no y un pedido a la FCC de censura que creo nunca determinó nada. Muchas fueron las cartas de políticos que desde Estados Unidos advertían sobre el contenido de la televisión puertorriqueña. La prensa ignoró en ese instante todo el debate que hubo en algunos de los “medios sociales” sobre los posibles desaciertos de: a. hacer mollero contra un programa de televisión en Puerto Rico desde los Estados Unidos, un despliegue más de cómo aún las agencias en EEUU pueden servir de agentes colonizantes y no de cambio; b. el peligro de usar y legitimar las herramienta de la censura, herramienta que Morality in Media y otros grupos han utilizado en muchísimas ocasiones contra nosotras y nosotros[3]; y c. el obstáculo que puede provocar para establecer coaliciones con otros grupos en nuestra sociedad que no creen en la censura o que han sido injustamente censurados.

Ese hubiera sido el debate enriquecedor en los medios, una diversidad de voces hablando y discutiendo cómo resolver el issue del atropello verbal a la comunidad desde el programa SuperXclusivo y no un debate sobre lo obvio: si las expresiones de la vaca sagrada de WAPA TV eran o no homofóbicas. Eso se caía de la mata, lo eran. Los medios noticiosos, de hecho, perdían credibilidad cada vez que lo planteaban como pregunta.

Este constante embrutecimiento y simplificación de los debates que hacen los medios noticiosos corporativos nos afecta por varias razones.

- Impide que nuestros aliados y otras personas en nuestras comunidades nos vean como multi-dimensionales y que piensen de nosotros como ciudadanos completos e inmersos en la vida social de nuestro país con ideas diversas sobre cómo impactar y resolver nuestros problemas locales.

- Impide nuestra habilidad para hacer coaliciones y colaboraciones con otros grupos que hacen multitud de trabajo de base comunitario y no gubernamental.

- Impide la formación de una comunidad LGBT más amplia, mejor informada, más diversa y con más opciones de integración visible a la sociedad civil.

- La búsqueda de la nota “balanceada” que repite como el papagayo el contenido de comunicados de prensa desde los extremos polarizantes institucionaliza mentiras y desinformación en el altar del “sagrado balance”.

Por ejemplo, cubrir el issue de “crímenes de odio” desde una perspectiva fanática que propone que todo crimen contra un homosexual es de odio y la perspectiva de que tales crímenes no existen y dejarlo así, sería lo que en medicina se conoce como “malpractice”. Todos y todas sabemos que sí, que en Puerto Rico han asesinado gente porque son gay, lesbianas o transexuales, la mayor carga la han sufrido las transexuales. Pero, en Puerto Rico también matan mucha gente porque son novias o esposas, porque son negros, dominicanos, etc. Algunas y algunos son simplemente mas fácil de matar que los otros. La respuesta simplona de los medios de plantear que el debate importante es sobre si existen los crímenes de odio o no, polariza la discusión y la sitúa dentro de una burbuja, extirpándola quirúrgicamente del total de cómo se vive la violencia en Puerto Rico. Esto, simplemente, no sirve de nada excepto para sensacionalizar un problema que nadie quiere tocar mientras nos absuelve a todas y todos de nuestra responsabilidad para encarar el problema desde una plataforma múltiple, a largo plazo, con una infraestructura adecuada y no la discusión entre comunicados de prensa de una panacea que no ha resuelto nada en ningún país que se ha implementado.

En fin, es bien difícil capturar la diversidad, intereses y capacidades políticas de la comunidad LGBT de la manera que los medios corporativos procesan la información. La necesidad de polarizar todo asunto y de entonces presentar los polos extremos como una noticia balanceada, embrutece y empobrece las oportunidades de diálogo, además de que institucionaliza las distorsiones y las mentiras como parámetros aceptables de una discusión.

 


[1] Guía para los acrónimos: L – Lesbianas, G – Gay, B – Bisexual, T – Transsexual, T – Transgénero, I – Intersex, TS – Two Spirit (indio nativo americano), Q – Questioning (persona que no está segura de cuál es su orientación sexual), Q – Queer (no straight), A – Aliados (heterosexuales que trabajan por los derechos LGBT).

[2] Comunidades de color, se refiere a toda comunidad que no es blanca Europea, esto incluye, quieran o no quieran, a los Latinos.

[3] Para ver un ensayo excelente advirtiéndonos sobre el uso de la censura y/o de la moral cómo parámetro de censura pueden revisar Buchi y los peligrosos encantos de la moral del compañero Rafael Antonio Ruiz Ayala.