Estudiar la historia política de Puerto Rico es un ejercicio que se nutre a diario. Nada más se puede esperar de uno de los pueblos más activos en el proceso democrático. La efervescencia, el candor y el debate han sido parte de nuestro desarrollo social, de nuestra idiosincrasia isleña. La forma de hacer política, de discutirla y de analizarla es sumamente distinta a otros cuerpos antillanos.
A pesar de ello, no puede negarse que todavía existe un largo trecho por trazar. La historia de la participación electoral puertorriqueña es un infante, sus hechos todavía son cercanos y hasta latentes –aún cuando el pueblo los olvide de un zarpazo– y son estos elementos los que fomentan que cada publicación sobre el tema se escoja con cuidado, se estudie puntillosamente y se aplauda (de ser necesario) con esmero. Para mi agrado, en este proceso analítico me he topado con una publicación primeriza de un intelectual joven.
El libro es en sí el arduo trabajo doctoral del colega Carlos Mendoza Acevedo, titulado Partido Acción Cristiana en la política puertorriqueña 1959-65. Este texto presenta un análisis profundo del impacto del Partido Acción Cristiana (en adelante “PAC”) en la historia y política moderna de la Isla.
Posicionar la publicación es un ejercicio maleable ya que puede ser bien acogido tanto por historiadores, científicos políticos y sociólogos. Su contenido divaga entre dichas materias pero se inclina por ser una mirada analítica del desarrollo (concepción, acción y decadencia) del movimiento en pro de la llamada Democracia Cristiana en Puerto Rico y su organismo propulsor, el PAC.
La redacción es netamente científica y se ve regida por la estructura expositiva y metódica de una tesis doctoral. No obstante, a pesar de verse circunscrito a este estilo, Mendoza no deja de ser un narrador conspicuo que lleva al lector a conclusiones válidas que son aderezadas por las numerosas fuentes bibliográficas, tablas y demás piezas históricas que sustentan sus conclusiones.
Varios son los planteamientos del autor, de entre los cuales se destaca el anotar que el PAC falló en promover el concepto de Democracia Cristiana de manera efectiva. Mendoza enlaza su conclusión a la del profesor Samuel Silva Gotay, al señalar que fueron muchos los escollos que atravesó el partido a la hora de desarrollar un concepto político sólido, capaz de enfrentarse a las ideologías predominantes en los partidos de entonces.
Para Mendoza la avalancha de críticas hacia el vínculo del PAC con la Iglesia Católica, el anticlericalismo y la presencia, en su mayoría, de jerarcas eclesiásticos de origen estadounidense, fue el catalítico para que la colectividad se viera imposibilitada de fundamentar los axiomas de la Democracia Cristiana.
No obstante, vale resaltar que este fenómeno político no ha sido acogido con mucha complacencia en otros países latinoamericanos. Así, en el caso de Perú, Vargas Llosa apunta que el movimiento era, en cierta medida, irrealista.[1] Dotado de líderes que venían de clases acomodadas, sin una pizca de conocimiento sobre los vejámenes de la mayoría popular peruana.
Por otro lado, Clodomiro Almeyda señala que, más allá de Venezuela y Chile, la Democracia Cristiana sólo fungió como una tendencia del centro encaminada al reformismo y la tecnocracia.[2] Por lo cual, al sumar estas observaciones a las hechas por Mendoza Acevedo, se puede observar que sus conclusiones en cuanto al impacto de la Democracia Cristiana en Puerto Rico son más reveladoras para muchos planteamientos políticos contemporáneos y posicionan el análisis del autor a la par con las conclusiones expuestas por otros politólogos latinoamericanos.
Contrario a otros países en donde el movimiento logró acuñar un mínimo de poder político en masas de clase tecnócrata, empresarial y algunos jóvenes, en Puerto Rico, el PAC no pudo configurar y definir el concepto de Democracia Cristiana para dotar a sus seguidores de una ideología política consistente con la cual enfrentar a los demás partidos. Tales son las palabras del propio Mendoza.
Otro de los elementos que el autor subraya es el hecho de que el PAC cesó en el 1965 vis-à-vis la noción de que terminó en el 1960. Esto es, sin lugar a dudas, uno de los elementos que posiciona a Carlos Mendoza Acevedo como un historiador de primer orden al atreverse a refutar una noción generalizada sobre la muerte de un partido político –elemento que, en sistema como el nuestro, no puede ser soslayado vagamente–. Sin embargo, la aseveración del autor –que en sí pone (respetuosamente) en entredicho los escritos de María Mercedes Alonso, Samuel Silva Gotay, así como la Dra. Lourdes Lugo Ortiz– no es liviana ni enjuta, sino que se sustenta en un rastreo con vicios de bibliófilo en el cual el autor ausculta trabajos publicados e inéditos que analizan el periodo de existencia del PAC. A toda luz, lo enunciado por el autor es cierto y abre la posibilidad de analizar un periodo político para el PAC que ocurrió “por debajo” del radar popular y mediático.
Resta mencionar que el trabajo de Mendoza Acevedo arroja mucho albor sobre la figura del Lcdo. José Luis Feliú Pesquera, tanto así que gran parte de los capítulos no pueden escapar de su aura. Empero, vale mencionar que la tendencia no se juega en vano ya que, a pesar de no haber sido uno de los candidatos a los llamados “puestos grandes”, Feliú Pesquera fue la carta de presentación del PAC. Su conocimiento, experiencia política y desenvolvimiento internacional lo revisten con el título.
Notas:
[1] Mario Vargas Llosa. El pez en el agua. Editorial Santillana. (2010). Pág. 319-20.
[2] Clodomiro Almeyda. La democracia cristiana en América Latina. Revista Nueva Sociedad. Núm. 82 Marzo-Abril de 1986. Págs. 139-49.
Lista de imágenes:
1. Portada del libro El Partido Acción Cristiana de Carlos Mendoza Acevedo.
2. Cardenal Luis Aponte Martínez con el Papa Pablo VI luego de ser investido como el primer cardenal puertorriqueño.
3. Propaganda del Partido Acción Cristiana contra el Partido Popular Democrático en las elecciones del 1960.
4. Retrato de Eladio Rodríguez Otero, presidente del PAC, por Emilse Vega, 1978.
5. Retrato del Monseñor James E. McMangus, obispo de Ponce durante las elecciones del 1960.