Voces y hazañas de las mujeres (Parte I)


Women’s history is indispensable 
and essential to the emancipation of women.

—Gerda Lerner

…[se debe estudiar] la evolución y recorrido 
que la historia de las mujeres, en relación al género,
ha tenido en las últimas décadas, 
tanto desde la perspectiva histórica de este sujeto colectivo
 
como de la propia disciplina…
[Y analizar estas] como nuevos paradigmas,
[con] sus [propias] temáticas, conceptos,
fuentes y carácter interdisciplinar…

—Esther Mora  


En el II Coloquio de Investigación de Historia de las Mujeres (2013) de la UPR en Utuado, Margarita Mergal presentó la conferencia magistral ¿Por qué nos debe importar la historia?. En esa ocasión Mergal precisamente nos dijo que aunque podemos destacar “muchos temas y asuntos sobre esto de las mujeres y la historia, sobre la historiografía feminista”, uno de los asuntos que no podemos perder de vista es “la importancia de este conocimiento para la actividad critica tan necesaria para la democracia y tan olvidada hoy día” (2). También nos dijo que muchas de las que estamos hoy aquí hemos sido, como ella, “feministas de nación, rebeldes, feministas sin saber que lo eran. Para eso importan la historia y el feminismo, para conocer lo que somos y serlo mejor” (4). Añadió:

Todas, probablemente, hemos pasado por el momento en el que hemos descubierto que las mujeres sí tenemos historia, y que nuestras antepasadas y nosotras mismas hemos sido partícipes activas en la construcción del mundo en el cual vivimos… nosotras también actuamos, también tenemos historia. Cuentos, narraciones que ayudan a redimir el olvido… Narraciones, cuentos de hechos que sí, pero un proceso que desvela cómo nuestros vínculos con el pasado son emotivos, son valorativos y cuánto esas emociones y valores nos enseñan. (5)

Precisamente a través de narraciones es que yo me acerco a y me convierto en historiadora, a través de los cuentos de mis dos abuelas. Dos mujeres que, a pesar de haber nacido en el mismo momento histórico y en el mismo país, experimentaron ser niñas y mujeres puertorriqueñas de maneras muy diferentes. Mi abuela materna, Ana Matilde, nació en el campo. Oriunda de Barranquitas y la mayor de siete hermanos. Aprendió desde niña cómo las plantas crecían. Esta sabiduría le sirvió para sembrar en cada casa a la que mi abuelo la mudaba, desde mediados de la década de los 40, desde el campo hasta la ciudad. Parió dos hijos en Barranca y dos más entre Ponce y San Juan. Era capaz de sembrar (sus) raíces en lugares inhóspitos como en el estado de la Florida, donde luchaba con las culebras que salían de un lago oscuro y se deslizaban sobre la arena hasta el patio donde ella sembraba recao, ajíes y orégano en el 1984. Su comunicación con el suelo, semillas y retoños era tal que era capaz de cultivar en cualquier espacio dentro o fuera del país. Me enseñó desde temprana edad el valor de las plantas y cómo estas nos nutren con sus frutos y su magia.

Mi abuela paterna, Rosa Lydia, nació pocos años antes que Ana Matilde y en el Viejo San Juan. De niña se mudó con sus padres y hermanos a Santurce, convirtiéndose en una cangrejera blanquita de Miramar. Se crio en una casa cerca de la Parada 15 entre la Ave. Fernández Juncos y la Ponce de León. Estudió en el Colegio Perpetuo Socorro, tenía chofer (nunca aprendió a guiar) y cocinera (tampoco se vio obligada a cocinar). Fue a la universidad en la década del 30 (sus hermanos a University of Notre Dame y ella a la UPR-RP). La historia y la literatura la apasionaban. No recuerdo que supiera nada de las plantas, ni de la cocina. La recuerdo como una mujer inteligente que devoraba libros y tomaba abundantes notas en libretas grandes y pequeñas. Era nuestra bibliotecaria, a quien llamábamos los hijos y los nietos cuando teníamos proyectos de toda clase. Era capaz de asistirnos en investigaciones elementales y avanzadas por igual.

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Esta pasión hacia los vínculos que existen entre las mujeres, de sus experiencias diversas, de sus sabidurías y de sus historias, se la debo en gran parte a estas dos mujeres. Así, entre las dicotomías del campo y la ciudad, la tierra y el cemento, los supuestos retrasos y progresos, el conocimiento generacional y la investigación, surgió el querer saber cómo estas mujeres experimentaban ser puertorriqueñas en el siglo XX y mi interés en la historia de las mujeres y en la perspectiva de género.

Los y las estudiosos y estudiosas de estos temas discuten variados dilemas que existen en la historiografía en lo que respecta a la historia de las mujeres, y abordan los criterios de la objetividad, de la verdad y de la memoria en sus planteamientos. Las historiadoras y teóricas feministas Joan Scott, Gerda Lerner, María Julia Palacios, Esther Mora y Margarita Mergal (entre otras) se hacen preguntas muy similares: ¿Qué es y cómo se hace historia de las mujeres? Todas están de acuerdo en que los hechos son interpretados de diferentes maneras y que este tipo de historiografía depende de la pregunta que se formula.

Los criterios de la verdad y de la objetividad: ¿Cuáles son los hechos? ¿Quién los interpreta?

Bajo el criterio de la verdad, los historiadores se cuestionan ¿qué es un hecho histórico? Sostienen, de alguna manera u otra, que la historiografía depende de la pregunta; de ahí parte la imaginación y la creatividad. También plantean que la verdad depende de la óptica del que la narre, ya que los hechos son interpretados de diferentes maneras dependiendo de la experiencia del individuo (edad, raza, género, clase y orientación sexual, entre otras categorías). Bajo el criterio de la objetividad postulan que los hechos son interpretados desde el punto de vista de los que están en el poder.

En el caso de las mujeres, hasta muy recientemente, no hemos sido consideradas sujetos históricos, salvo muy raras excepciones, y nuestras acciones no se han constituido como hechos históricos. Debemos entonces preguntarnos, como nos dice Mergal:

¿Vale hacer las mismas preguntas desde la perspectiva metodológica sobre los espacios estudiados? Cuando se miran con perspectiva de género el hogar, el lugar de empleo, la escuela, la cancha de deportes, la iglesia, cambian de aspecto, no vemos lo mismo. ¿Cuáles temas son más o menos pertinentes, cuál objeto de estudio? Los hechos históricas no cambian, pero primero tenemos que descubrirlos y luego interpretarlos. (7)

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El criterio de la memoria: el poder y el patriarcado

Desde el criterio de la memoria, postulan que la mirada depende de las posibilidades del contexto socio-económico y de las experiencias o vivencias de sus miembros (comunidad). Los y las historiadores apuntan a la necesidad de hacer preguntas como: ¿qué o quién forma parte de la comunidad? ¿Quién (es) están en el poder? Joan Scott y Gerda Lerner sostienen que la categoría de género es una sumamente importante y compleja. Sus posturas señalan la importancia de tomar en consideración la diferencia sexual, el papel que verdaderamente juegan la biología, la cultura y la igualdad vs. la diferencia entre los géneros.

Scott plantea que la igualdad requiere el reconocimiento de la diferencia; también fomenta el ver a las mujeres como una categoría cambiante, no rígida. Por otra parte, Lerner afirma que la memoria es colectiva, esto es, de la comunidad; depende nuevamente de quién esté en el poder (Estado, Iglesia, Academia) y de quién forma parte de la comunidad. Lerner aboga por una reconstrucción imaginativa de los eventos pasados. En “The Necessity of History and the Professional Historian” (1997), Lerner cita a W.E.B. Du Bois para advertir y abordar esta memoria colectiva. Du Bois escribió sobre la historia de los afroamericanos en los EE. UU., utilizando el concepto de “double-consciousness” (121). Señala que los afroamericanos siempre se miraban a través de los ojos de los que estaban en el poder. Define el término de “double-consciousness” de la siguiente manera: “… always looking at oneself through the eyes of others… an American, a Negro” (121). Los que están en el poder son los que le dan la identidad al que no tiene poder. Desde esta perspectiva, entonces, las mujeres padecemos de este “double-consciousness” también, o quizá más bien un “multiple-consciousness”, dado a la multiplicidad de los roles que asumimos y que se nos asignan (desde los ojos del colonizado y del colonizador). Merece incorporarse aquí algunos de los postulados de Gerda Lerner sobre el patriarcado.

Lerner es muy cuidadosa al apuntar a las diferencias biológicas y culturales en su historia de la creación del patriarcado. Utiliza diversas fuentes y critica aquellas que se han estudiado o aceptado en la academia, al igual que en la sociedad, a través de los años. Explica cómo se manifestaron estas diferencias desde la época neolítica en la relación entre madre e hijo. Sostiene que esta relación se produjo por necesidad, para salvar o mantener vivas a sus criaturas (40-41). Esta responsabilidad de supervivencia creó, según Lerner, la primera división de trabajo: las mujeres criaban y protegían a sus crías mientras los hombres cazaban (40-41). Durante dicha época era esencial para la supervivencia del grupo que las mujeres tuviesen muchos embarazos, que parieran y que amamantaran a sus retoños.

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Lerner también mantiene que las mujeres escogieron o prefirieron aquellas actividades laborales mediante las cuales podían combinar sus responsabilidades como madre (41). Esta historiadora afirma que, en parte, su aceptación a una “explicación biológica” se puede tolerar solo para las primeras etapas del desarrollo humano. Nos asegura que esto no quiere decir que “… a later sexual division of labor based on women’s mothering is 'natural'" (42). Al contrario, nos hace saber (algo que ella demostrará a través de su investigación), que la dominación masculina es un fenómeno histórico: “… in that it arose out of a biologically determined given situation and became a culturally created and enforced structure over time” (42). Sin embargo, se rehúsa a que veamos a las mujeres como simples víctimas; y utiliza el trabajo de Elise Boulding para mostrar que las mujeres podían también atribuirse poder (“feel empowered”) (48).

Lerner plantea una distinción entre la necesidad biológica (“to which both women and men submitted and adapted”), la cultura construida y las instituciones creadas por construcciones culturales que forzaron a las mujeres a roles subordinados (52). De acuerdo con ella, las mujeres no visualizaron las consecuencias que tendría el haber accedido a tal división laboral y no se percataron que dicha división sexual las pondría en desventaja. También critica la postura de Freud de "Anatomy is destiny”: “What Freud should have said is that for women, anatomy once was destiny” (52-53). Sostiene que esta última declaración es cierta e histórica y que lo que una vez ocurrió, ya no es así: “… and no longer must be nor should be so” (52-53). Esta última cita resume su postura sobre las diferencias entre biología y cultura.

Estamos de acuerdo con estos postulados de Lerner, y, como hacedoras de historia, debemos de tener una óptica crítica al analizar dichas diferencias, utilizar diversos estudios, disciplinas y perspectivas y jamás perder de vista que un modelo no se puede, ni se debe de, utilizar para todas las culturas a través del tiempo.


Lista de referencias:

Febvre, Lucien. “Vivir la Historia: palabras de iniciación”. Combates por la historia. Barcelona: Editorial Ariel, 1982. 
Gilligan, Carol. In a Different Voice: Psychological Theory and Women’s Development. Cambridge: Harvard University Press, 1982. 
Goldman, Lucien. “El pensamiento histórico y su objeto” (9-19). Las ciencias humanas y la filosofía. Argentina: Ediciones Nueva Visión, 1987. 
Lerner, Gerda. Women and History - Volume One: The Creation of Patriarchy. New York & Oxford: Oxford University Press, 1986. 
Lerner, Gerda. “The Necessity of History” (113-128). Why History Matters: Life and Thought. New York & Oxford: Oxford University Press, 1997. 
Mergal, Margarita. "¿Por qué nos debe importar la historia?"Ponencia presentada en el II Coloquio de Investigacion de Historia de Mujeres, Universidad de Puerto Rico en Utuado (8 de marzo de 2013). 
Mora, Esther. “El paradigma género y mujeres en la historia del tiempo presente” (143-160). Revista Historia Autónoma, número 2, marzo 2013. 
Palacios, María Julia. “Una visión crítica sobre la historia de las mujeres” (279-302). Perfiles del feminismo iberoamericano. Argentina: Catálogos, 2002. 
Scott, Joan W. “El género: una categoría útil para el análisis histórico” (23-56). Historia y género: Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea (ed. James S. Amelang y Mary Nash). Ediciones Alfons el Magnanim, 1990. 
Scott, Joan. “Historia de las mujeres”. Formas de hacer Historia (ed. Peter Burke). Madrid: Alianza Universidad, 1999.
Scott, Joan. “Igualdad versus diferencia: los usos de la teoría postestructuralista”. Debate Feminista, año 3, vol. 5, marzo 1992, pp. 85-105.


Lista de imágenes:

1. Her Campus Portland 
2. Randolph Riot
3-4. Archa dave, Fun Buzz Time