¿Literatura es todo aquello que se publica o todo aquello sujeto a la interpretación por ser expuesta a través del lenguaje? ¿Podría ser el dietario de una familia? ¿La nota de despedida de un suicida en una servilleta? ¿El recuerdo detrás de una foto o la obscenidad que se diserta en el cubículo de un baño?
Para mí literatura es mucho más que lo que se publica, mucho más de lo que meramente se puede leer. Sin embargo, ¿qué hay del devenir de aquello que nunca ve la luz del mundo? ¿De aquello que yace oculto debajo del sofá, del catre? ¿Qué pasa con esos versos sublimes que cada noche deposita ese maravilloso fulano en la parte más discreta de su ropero?
Quizás hoy la contestación no rebasará de un mero encoger de hombros. Quizás ese fulano ni se entere de que pensamos en él. O tal vez, por eso de ser cordial –y de hacerle un favor a la complicidad con que llevamos esta nota–, cada noche el fulano ése se emociona al desear que alguien lo pondere, y que ese pequeño volumen de versos siniestros llegue en algún momento a ver la luz.
Pasa, a veces es inevitable la conspiración de la casualidad/causalidad. Sin más ni menos, el ejemplo que hoy traigo como muestra es el de Zeno Gandía. Su novela más reciente –la dulce ironía de escribir semejante enunciado– demuestra no sólo lo que el escritor puede llegar a convertirse luego de lo inevitable, sino aquello a lo que la literatura debe su aleatoriedad y belleza: el ser un elemento humano incontrolable.
Bajo el título de El monstruo, en el sello de la Editorial Tiempo Nuevo, Zeno Gandía nos presenta una narrativa precoz, no por ello lacaya, donde se diserta sobre la naturaleza humana, la estética y la moral. Escrita en 1878, la pieza se descubrió hace unos años entre los papeles del célebre autor de La Charca. Clasificarla es un ejercicio azaroso por ser la obra un ejemplar que no pasa de las 80 páginas (y esto incluyendo el estudio inicial hecho por el Dr. Miguel Ángel Náter): puede ser un cuento largo o una novela corta, sumamente corta.
La importancia no sólo radica en la forma, algo que ineludiblemente pasa factura sobre los estudios biográficos de Zeno Gandía y su desarrollo como hombre de letras, sino que el tema es materia gozosa para los puertorriqueñistas. De un tirón, El monstruo puede ser resumido como la novela en donde la pareja perfecta se enfrenta a la incertidumbre de la naturaleza al concebir un hijo deforme. La familia sufre al no saber cómo afrontar el suceso, por un lado, la madre adopta una actitud de complacencia y amor hacia el fruto de sus entrañas mientras el padre asume una coraza de estoicismo al ver que su engendro no cumple con los modelos estéticos anhelados.
Zeno Gandía esboza aquí algunos elementos del romanticismo del XIX a la vez que peregrina hacia esa actitud estética que moldeará la gran novela naturalista, su magnum opus, La Charca. Como señala Náter, orbitarán en el texto unos encontronazos fuertes entre lo bello, lo extravagante, lo grotesco, lo ideal, lo estético y lo moral.
Sin embargo, la obra también tiene un efecto en el estudio de las otras literaturas. Así lo subraya Mario Cancel al anotar en su lectura que la influencia de los elementos del XIX en los escritores del 1930 es palmaria. No obstante, y sin criticar lo aseverado, ¿podría haberse dado otro tipo de dialéctica si El monstruo hubiese visto la luz en la década de 1880? Sin ningún vicio de duda, la contestación va en la afirmativa. Esto a razón de que el propio Zeno Gandía ya no puede ser visto desde la misma óptica. El Zeno de La Charca ya no existe, ha sido suplantado por un médico mucho más joven, recién llegado de sus estudios en el extranjero y que, de línea en línea, busca una voz y un discurso en el Puerto Rico pre-invasión.
¿Y cuál es el lado oscuro? ¿Qué problemas presenta la aparición de una nueva etapa en el autor? Sinceramente, no bastan siquiera estas páginas para hacer calco a todas las interrogantes que los académicos se pueden formular en torno a esta súbita pendiente en una de las piezas del llamado canon isleño. No obstante, a los lectores –tribu mía– les fascinará la profundidad del argumento y les desmotivará lo cortísima que es la obra.
El monstruo es lectura de velocidad, el hambriento sólo tendrá ante sí un canapé, y sin darse cuenta se ha formado como crítico y compartirá de una de las supuestas complicidades de Zeno: Que El monstruo es el entrée al plato fuerte que será Crónicas de un mundo enfermo. Segundo, existe la posibilidad –y esta parece ser la que más me inclino a favorecer– de que El monstruo sea la búsqueda, esa exploración del joven autor donde tantea hacia qué estilo desea dirigirse. Posiblemente, y esto es un posiblemente de los que se subrayan, El monstruo es una novela incompleta, un borrador de Zeno Gandía el cual no cumplió inicialmente con sus expectativas y que engavetó para futuras incisiones una vez el tiempo permitiera el trabajo literario.
Fundamento la segunda opinión en dos supuestos. El primero, que Zeno Gandía debió estar ocupadísimo tras su regreso a Puerto Rico tanto en la cuestión de iniciar su práctica médica como en la de buscar qué hacer y dónde vivir (posiblemente aquí se cuela un con quién vivir). Segundo, el archivo de la obra entre sus papeles muestra un indicio de esperanza: ¿por qué no quemarla o destrozarla? ¿Deshacerse de ella? ¿Por qué no menciona o hace referencia a ella en otro lugar? (Aquí los expertos pueden acotar si se hizo o no esa referencia, elemento del cual nunca he tenido noticia).
Queda pues esa leve suposición de que Zeno Gandía deseaba volver a trabajar en su obra, refinarla, completarla, hacerla más extensa y quizás mejorar sus argumentos. Sin embargo, la vida de médico en la transición de siglo, los brotes de enfermedades que impactaron la Isla, atender la familia, involucrarse en el debate público y a su vez culminar las tres obras literarias que tenía en las costillas, pueden ser suficientes alicientes para sostener que la novela es un proyecto literario.
A pesar de todo lo anterior, mi observación es sencilla: La Charca no será la misma, lea El monstruo y verá. Zeno Gandía ha resucitado y clama por sus lectores.
Lista de imágenes:
1. Portada de El monstruo, Editorial Tiempo Nuevo.
2 - 5. Serie Anomalies, de Travis Louis.