Detrás del lente, de las letras, de las imágenes…

Parada en la fila del banco y en la del supermercado he escuchado varias personas decir que “este mundo se está acabando”, que “estamos en los días finales”, que “las cosas están bien malas”. Todo aparenta ser una tragedia, en la vida de los ciudadanos hoy día. Todos se mantienen ocupados entre el dolor, la tristeza, la agonía y la incertidumbre del qué pasará. Estas expresiones no se hacen esperar una vez salen algunas imágenes en los televisores que rodean los establecimientos o cuando miran la primera plana de algún periódico del país que esté a la venta. Cada persona en la fila se contagia rápidamente con los cometarios y apoyan las ideas de derrota, de fin del mundo, de desgracia, de enfrentamientos innecesarios. La gente expresa un malestar y molestia hacia quienes se manifiestan en contra del gobierno, hacia las comunidades pobres que exigen igualdad de educación y bienestar social, hacia los estudiantes que defienden la educación pública del país.

Los medios de comunicación son esos instrumentos que manejamos a diario que nos permiten mantenernos conectados con lo que pasa cerca y lejos de nuestra realidad. En ocasiones les regalamos una excesiva atención a ellos y le restamos importancia a la realidad. Nunca son vistos como medios de exposición de ideas o soluciones alternas y reales a la que nos presentan aquellos con poder. Casi siempre son el único medio de información que validamos y que no llegamos a criticar ni a analizar. Pero, ¿dónde quedan nuestros juicios, análisis y reflexiones? Son estos medios (televisor, radio, computadoras, periódicos) los que nos bombardean de información manejada muchas veces por el gobierno mismo para mantenernos "informados", pero muchas veces no sabemos qué ni cómo diferenciar lo cierto de lo falso, lo que nos oprime, lo que nos mantiene desventajados.

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Ya sea por medio televisivo, radial o de internet los medios envían una serie de información que no siempre es la correcta. Y más allá de lo correcto o no, está la falta de nuestro análisis de esa información que recibimos a diario. Se habla de la mala vida, de los achaques, de las tragedias al otro lado del mundo, del mantenío’, de lo perdido que están los jóvenes y del fin del mundo. Pero pocas son las personas que escucho hablar de soluciones, de alternativas y reflexiones a las preocupaciones que todos tenemos y que los medios nos brindan. Claro está que es más sencillo señalar el problema y dejar que otros o aquellos lo solucionen. No tiene que ser así, porque somos todos partes de la estructura social en la que vivimos y eso nos da el derecho de ser parte del cambio.

Las cosas a mi entender no solo se han puesto peor, sino que ahora tenemos muchos medios de comunicación que nos hacen parte de lo sucedido, hace las cosas de allá fuera más evidentes. No creo que las cosas se estén poniendo peor ahora, o por lo menos no creo que esa sea la única explicación para las cosas que los medios nos presentan. Nuevas vías masivas que nos permiten una sintonización diaria, casi inmediata y constante de lo que sucede en nuestra isla y alrededor del mundo, hacen que la vida misma parezca una película y veamos situaciones comunes en otros lados como cosas exóticas. Nos sorprendemos de las marchas, de las protestas, de las críticas pero no nos preguntamos el por qué de ellas. Nos parecen insólitas e innecesarias y no se da el brazo a torcer para buscar la verdad detrás de ellas. Es más automático creerle al titular que en letras grandes y ennegrecidas resalta el “salvajismo” de los estudiantes, la delincuencia de los pobres, la cantidad de muertos a causa de la ola criminal y porque no creerle a los meteorólogos que implementar e incrementan en pánico en tiempo de tormentas.

Son los medios de comunicación quienes han ayudado a reflejar con su lente cada situación climática, de protesta, de molestia, de violencia que conocemos. Y son ellos mismos los que muchas veces alarman a salir a comprar con locura y con apuro y también nos hacen señalar al otro como el único culpable de pobreza, de su desinformación y de su destino. Somos bombardeados con un mensaje detrás del otro que desvía nuestra atención de las prioridades, de las situaciones que necesitan nuestra atención. Al final del día quedamos sumergidos entre la politiquería, en el “countdown” de los diez peores y mejores vestidos y los divorcios de los famosos.

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¿Realmente las cosas se están poniendo peor o es ahora que estamos despertando del sueño eterno en el que aparentamos estar siempre? Ciertamente nuevas generaciones han llegado para realizar cambios en la sociedad. Los medios de comunicación más tradicionales han pasado a ser secundarios y la internet (gratis o no) ha llegado para brindar un sinnúmero de posibilidades para el aumento del conocimiento, de la educación, del mantenimiento de las comunidades y sociedad en general.

Nuestra sociedad debe de tomar acción ante los medios de comunicación y debatir, dialogar, comprender y reflexionar sobre cada idea y suceso contemporáneo expuesto en ellos. Los medios de comunicación se han caracterizado en la era contemporánea por mantener enajenada la sociedad de los problemas reales y de las soluciones existentes que nos benefician a muchos y no a unos pocos (aunque hay prensa alternativa). En el mundo del internet existe la inteligencia colectiva, y la misma puede ser traspasada a la cotidianidad si abrimos paso a la reflexión de la información que nos llega a las manos. Se puede producir capital intelectual, cultural y social para combatir ante el diario con nuestras ideas y conocimiento. Se puede fomentar el debate social de tal manera que se despierte en otros las intrigas e interrogantes para ofrecer soluciones más reales y correspondientes a la necesidades reales de ciertos sectores de la sociedad de un país.

Hace falta promover la importancia de una inteligencia colectiva para generar, desarrollar y aumentar la inteligencia general y elevar la misma a una más rica y productiva. Esto nos lleva a la importancia que emerge en la necesidad de salir de aquello que Chomsky define como la manipulación mediática. Salir del encierro en que nos mantienen los medios, desviando nuestra atención en situaciones sin salida, nos permite abrir una ventana a la educación continua, al conocimiento de las innovaciones mundiales y de las comunidades vecina. Los medios existen: libros, periódicos, redes sociales, celulares, diálogo; queda en nosotros cambiar el análisis de la información que recibimos de los mismos.